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Vacunas
Tribuna
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La injusticia de los niños cero vacunas

Cada muerte infantil a causa de una enfermedad prevenible es un fracaso y un atentado contra al derecho de protección de la infancia, escribe la responsable de vacunación de Médicos Sin Fronteras

niños vacunas
La pequeña Lominda recibe la vacuna contra el sarampión en un centro instalado por MSF en la zona de salud de Bangabola, en la República Democrática del Congo.Pacom Bagula (MSF)

La mitad de los niños y niñas nacidos en Siria en los últimos 12 años no han recibido todas las vacunas del calendario básico de inmunización. Las posibilidades de un niño que vive en el norte del país disminuyen aún más; nunca recibirá las vacunas contra la neumonía y la diarrea. Estas vacunas no forman parte del calendario público y su precio en el mercado privado es inasumible para las familias afectadas por el conflicto. Si el niño vive en un campo de desplazados o ha tenido que huir con su familia de un campo a otro escapando de las bombas, es probable que forme parte de ese grupo llamado niños cero dosis o dosis cero.

Y esto no sucede solo en Siria. Más de 18 millones de niños no recibieron ninguna vacuna en 2021, ninguna dosis, nada. Los niños cero dosis aumentaron en cinco millones en 2021, un 37%, en comparación con 2019. Se trata una cifra nunca vista desde 2005. Los niveles de vacunación descendieron en más de un centenar de países, provocando un incremento de los brotes de sarampión, difteria o poliomielitis

El histórico retroceso en la vacunación infantil debido a los efectos de la pandemia de covid-19 ha puesto a muchos más niños en riesgo de contraer también otras enfermedades prevenibles mediante vacunación como la neumonía y la diarrea. Hemos perdido más de una década de progreso en apenas tres años.

Los países de renta baja y media experimentaron un retroceso mayor que los países de ingresos más altos. Gavi, la Alianza Global para las Vacunas, proporciona dosis y apoyo a los países de renta baja y media desde el año 2000. La propia Gavi calcula que hay 12,5 millones de niños que no han recibido ni una sola vacuna básica en los países elegibles por la iniciativa. Seis de cada 10 niños cero dosis viven en una decena de países. La mitad de ellos (República Democrática del Congo, Etiopía, India, Indonesia y Nigeria) participarán en el II Foro Mundial sobre Neumonía Infantil, que se celebrará en Madrid los días 26 y 27 de abril.

La neumonía y la diarrea juntas son las responsables el 23% de todas las muertes infantiles en el mundo entre los menores de cinco años. Afectan de manera desproporcionada a los niños pobres y marginados que a menudo viven en contextos frágiles o humanitarios, y se enfrentan a múltiples riesgos como la inseguridad alimentaria y la falta de acceso a una atención sanitaria de calidad, agua potable y saneamiento. Estas dos vacunas son la clave para impulsar reducciones relevantes de la mortalidad infantil. La prevención es fundamental, ya que, por ejemplo, solo el 18% de los niños con síntomas de neumonía reciben tratamiento.

La estadística es una ciencia esencial para definir los problemas de salud pública, pero es demasiado fría para transmitir el dolor de cada muerte infantil

Tomemos como ejemplo a un país presente en el Foro de Madrid: Somalia. Alberga a 288.000 niños cero dosis, necesita reducir la tasa de mortalidad infantil de menores de cinco años de 119 a 25 (casi un 500%) para alcanzar el número 3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, una meta que, no olvidemos, representa vidas. Solo con la introducción de la vacuna conjugada neumocócica y el rotavirus (que protegen frente a la neumonía y la diarrea) Somalia puede evitar 35.000 muertes infantiles de aquí a 2030. El ejemplo de este país en conflicto prolongado no es único. Estas vacunas pueden evitar la pérdida 40.000 vidas en Chad en el mismo periodo, 16.000 en Sudán del Sur o 12.000 en Guinea.

Me van a perdonar la profusión de cifras. La estadística es una ciencia esencial para definir los problemas de salud pública, pero es demasiado fría para transmitir el dolor de cada muerte infantil. Sin embargo, la magnitud de los números nos debería golpear y movilizar para salvar cada una de estas vidas. Cada muerte infantil prevenible no solo es un fracaso del sistema de inmunización, es también una injusticia que atenta contra el derecho más básico de la infancia: el derecho a la protección. Necesitamos un impulso global para llegar a los millones de niños y niñas que se quedaron atrás en los años más duros de la pandemia. Pero también para aquellos que perdieron su oportunidad antes de 2020 debido a los conflictos y otras crisis humanitarias.

Necesitamos que la Alianza para las Vacunas elimine el requisito de cofinanciación de las inmunizaciones a los países con sistemas sanitarios frágiles o en crisis humanitarias

El trienio perdido hace que muchos de estos niños cero dosis tengan ya más de un año de edad. Por eso, la combinación de esfuerzos tiene que centrarse en llegar a los niños de hasta al menos cinco años.

Para ello, Gavi debe flexibilizar su política para permitir a los países vacunar a más niños cero dosis o subinmunizados. Por lo general, Gavi provee las vacunas a un precio reducido bajo un sistema de copago en los países de renta baja y media hasta que el niño cumple un año. Cambiar la política para vacunar a niños de al menos hasta cinco años (en línea con las recomendaciones de la OMS) es especialmente crítico en los países en crisis humanitaria, donde hay grandes bolsas de niños y niñas cero dosis.

Además, necesitamos que Gavi elimine el requisito de cofinanciación a los países con sistemas sanitarios frágiles o en crisis humanitarias. Esto es especialmente importante en estados que padecen crisis complejas, con grandes bolsas de niños que nunca han recibido una vacuna a lo largo de su vida.

Si la estructura global de apoyo a los programas de vacunación no es capaz de adaptarse a las necesidades de los países con sistemas de salud más debilitados por estas crisis, los esfuerzos por recuperar a los niños cero dosis seguirán excluyendo a quienes más lo necesitan, a los más vulnerables. Todos los niños y niñas tienen derecho a la protección, sin importar su edad y donde vivan. Cualquier otro criterio contribuye a mantener la injusticia de las muertes infantiles prevenibles. Los niños cero dosis merecen más.

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