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Entre el rechazo y la distancia: la lucha de Malaui contra la poliomielitis

Aunque las brigadas de vacunación para erradicar este virus establecen nuevas estrategias para combatir su avance, los organismos nacionales e internacionales chocan con el repudio de las comunidades locales más alejadas

Mambo Santa, activista del centro de salud del campo de refugiados de Dzaleka, situado en el distrito de Dowa, a unos 40 kilómetros de Lilongüe, la capital de Malaui, visita las casas de los vecinos para informar sobre los mecanismos de prevención de la poliomielitis, una enfermedad altamente infecciosa, paralizante y, en ocasiones, mortal, que se puede evitar con una vacuna. El Ministerio de Salud de Malaui, coordinado con Unicef, ha trabajado en la inmunización de los niños de cero a cinco años contra la poliomielitis salvaje tipo 1 en todo el país.DIEGO MENJIBAR
El 12 de febrero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó sobre un brote de poliomielitis salvaje tipo 1 tras la detección de un caso en un niño de Lilongüe, la capital del Malaui. Durante las 24 horas posteriores a la notificación, el Gobierno declaró la Emergencia de Salud Pública y se activó el Centro de Operaciones de Emergencia para atender el brote de poliomielitis. Malaui llevaba desde el año 2002 sin reportar casos, y los dos únicos lugares donde la poliomielitis sigue siendo endémica son Afganistán y Pakistán. En la imagen, un grupo de activistas, entre ellos Mambo Santa, camina por el campo de refugiados de Dzaleka.DIEGO MENJIBAR
Una madre espera a que su hijo sea vacunado contra la poliomielitis en el campo de refugiados de Dzaleka. Según los datos del Ministerio de Salud, durante las tres primeras campañas, el objetivo era alcanzar a 2,9 millones de niños. Durante la cuarta ronda, el objetivo pasó a ser de 3,6 millones.DIEGO MENJIBAR
Una madre sostiene a su hijo mientras es vacunado contra la poliomielitis en el campo de refugiados de Dzaleka. Este virus, que se transmite de persona a persona por la vía fecal-oral (ingestión de alimentos o agua contaminados) y guarda una estrecha relación con las malas condiciones higiénicas y de saneamiento del entorno, puede entrar al sistema nervioso central, infectar la médula espinal, producir parálisis y atrofia muscular, e incluso ser mortal.DIEGO MENJIBAR
El papel de los líderes religiosos y jefes tradicionales ha sido esencial para la ejecución de la campaña de vacunación. El pueblo considera a estas personas como autoridades y Unicef, junto al Ministerio de Salud, ha colaborado con ellos para cumplir su objetivo de no dejar a ningún niño sin vacunar. En la imagen, Joseph Banda, el líder religioso del distrito de Dowa. Según sus propias palabras, la vacunación no va en contra de sus creencias, sino todo lo contrario: "es un tema de salud primordial".DIEGO MENJIBAR
El líder tradicional de Bembeke, en el distrito de Dedza, y su mujer, han ayudado a movilizar a las personas de su comunidad para que se vacunen contra la polio. En su zona, son líderes de opinión muy respetados y al involucrarlos se incrementan las expectativas de llegar a un número más grande de gente.DIEGO MENJIBAR
En Malaui hubo muchas personas que rechazaron la vacuna, ya que no se informaba a las comunidades a través de los jefes locales. Esto hizo que apareciera la figura de los "movilizadores sociales", que son vecinos de la misma comunidad, lo que evita la desconfianza y promueve la aceptación de la vacuna. En la imagen, los equipos de Unicef y del Ministerio de Salud se encaminan hacia una comunidad que rechaza la vacunación.DIEGO MENJIBAR
Una banda de música canta canciones para promover la sensibilización contra la poliomielitis en Mulanje, una ciudad del sur, junto a la frontera con Mozambique, estrategia que ya fue utilizada durante la campaña de vacunación de la covid-19. También emplean teatro y poesía para atraer la atención de la comunidad.DIEGO MENJIBAR
Durante una visita a una aldea en el sur de Malaui llamada Naluso, el Comisionado del Distrito de Mulanje, Stillinchi Mwambiwa, vacuna a los hijos de Naomi Phiri (a la derecha). Mwambiwa dice que quiere ser un ejemplo de liderazgo y va a las comunidades para solucionar el problema del rechazo a la inmunización.DIEGO MENJIBAR
Un niño muestra su mano tras recibir la vacuna y el marcado. Se pinta la uña del dedo meñique con rotulador permanente, además de registrarlo sobre papel y sobre la aplicación online de Unicef, para que no pueda ser vacunado de nuevo durante esa ronda. En Naluso, lugar donde fue tomada esta fotografía, cuatro hogares rechazaron la vacunación.DIEGO MENJIBAR
En la imagen, una miembro del equipo de Naciones Unidas escribe con tiza en una puerta: “R4/22/Ok”. Arriba todavía se puede apreciar escrito “R3/22”. Los equipos de vacunación marcan así las puertas de los hogares para identificar que durante la Ronda 4 (R4) esa familia ya fue vacunada. Según los datos recopilados durante la campaña, en la ronda 1 y 2 se alcanzó el 102% del objetivo; en la ronda 3, el 105%; y en la ronda 4, el 99%. Cuenta el doctor Sethy que es muy importante vacunar, al menos, al 95% de los niños para erradicar el virus. Entre un 80% y un 85% de la población necesitaría vacunarse para que la inmunidad colectiva funcione.DIEGO MENJIBAR