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La igualdad de Nepal está solo en el papel: “Mi padre me violó cuando le conté que era lesbiana”

Una ONG de mujeres visibiliza al colectivo LGTB en este país del Himalaya, que despenalizó las relaciones del mismo sexo en 2015

Homosexualidad en Nepal
Prakriti Shrestha en el céntrico barrio de Thamel en Kathmandu.Carmen Blanco Grijelmo

“Mi padre me violó cuando le conté que era lesbiana”, escucha al otro lado del teléfono Sarita Khatri Chhetri. Mujer bisexual de 36 años, es la directora ejecutiva de la ONG Mitini Nepal, la primera dedicada a defender los derechos de las mujeres lesbianas, bisexuales y transgénero (LBT) en Nepal. Esta es solo una de las muchas llamadas de auxilio que recibe cada semana mientras trabaja en su oficina en el corazón de Katmandú, la capital del país.

Nepal se convirtió en el primer país del Sur de Asia en despenalizar la homosexualidad tras la aprobación de la Constitución de 2015. Pero el activismo LGTBI denuncia la falta de coherencia entre las leyes y la igualdad que reza la ley fundamental. “Agresiones como las violaciones correctivas están a la orden del día, y eso demuestra que necesitamos seguir defendiendo nuestros derechos. Especialmente, las mujeres LBT”, reivindica Khatri Chhetri.

La visibilidad de las lesbianas y bisexuales en este país es mucho menor que otras orientaciones sexuales, asegura la activista. Aunque esto está cambiando. En el año 2000, cuando la homosexualidad estaba aún criminalizada, la primera pareja nepalí abiertamente lesbiana, Laxmi Ghalan y Meera Bajracharya, lideró la formación de grupos de apoyo para la comunidad. En 2005 consiguieron registrar Mitini Nepal, que en la actualidad cuenta con más de 30 trabajadores.

La discriminación que relata Khatri Chhetri es la que la llevó hace 10 años hasta esta organización. “En la adolescencia me di cuenta de que era bisexual, pero no encontraba palabras para definirlo”, recuerda. Su objetivo como parte de la ONG es doble: apoyar a mujeres en situaciones de violencia por su orientación o su identidad de género, y conseguir avances legales para el colectivo.

Agresiones como las violaciones correctivas están a la orden del día, y eso demuestra que necesitamos seguir defendiendo nuestros derechos
Sarita K.G., directora ejecutiva de la ONG Mitini Nepal

Khatri Chhetri se ha convertido en una de las voces bisexuales más importantes de Nepal, aunque esta visibilidad pública contrasta con su vida familiar. “Llevo años con mi novia, pero nunca lo he compartido con mi familia porque no lo entenderían”, cuenta. Lleva una doble vida y evita conversaciones incómodas en casa, donde vive con sus padres y su hermano. Para ellos, su novia es solo una amiga y de momento así seguirá siendo. “Luchar por los demás a veces es más fácil que luchar por una misma”, admite, con una sonrisa irónica. Según la ONG Mitini Nepal, el 53% de las mujeres LBT sufren violencia social, el 44% violencia psicológica y más del 30% violencia doméstica o de género.

Pero las mujeres lesbianas y bisexuales, además de otras identidades menos visibles, parecen abrirse paso en Nepal. “Que existan organizaciones que trabajen con mujeres LBT, que los proyectos feministas incluyan esta perspectiva o el creciente empoderamiento de las mujeres son algunos factores que nos han hecho más visibles y nos permiten avanzar”, subraya Sarita Khatri Chhetri. En cambio, asegura que las bisexuales a menudo sufren discriminación por parte del propio colectivo. “Me han llegado a decir que mi vida es muy fácil porque puedo elegir y muchas veces he temido perder a mis parejas al salir del armario como bisexual. El estigma existe dentro y fuera del movimiento”, critica.

TikTok, una escuela LGTBI

Para Prakriti Shrestha, una lesbiana nepalí de 16 años, la red social TikTok fue un salvavidas. El confinamiento fue una odisea para muchas personas del colectivo, pero este no fue su caso. En internet encontró las historias y referentes que le faltaban en los libros del colegio. “Vi que no era la única, escuché experiencias como la mía e incluso personas que celebraban ser LGTBI: eso me hizo dejar de esconderme y empezar a ser yo de verdad”, celebra.

“En una asignatura sobre salud nos advirtieron de que el VIH se produjo por relaciones homosexuales y que lo mejor era no tenerlas”
Prakriti Shrestha, adolescente nepali

Esta joven estudió en un colegio cristiano donde, afirma, nunca se habla de sexo y menos del colectivo LGTBI. Shrestha denuncia la infrarrepresentación en los contenidos educativos y la estigmatización. “En una asignatura sobre salud nos advirtieron de que el VIH se produjo por relaciones homosexuales y que lo mejor era no tenerlas”, recuerda. Shrestha sabía que lo que escuchaba era grave, pero decidió no rebatirlo. “Tenía miedo de que me llevaran al psicólogo o a alguna terapia de conversión”, asegura.

La falta de educación en la diversidad también ha hecho mella en sus compañeros. “He llegado a escuchar que si ven a una persona LGTBI le darían una paliza. Y saben que soy lesbiana”, lamenta. Eso mismo indica un estudio reciente de la ONG Mitini Nepal, en el que el 56% de mujeres LBT encuestadas afirman haber sufrido violencia.

Nada de esto ha conseguido parar a Shrestha, que no se pierde una manifestación ni duda en reivindicar públicamente su orientación sexual. Su objetivo es conseguir que las siguientes generaciones crezcan con referentes. “Mi vida habría sido mucho más fácil si hubiese habido más concienciación y visibilidad”, dice.

La urgencia de legalizar el matrimonio

La aprobación del matrimonio de personas del mismo sexo es una de las prioridades para el colectivo en Nepal. Según Khatri Chhetri, para las mujeres resulta aún más urgente. “Muchas viven con su pareja durante 20 o 30 años y se preguntan, ¿qué pasará si yo me muero o si a ella le pasa algo?”, relata. Esto se hizo evidente durante los meses más duros de la pandemia de covid. “En el confinamiento, una mujer nos pidió ayuda porque su pareja falleció y dependía económicamente de ella. Necesitamos el matrimonio para acabar con esta inseguridad”, subraya. Para las parejas de mujeres, lograr una estabilidad económica es aún más difícil: la brecha de género en este país de Asia Meridional es del 69%, según el último informe del Foro Económico Mundial.

En Nepal prevalece la idea de que el matrimonio es únicamente la unión entre un hombre y una mujer, según el informe Being LGTB en Nepal. Debido a que la vida social gira en torno a la familia, muchas mujeres tienen solo dos opciones: alejarse de su familia o casarse con alguien a quien no quieren. Nepal está entre los 20 primeros países del mundo con mayor índice de matrimonios forzados, de acuerdo con la ONG Plan Internacional.

Hace tres años, la madre de Khatri Chhetri quiso obligarla a que se casara con un hombre. Se negó. La activista espera que el Gobierno de Bidya Devi Bhandari dé luz verde al matrimonio de personas del mismo sexo, aunque reconoce que esto no acabaría con los roles y las desigualdades de género en el seno familiar. “Nepal es un país patriarcal. Solo acabaremos con la división sexual del trabajo cuando acabemos con el binarismo de género”, defiende.

Sarita Khatri Chhetri ha visto con sus propios ojos cambios en Nepal como la inclusión del tercer género en el censo poblacional, la despenalización de la homosexualidad o la celebración del desfile del Orgullo con miles de personas. Ahora confía en que el Gobierno y la sociedad nepalí estén a la altura de los cambios urgentes que necesitan las mujeres lesbianas y bisexuales.

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