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Bisila Bokoko: “Cuando fui por primera vez a África me di cuenta de que yo era como los demás”

La fundadora del African Literacy Project quiere ofrecer más acceso a libros en el continente, manteniendo como premisa la importancia de la solidaridad

Bisila Bokoko
Bisila Bokoko, empresaria española con iniciativas de bibliotecas en diferentes países de África, en All in One de la Caixa, en Madrid, el pasado miércoles.Samuel Sánchez
Irene Vega Medina

Al entrar en una de las salas de reuniones del edificio All in One de Caixabank en Madrid, Bisila Bokoko (48 años) llena la habitación de la fragancia dulce de su perfume. Es una mujer que rezuma elegancia, tranquilidad y amabilidad. Valenciana de nacimiento, hija de padres de Guinea Ecuatorial, Bokoko ha creado un proyecto llamado African Literacy Project. A través de la iniciativa se ha podido mantener en constante comunicación con el continente y le ha permitido distribuir libros a miles de niños, que de otro modo no habrían tenido oportunidad de leerlos. Acaba de estar en Kenia y llegó a Madrid el lunes. Cuando acabe varios asuntos pendientes en España, viajará a Alemania y “en algún momento” volverá a Nueva York, su ciudad desde hace 22 años. Aunque ahora está en “los meses complicados”, siempre intenta cuadrar su apretada agenda con la de sus hijos. Está emocionada porque hayan contado con ella para presentar Mujeres de ébano, donde la periodista Raquel Rodríguez pone en valor el trabajo y vida de varias mujeres del África subsahariana. “Me siento como una superestrella”, dice Bokoko con brillo en los ojos.

Pregunta. ¿Cuándo visitó África por primera vez?

Respuesta. No fui hasta los 35 años y fui a Ghana. Ahí me di cuenta de que yo era como los demás. Todo el mundo era negro, como yo. Fue un sentimiento muy fuerte. Me vi reflejada en todo el mundo. También me di cuenta de que la única diferencia era que yo había tenido acceso a una educación privilegiada.

Siempre era la única niña negra en todos los colegios. Los niños se reían de mi nombre, en ocasiones no se querían sentar conmigo

P. ¿Cómo fue crecer en Valencia en los años ochenta?

R. Ha sido un camino de rosas con espinas. En realidad tenía muchísimos problemas de identidad. En aquella época no había diversidad, no había negros. Siempre era la única niña negra en todos los colegios. Los niños se reían de mi nombre, en ocasiones no se querían sentar conmigo. Los profesores no estaban preparados para todo eso, no sabían cómo gestionar este tipo de circunstancias. Pero tuve unos padres que me transmitieron ese orgullo por quién era. La infancia fue complicada y difícil. Y la adolescencia no fue mucho más fácil. En ese momento quieres contar con la aprobación externa y yo no la tenía. Mis padres siempre me decían: “Eres negra y mujer, y siempre tendrás que lidiar con eso. Tu vida no va a ser fácil, pero rendirse nunca es una opción”.

P. ¿Cómo ha sido su relación con Guinea Ecuatorial?

R. Al país de mis padres fui por primera vez en 2011, después que a Ghana. Recuerdo pensar, otra vez, que todos éramos del mismo color. Ya vivía en Nueva York por aquel entonces y en el JKF [aeropuerto] ves a gente negra, pero también china, blanca, latina… En el aeropuerto de Malabo, y en el de la mayoría de países africanos, todos son negros. Pero, durante mucho tiempo fui una africana descafeinada, conocí el continente a través de los libros.

Durante mucho tiempo fui una africana descafeinada

P. ¿Fue eso lo que le motivó a crear el African Literacy Project?

R. Sí. Si yo conocí todo un continente gracias a los libros, ¿por qué no iban a poder hacerlo también ellos? Pero lo que más me motiva es fomentar el amor por la lectura. El lema de la Fundación es: “Con un libro nunca estás solo”.

P. Su Fundación ha instalado cinco bibliotecas en todos los países del continente donde tienen proyectos, salvo en Guinea Ecuatorial y Senegal ¿Por qué?

R. No tenemos biblioteca propia en Guinea Ecuatorial porque España donó una muy buena, y entendimos que no hacía falta. Pero la última vez mandamos 27.000 libros al país. Todas las universidades de España nos apoyaron, ha sido una de las donaciones más grandes que hemos tenido. El año que viene, además, queremos abrir una biblioteca en Senegal, que es un país con el que ya hemos tenido muchísima relación y al que hemos mandado bastantes libros porque muchos niños no tienen acceso a ellos.

P. ¿Cómo se mantiene un proyecto así?

R. En Estados Unidos aprendí, a través del colegio de mis hijos, sobre la importancia de donar. Por lo que nunca entendí esto como algo filantrópico o solidario, de organizar cenas de gala para recaudar fondos. Es más bien un proyecto personal. Si yo al año hago tanto dinero y puedo dar un 10% a esto, ¿por qué no? Lo hacía muy de estar por casa, con amigos sobre todo.

P. ¿Y cómo han ganado tracción?

R. De repente la gente empezó a venir a mí y me daban un cheque. La gente se ha involucrado porque realmente ha querido. Además, muchas personas en África empezaron a comentarlo. Los propios niños que recibían los libros fueron nuestros mejores embajadores y, gracias a eso, el proyecto se hizo más mediático. Pero no empecé con esa idea en mente.

He aprendido a sentirme en casa en todos lados

P. ¿Y ahora?

R. Digamos que se ha profesionalizado más. Andrea Guzzi es la directora y lo lleva todo en España. Éric Marson conoce muy bien el África francófona, es un escritor de libros de niños. También hay bibliotecarias que me orientan porque yo no entiendo de catalogar libros.

P. ¿Cuál ha sido su última misión con la Fundación?

R. Acabo de venir de Kenia, de nuestra biblioteca en Masái Mara, en medio de la sabana africana. Los niños me dieron un toque de atención, me preguntaron que por qué todo estaba en inglés, y que si no podía mandarles libros en suajili. ¡Qué razón tenían! Así que conseguí libros en suajili. Voy constantemente al continente.

P. ¿En qué país se ha sentido más a gusto?

R. ¡Qué difícil! He aprendido a sentirme en casa en todos lados. Si estoy en Valencia, estoy feliz. ¿En Guinea? Feliz. Es cierto que Ruanda fue uno de los que más me sorprendió. Creo que tenía demasiado en mente el país que fue en los noventa con el genocidio, pero ¿sabes? Ahora es la Suiza de África. Es un sitio súper seguro, donde la corrupción es de las más bajas de todo el continente. Pero no he estado en ningún país donde diría que no volvería. Siempre me apetece volver.

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Sobre la firma

Irene Vega Medina
Redactora en prácticas en la sección de Local desde febrero 2023, anteriormente en Planeta Futuro. Graduada en Lenguas Modernas Cultura y Comunicación, con un máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos, ambos en la Universidad Autónoma de Madrid. Cursó el máster de periodismo UAM-EL PAÍS con la promoción 2021-2023.

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