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Noticias en suajili y series comunistas: así ha conquistado China el espacio mediático en África

El gigante asiático compite por implantar sus propias narrativas globales en el continente mediante una presencia masiva en radio, televisión, periódicos, internet y hasta culebrones

Dos hombres instalan una antena de la empresa china StarTimes en el marco del Proyecto de Acceso a la Televisión Satelital para 10.000 Aldeas en África. Imagen promocional de StarTimes.Vídeo: EPV

Una antena parabólica naranja reluce en una aldea de West Pokot, un condado rural en el este de Kenia con una densidad de población de 74 habitantes por kilómetro cuadrado. Los técnicos de StarTimes, una empresa china de medios de comunicación que opera fundamentalmente en África, llegaron un día a la localidad para cumplir con el mandato que les había encomendado el Gobierno de Pekín: poner en marcha el Proyecto de Acceso a la Televisión Satelital para 10.000 Aldeas en África. El presidente del gigante asiático, Xi Jinping, se había comprometido a implantarlo en diciembre de 2015 durante la cumbre del Foro de Cooperación China-África celebrada en Johannesburgo (Sudáfrica).

“Se presentaron un día los chinos en West Pokot con 30 antenas, y empezaron a buscar a los líderes de los pueblos para decirles que iban a instalar una antena con una placa solar y un descodificador”, describe Dani Madrid-Morales, coautor del libro Desinformación en el Sur Global (Willey Blackwell, 2022) y doctor en la Universidad de Sheffield (Reino Unido), que comprobó de primera mano en Kenia la ejecución de un proyecto que se ha llevado a cabo “en una veintena de países africanos”.

El caso de West Pokot, donde las antenas permitieron el acceso a contenidos internacionales —incluidos canales chinos—, es solo un ejemplo de cómo Pekín compite por conquistar el espacio informativo e implantar sus propias narrativas globales, una tarea que se disputa en África con Rusia y Francia, y, en menor medida, con Estados Unidos y Reino Unido. Sin embargo, la dimensión de la expansión mediática de China en el continente no tiene paragón, con presencia en radio, televisión, internet, agencias de noticias, periódicos y en espacios de entretenimiento. “Xinhua [la agencia estatal de noticias china] cerró su oficina en París y la trasladó a Nairobi [capital de Kenia] y no hay ningún medio de comunicación que tenga tantos periodistas en África como la televisión pública China [CCTV]”, detalla en una entrevista telefónica con EL PAÍS Madrid-Morales, que ha participado recientemente en un acto en Casa África para presentar sus investigaciones sobre desinformación.

El presidente chino Xi Jinping y su homólogo sudafricano, Jacob Zuma, durente el Foro de Cooperación China-África, celebrado en Johannesburgo el 4 de diciembre de 2015.
El presidente chino Xi Jinping y su homólogo sudafricano, Jacob Zuma, durente el Foro de Cooperación China-África, celebrado en Johannesburgo el 4 de diciembre de 2015.Anadolu Agency (Getty)

Según un informe de 2020 de la Federación Internacional de Periodistas, “China ha creado una estrategia sofisticada y sistemática para integrarse en el panorama mundial de noticias y construir un discurso poderoso más allá de sus fronteras”. Esta estrategia ha sido paralela en África al aumento de las inversiones de Pekín, principal socio económico del continente desde 2008 —el traslado de la oficina de Xinhua de París a Nairobi se produjo precisamente dos años antes—.

“África desempeña un papel central en la estrategia mediática global de China”, confirma Joshua Kurlantzick, investigador del centro de análisis estadounidense Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores), que publicó el pasado diciembre el libro Beijing’s Global Media Offensive: China’s Uneven Campaign To Influence Asia and the World (La ofensiva mediática global de Pekín: la campaña desigual de China para influir en Asia y en el mundo, Oxford University). “Mientras que la imagen de China se ha vuelto negativa en muchas partes del mundo, todavía disfruta de una opinión bastante cálida entre el público africano”, apunta Kurlantzick, que subraya que Pekín no solo se ha expandido en el continente a través de sus medios estatales, sino que también “está muy involucrada en la construcción de las tuberías de la información, como los cables, o las redes 5G”.

Aunque es imposible cuantificar este esfuerzo, un análisis de 2021 del Instituto Reuters desveló que Pekín gastó “unos 6.600 millones de dólares [6.090 millones de euros] desde 2009 para fortalecer su presencia global en medios” y que para ello “emplea tácticas inusuales como proporcionar contenido de forma gratuita, pagar suplementos completos en periódicos extranjeros respetados y lanzar acuerdos de cooperación bilateral con los medios de comunicación locales”.

El consorcio chino con la prensa local es, precisamente, uno de los puntos clave. “China utiliza cada vez más los idiomas locales y se ha vuelto muy hábil a la hora de participar en debates y en cooperar con los medios de comunicación y periodistas locales”, explica Ivana Karásková, fundadora de Map Influence y China Observers, dos organizaciones que investigan la influencia política y económica de Pekín. Por ejemplo, los canales para el este de África son en suajili o en inglés, pero también publican en yoruba, hausa o zulú. Y el hecho de que muchos de esos contenidos sean proporcionados de manera gratuita o a muy bajo precio multiplica su expansión porque muchos medios africanos pequeños “dependen de la información que les da China”, ante la imposibilidad de afrontar el coste del servicio de otras agencias internacionales.

No hay ningún medio de comunicación que tenga tantos periodistas en África como la televisión pública Chin
Dani Madrid-Morales, experto en desinformación y doctor en la Universidad de Sheffield

El último informe de Freedom House sobre China subraya la trascendencia de la dependencia que tienen los medios de comunicación africanos de Xinhua: “La asociación entre un proveedor [de noticias] chino y una agencia de noticias local se ha convertido en una vía crucial para la difusión de contenido a gran escala”. Según la investigación de esta organización que analiza la libertad de prensa, “en países tan diversos como Ghana, Italia, Sudáfrica e Indonesia, los servicios de noticias influyentes usaban regularmente el contenido de Xinhua, que luego era recogido por otros medios”. Dani Madrid-Morales corrobora estas conclusiones con una investigación propia: “Un total de 120 noticias de 160 publicadas por el periódico ugandés The Independent sobre la guerra en Ucrania procedían de Xinhua”. “Y cuando uno informa sobre la guerra en Ucrania desde la perspectiva china, el resultado puede ser diferente”, añade.

El alineamiento africano con China

Las consecuencias de la presencia mediática de China en África son palpables. “El 75% de los etíopes piensan que la guerra en Ucrania es culpa de la OTAN”, de acuerdo con los resultados de una encuesta realizada por el equipo de Madrid-Morales en el país africano. Aunque es difícil responsabilizar del resultado exclusivamente a Pekín. Según el experto, “a veces los rusos quieren difundir una noticia, los chinos la traducen a los idiomas locales y otro medio africano termina publicándola, porque, además, se la ofrecen gratis”.

China utiliza cada vez más los idiomas locales y se ha vuelto muy hábil a la hora de participar en debates locales y en cooperar con los medios de comunicación y periodistas locales
Ivana Karásková, fundadora de Map Influence y China Observers,

Otro de los efectos es el alineamiento de los países africanos con Rusia o China en las votaciones de la Asamblea General de Naciones Unidas. Por ejemplo, el pasado 6 de octubre, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU rechazó la apertura de un debate sobre las violaciones de derechos humanos de China en Xinjiang contra la minoría musulmana uigur por 19 votos en contra, frente a 17 a favor y 11 abstenciones. De los 13 países africanos que forman parte de este organismo, ocho se posicionaron en contra, cuatro se abstuvieron y solo uno, Somalia, votó “sí”.

En el caso de la propaganda china “se ha observado una estrategia de secuestro de hashtags [palabras clave para buscar contenidos en redes sociales]”, abunda Ivana Karásková. “Si alguien busca #Xinjiang, puede encontrar mucho contenido producido por cuentas afiliadas al Estado chino” que a menudo ofrecen una visión más amable de Pekín, como “uigures sonrientes y bailando en Xinjiang”.

También la presencia de medios chinos en prácticamente todo el continente ayuda a contrarrestar la información negativa sobre el gigante asiático. Cuando estalló la pandemia de coronavirus, la empresa china StarTimes, responsable de la expansión de la televisión digital en gran parte de África, creó un programa específico para informar sobre la covid desde la perspectiva china. “Era un vídeo de unos 10 minutos de noticias sobre la pandemia que ofrecían gratuitamente y se emitía en hora punta, cuando la gente estaba viendo la telenovela”, explica Madrid-Morales, que aclara que no eran exactamente mentiras aunque sí informaciones pasadas por el “sesgo chino”.

Esta omnipresencia china es una de las grandes diferencias entre la propaganda de Pekín y Moscú: las actividades rusas son clandestinas y encubiertas, más centradas en la difusión de mentiras a través de cuentas falsas de redes sociales y circunscritas especialmente al Sahel, donde se disputa con Francia el control del espacio mediático, mientras que China no se esconde de su función propagandística.

No obstante, la influencia de los actores extranjeros como China es especialmente intensa en el intento de expandir su propia visión del mundo, pero menor en las campañas de desinformación en periodos electorales, considera el investigador keniano Odanga Madung, especialista en análisis de datos. “Las personas detrás de las campañas de desinformación dentro de África en elecciones tienden a ser partidos políticos; en segundo lugar, fanáticos de los políticos” y solo en tercer lugar “operadores extranjeros”, analiza.

El éxito de las series chinas

El Gobierno chino expande su influencia más allá del espectro informativo. La empresa StarTimes, por ejemplo, ha comprado los derechos de las ligas europeas en muchos países africanos para atraer a sus canales a gente que le interesa el fútbol. Pero más allá del deporte, Pekín ha redoblado en los últimos años la apuesta por llevar su visión del mundo a todos los rincones del globo a través de series producidas para televisión e Internet, las cuales se han convertido en una “importante fuerza para construir un nuevo patrón en la comunicación internacional”, asegura un informe de la Administración Nacional de Radio y Televisión de China sobre la distribución internacional de series chinas publicado en noviembre. Los seriales del gigante asiático llegan ya a más de 200 países y regiones, su venta al extranjero alcanzó ya en 2021 niveles prepandémicos y su volumen de exportación ascendió a 56,83 millones de dólares (52.14 millones de euros), un incremento interanual del 118%. En 2021 se pudieron ver 714 telenovelas chinas fuera del país, más de 30.000 episodios y unas 25.000 horas, según el informe.

Asia, con en torno a un tercio de las exportaciones, es el principal mercado, y Japón y Corea del Sur los primeros clientes. Mientras, África y Oriente Medio son catalogados como “mercados emergentes”. Pekín se ha servido de un programa de cooperación específico para la promoción de proyectos chinos en África, con millones de yuanes de dinero público dedicado a partidas como el doblaje de ficción de la potencia asiática. “Las telenovelas chinas han entrado en miles de hogares de África, jugando un rol importante en moldear una imagen creíble, amable y respetable de China”, dice el informe. “Las series de época y modernas han ganado un grupo de fans africanos”.

El documento destaca la difusión internacional de series como El pueblo Minning, estrenada en China en 2021, con motivo del 100º aniversario del Partido Comunista de China, y ambientada en los noventa del siglo pasado. La ficción relata la historia de un grupo de inmigrantes interiores que han de construir su nuevo hogar de la nada. Con un trasfondo de lucha contra la pobreza y el desarrollo —temas centrales para la legitimidad de Pekín—, los protagonistas son el pueblo y los cuadros locales del Partido, que se esfuerzan por salir adelante. Uno de sus últimos estrenos fue en diciembre, en Egipto, doblada al árabe, un país donde la mediación de la Embajada china ha sido clave para la expansión de los productos televisivos.

Estudiantes africanos en la Universidad de Jiangsu (China) participan en una danza del dragón durante un festival de primavera, en febrero de 2021.
Estudiantes africanos en la Universidad de Jiangsu (China) participan en una danza del dragón durante un festival de primavera, en febrero de 2021.TPG (Getty)

Dentro de esta diplomacia de softpower de emplear medios culturales para influir en las decisiones internacionales, Pekín ha fomentado los programas de formación de periodistas africanos en universidades chinas. “Pekín pone más énfasis en programas de capacitación para periodistas africanos que para periodistas de muchas otras partes del mundo”, explica Joshua Kurlantzick, que piensa que es una táctica no solo para mejorar la imagen de China en África sino también para dotar de más credibilidad a los medios estatales chinos, contratando a periodistas africanos.

Según el informe de Freedom House sobre China, en Nigeria, “un periodista que había viajado a expensas del Gobierno chino fundó posteriormente el Centro de Prensa África-China”. También en Nigeria, que es según la organización uno de los países africanos con mayor influencia china, “los medios cuyos editores tenían una relación con la Embajada china tendían a suavizar la escritura de los reporteros cuando producían artículos desfavorables”.

Porque el softpower funciona. Madrid-Morales comprobó de primera mano que muchas de las antenas naranjas que instalaron para el proyecto de las 10.000 aldeas africanas dejaron de funcionar pasado un tiempo, pero “la imagen que le quedó a los vecinos es que China viene y hace cosas buenas por África”.

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