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Afectados por el terremoto en Siria relatan su desesperación: “He perdido a mi esposa y mis tres hijos. Mis sentimientos no se pueden describir”

En el noreste del país, una de las zonas más afectadas, con más de 1.900 fallecidos y casi 3.000 heridos, los rescatistas se afanan en encontrar heridos mientras los afectados claman por ayuda para obtener cobijo y alimentos

Mahmoud Aborass y Okba Mohammed
Idlib | Madrid -
Dos hombres sirios junto a un edificio destruido en una zona inundada, tras el colapso de una presa en el río Orontes, cerca del pueblo de al-Tulul, en la provincia de Idlib.
Dos hombres sirios junto a un edificio destruido en una zona inundada, tras el colapso de una presa en el río Orontes, cerca del pueblo de al-Tulul, en la provincia de Idlib.ABDULAZIZ KETAZ (AFP)

Las esperanzas por encontrar supervivientes bajo los escombros se atenúan cada hora que pasa en las zonas afectadas por el terremoto en Siria. En el país, el número de fallecidos sobrepasa las 3.300 personas y los heridos superan los 5.000. Pero las tareas de rescate no cesan. Solo en las áreas de Idlib y parte de la provincia de Alepo, en el noroeste, el balance de víctimas mortales es de 1.970, además de 2.950 lesionados, según el último recuento ofrecido este jueves por los Cascos Blancos, un grupo de rescatistas que opera en las zonas opositoras al Gobierno de Bachar el Asad. Desde allí, el periodista Mahmoud Aborass comparte los relatos de quienes han perdido a sus parientes y sus hogares. Todo. Así describen cómo fueron los primeros momentos del temblor y la desolación en la que viven ahora.

Saeed Abu Mohamed, ciudadano sirio residente en Sarmada, en la zona de Idlib

“Cuando comenzó el terremoto, estábamos en la casa. El sonido fue más aterrador que la sacudida, los cristales comenzaron a caer sobre nosotros. Mi esposa, mis hijos y yo salimos corriendo a la calle para salvar la vida.

En la calle, con mucho frío y oscuridad, empezamos a seguir las noticias a través de los grupos de Defensa Civil en la aplicación de WhatsApp. Es la única forma para informarnos. Y escuchamos las desgarradoras noticias sobre la caída de edificios sobre la gente. Fuimos corriendo a ayudar y nos sorprendió el horror de la escena: edificios enteros se derrumbaron completamente sobre sus residentes, la mayoría desplazados de varias gobernaciones sirias.

La situación es muy difícil e insoportable. Los equipos de Defensa Civil han llegado los primeros y están trabajando continuamente, también otras organizaciones humanitarias y civiles, para sacar a la gente de debajo de los escombros, pero el alcance del daño y la catástrofe que azotó a la región es muy grande”.

Fouad Azmarin, residente en el norte de la provincia de Idlib, ha perdido a su esposa e hijos

“El seísmo sucedió en la madrugada, estábamos dormidos. No estábamos prevenidos de que esto podría suceder. De repente, el suelo tembló y los edificios comenzaron a caer. Traté de gritarle a mi familia y corrí hacia la calle. Corrí rápido, algunos logramos llegar afuera y otros quedaron atrapados debajo del edificio. He perdido a mi esposa y tres hijos, además de mi hermano, su esposa y sus hijos. Y estoy esperando que el resto de mi familia sea sacado de debajo de los escombros. Nuestros sentimientos en estos días no se pueden describir, la situación es muy trágica”.

Voluntarios de los Cascos Blancos trabajan para sacar de los escombros a víctimas y personas atrapadas bajo un edificio residencial derrumbado en la ciudad de Sarmada, al norte de Idlib.
Voluntarios de los Cascos Blancos trabajan para sacar de los escombros a víctimas y personas atrapadas bajo un edificio residencial derrumbado en la ciudad de Sarmada, al norte de Idlib. Mahmoud Aborass

Samer Al Ahmad, un desplazado de Hama, en la zona de Harem, en el norte de Idlib

“Estábamos durmiendo cuando empezó el seísmo, inicialmente esperábamos que fuera un simple temblor como los que estamos acostumbrados. Pero los edificios empezaron a derrumbarse a nuestro alrededor y salimos a la calle sin nada. Mucha gente había quedado atrapada bajo los escombros.

Las calles están llenas de personas sin hogar como yo. La gente no sabe adónde irá. La mayoría de ellos perdieron a sus familiares e hijos. Esperamos que las organizaciones humanitarias y los organismos internacionales nos ayuden. Ahora necesitamos de todo tipo de asistencia, desde proporcionar refugio, alimentos y asistencia médica, ropa y reconstruir las casas. Perdimos todas nuestras posesiones, no nos queda nada que podamos usar. El terremoto destruyó todo”.

Este miércoles, llegó un equipo técnico de rescate de Egipto, y el jueves ha llegado el primer convoy de alimentos y productos de primera necesidad al noroeste de Siria, una de las zonas más afectadas, aunque no incluye recursos para los equipos de rescate, según Monir Al Mostafa, subdirector de los Cascos Blancos. Por su parte, el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, ha asegurado este jueves que España no diferencia entre víctimas turcas y sirias, “independientemente de la calificación o el aprecio que nos pueda merecer su régimen”. Y ha anunciado que se va a ayudar a los dos países, de tal modo que se enviará a Turquía el hospital de campaña START de la Agencia de Cooperación Española (Aecid), con capacidad quirúrgica; y se han activado convenios por 1,5 millones de euros con las ONG que trabajan en Siria. “Según vayamos analizando las necesidades, se irá ampliando lo que haga falta tanto en uno como en otro lado”, ha añadido Albares en el Congreso de los Diputados.

Los sirios se ayudan mutuamente

Abdullah Al-Suwaid es director de la oficina del Equipo de Voluntarios de Moolham en Idlib. “Antes del terremoto, ya había muchos edificios agrietados y caídos por los bombardeos. Los Cascos Blancos, junto con pequeñas organizaciones locales, comenzaron a responder desde el primer momento, pero la escala del desastre es mayor de lo que pueden abarcar, se requiere una gran intervención internacional”, reclama.

Y sigue: “Recibimos donaciones con lo que apoyamos el trabajo de los Cascos Blancos en la búsqueda de desaparecidos y atrapados bajo los escombros. Además, compramos combustible para más de 50 hospitales en el norte de Siria, para los generadores de electricidad, ya que no hay en la región. Tratamos también de conseguir medicamentos para distribuirlos a los centros sanitarios, y alimentos para los afectados”.

El periodista Ayman Abu Noqtah relata que se han comenzado a organizar recolectas de fondos entre la población local. Las donaciones de los vecinos de Daraa, en el sur del país, y de sirios en la diáspora sirven para ayudar a los afectados en las regiones del noroeste. “Aquí estamos abandonados”, lamenta. “La respuesta en las áreas fuera del control del régimen sirio es muy lenta”, continúa. “Las donaciones muestran, una vez más, el carácter solidario del pueblo de Siria”. Pero, por otro lado, que estas sean necesarias “expone la traición internacional hacia las áreas fuera del control del régimen sirio”, opina.

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