_
_
_
_
_

La crisis humanitaria de Darfur se agudiza con el estallido de la violencia

La región, feudo de los paramilitares sublevados, sufre escasez de comida, agua, electricidad y combustible después de haber sido escenario de cruentas atrocidades en 2003

Sudán
Una mujer desplazada por el conflicto de Sudán, en el campamento de Otash, cerca de Nyala, en Darfur del Sur.Europa Press/Contacto/Gregg Brekke (Europa Press/Contacto/Gregg Brek)
Marc Español

El enfrentamiento que estalló el pasado 15 de abril en la capital de Sudán, Jartum, con fuertes combates entre el Ejército y el principal grupo paramilitar de Sudán, se ha extendido a la castigada región occidental de Darfur. La violencia ha sido especialmente feroz en el oeste de la región, aunque la magnitud de la crisis es todavía difícil de calcular. Grupos locales han documentado ya cientos de muertos y heridos, miles de desplazados, y hartos casos de violaciones, saqueos, asaltos e incendios en medio de una gran escasez de bienes y servicios básicos y de una paralización casi total de la acción humanitaria.

“La situación en estos momentos es realmente difícil porque Darfur ya estaba en crisis mucho antes de que empezara esta guerra”, desliza Niemat Ahmadi, nacida en Darfur del Norte y fundadora y presidenta del Grupo de Acción de Mujeres de Darfur. “Ahora el sufrimiento se ha disparado porque ha habido combates en varias ciudades, campamentos, incluso aldeas remotas y zonas habitadas por desplazados internos”, agrega.

Darfur es la cuna y feudo de las Fuerzas de Apoyo Rápido alzadas contra el Ejército, y está inundado de armas, inseguridad y pobreza. Los equilibrios para mantener una cierta paz social son siempre muy frágiles entre repuntes constantes de violencia extrema con un fuerte carácter étnico. En el año 2003, Darfur se sumió en el infierno a raíz de una feroz ofensiva y campaña de limpieza étnica librada por unas milicias mayoritariamente árabes, a las que recurrió el exdictador Omar al Bashir para aplacar un levantamiento armado, protagonizado sobre todo por grupos no árabes, contra la represión, sectarismo, abandono y expolio de su régimen. El resentimiento es profundo, los ajustes de cuentas brutales. Y el Gobierno central ha mostrado tradicionalmente poco interés en proteger y escuchar a los locales y en abordar problemas de fondo como el reparto de tierra, recursos y justicia.

El principal foco de violencia desde entonces ha sido la capital de Darfur Occidental, El Geneina, donde se han producido varias olas de atrocidades desde 2019. Y desde que estallaron los combates entre el Ejército y los paramilitares, también El Geneina se ha llevado la peor parte. Pese a los intentos de algunos locales de mantener inicialmente la calma, la ciudad ha vuelto a sufrir un asalto a gran escala de un grupo armado árabe que fue especialmente encarnizado el 27 de abril, según la ONU.

Grupos locales documentan cientos de muertos y heridos, miles de desplazados, y hartos casos de violaciones y saqueos en medio de una gran escasez de bienes y servicios básicos y de una paralización casi total de la acción humanitaria

La embestida dejó al menos unos 200 muertos, miles de desplazados, campos y barrios calcinados, y tiendas, edificios públicos y oficinas de agencias humanitarias saqueadas. Desde entonces la violencia se ha reducido, pero continúan los ataques, y los locales están teniendo que hacer frente a las renovadas hostilidades con una gran escasez de productos y servicios básicos. Este martes, un comité de médicos local consideró “insólito” el último asalto a El Geneina, y advirtió del “colapso total” de su sistema sanitario.

“En Jartum y en otras zonas hay víctimas civiles alcanzadas por el fuego cruzado, mientras que en Darfur se trata del carácter sistemático de los ataques [de las milicias] contra la población civil, en concreto contra los indígenas africanos”, considera Ahmadi.

Aunque menos intensos que en El Geneina, otras zonas de Darfur también se han visto golpeadas en las últimas semanas. En la capital de Darfur Norte, El Fasher, los combates iniciales se pudieron frenar gracias a una tregua mediada por un grupo de personalidades influyentes de la zona, según explica Ahmed Gouja, un defensor de derechos humanos en Darfur Meridional. Y en los últimos días, al menos los centros médicos de la ciudad han podido volver a abrir. Un arreglo similar se ha logrado en Zalingi, capital de Darfur Central, y en Nyala, de Darfur del Sur.

Al menos 17.000 personas se han desplazado de Al Fasher y otra ciudad de Darfur Norte debido a los combates, mientras que de Nyala han sido como mínimo 37.000. Desde El Geneina la cifra es difícil de calcular, pero más de 3.500 personas han cruzado a Chad
Organización Internacional para las Migraciones

Miles de refugiados

Aun así, el drama humanitario que está comportando el conflicto actual es patente: desde el 15 de abril, la Organización Internacional para las Migraciones calcula que al menos 17.000 personas se han desplazado de Al Fasher y otra ciudad de Darfur Norte debido a los combates, mientras que de Nyala han sido como mínimo 37.000. Desde El Geneina la cifra es difícil de calcular, pero más de 3.500 personas han cruzado a Chad.

Gouja apunta además que el estallido de los combates entre el Ejército y los paramilitares se ha traducido en que muchos grupos armados y milicias locales estén aprovechando el caos y se estén movilizando para atacar ciudades y saquear todo lo que se encuentran. Además, el activista nota que la falta de seguridad es especialmente evidente en las carreteras, donde estos grupos armados campan a sus anchas. Solo en Nyala, señala, hay unos ochos grupos armados activos. “No hay Estado, la situación es tremendamente frágil”, alerta.

Esta situación de inseguridad y la destrucción de infraestructuras clave como aeropuertos representan un problema de primer orden para enviar productos de primera necesidad a la región, incluida comida, que está subiendo rápidamente de precio. También suministros médicos básicos para reactivar y reabastecer la red de hospitales y clínicas de la región.

“La vida se está volviendo dura; es más difícil que antes de la guerra”, nota Gouja, “y esto provoca una matanza muy silenciosa: la gente se muere de hambre”. El sudanés dice, además, que en el contexto actual no está claro cuándo se podrá reanudar la asistencia humanitaria. “Todo el sistema [de ayuda] de antes de la guerra se ha destruido”, comenta.

Grandes organizaciones de ayuda humanitaria internacional, como la Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras y el Programa Mundial de Alimentos, han asegurado en los últimos días que están preparadas para reanudar o ampliar su acción en las zonas más afectadas de los combates, lo que incluye Darfur. Pero para hacerlo necesitan contar con garantías de seguridad, lo que está demostrando ser un obstáculo mayúsculo.

Ahmadi comparte la preocupación de Gouja, y anticipa que, si no se puede actuar pronto, la catástrofe humana que asolará en Darfur va a ser incalculable: “Ahora la gente está recurriendo a la ayuda mutua, pero de cara al futuro, si la situación continúa así, la gente se quedará incluso sin lo que tiene ahora mismo para compartir”.

Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_