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Más de 160 millones de mujeres no tienen acceso a los anticonceptivos que necesitan

El 60% de las que no pudieron usar métodos de planificación familiar viven en el África subsahariana y el sur de Asia, según un estudio de la revista ‘The Lancet’. Una cuarta parte tienen entre 15 y 24 años

Una mujer pinta el hormigón de un estanque mientras un niño tira de su ropa, en Delhi (India), en 2019.
Una mujer pinta el hormigón de un estanque mientras un niño tira de su ropa, en Delhi (India), en 2019.CATHAL MCNAUGHTON (REUTERS)
Lucía Foraster Garriga

Desde 1970, el mundo ha visto un aumento importante en el uso de anticonceptivos, impulsado por un cambio significativo del empleo de métodos tradicionales al de métodos modernos más efectivos, incluidas las píldoras orales, los DIU, o la esterilización masculina y femenina. A pesar de este incremento, 163 millones de mujeres y adolescentes que querían evitar la maternidad no utilizaron contraceptivos en 2019, según un estudio publicado esta semana en la revista The Lancet. De ellas, casi el 60% residían en el África subsahariana y el sur de Asia y 43 millones tenían entre 15 y 24 años, período crucial de la vida en el que a menudo se alcanzan un nivel de estudios y una formación. De acuerdo con los expertos consultados, el principal motivo es la falta de recursos, acompañada de una falta de voluntad política. En muchas regiones, en las que los gobiernos no priorizan la salud sexual y reproductiva, no hay proveedores ni instalaciones, y, por lo tanto, escasean los suministros de contraconceptivos.

La utilización de anticonceptivos no solo previene embarazos no deseados, sino también las consecuencias adversas de una maternidad temprana en las jóvenes y sus familias, subraya el informe Global Burden of Disease. Al permitir que las mujeres planifiquen la maternidad, la anticoncepción se asocia con reducciones en la mortalidad materna y neonatal, y consigue que permanezcan en la escuela, prosigan su educación y trabajen, lo que conduce a su empoderamiento social y económico. Por todo ello, es un objetivo clave de las iniciativas internacionales y es un indicador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Porque cuando peligra el derecho de ellas a decidir, libremente y por sí mismas, si quieren tener hijos –y también cuándo y cuántos– todo se tambalea.

Permitir que las mujeres planifiquen la maternidad consigue que estas permanezcan en la escuela, prosigan su educación y trabajen

Progreso mundial y brechas persistentes

En todo el mundo, la proporción de mujeres en edad reproductiva que empleaban métodos anticonceptivos modernos aumentó del 28% en 1970 al 48% en 2019. La demanda satisfecha subió del 55% al 79%. A pesar de esos importantes incrementos, de un total 1.200 millones de mujeres que tenían necesidad de anticoncepción en 2019, 163 millones la vieron desatendida.

Entre regiones y países, las diferencias son significativas. El Sudeste Asiático, Asia Oriental y Oceanía gozaron del mayor uso de contraceptivos modernos (65%) y demanda satisfecha (90%); mientras que el África subsahariana padeció la menor utilización (24%) y demanda satisfecha (52%). Entre países, los niveles de empleo oscilaron entre el 2% en Sudán del Sur y el 88% en Noruega. La necesidad insatisfecha fue más alta en Sudán del Sur (35%), República Centroafricana (29%) y Vanuatu (28%).

Las experiencias de Nuria, que vive en Barcelona y tiene 25 años, y Naomi Ishaku, que vive en una aldea rural del estado nigeriano de Taraba y tiene 19, no pueden ser más distintas. “Nunca he tenido dificultades para encontrar anticonceptivos, al menos condones o píldoras orales, que son los únicos que he empleado”, comenta Nuria, que lamenta, eso sí, la poca información que existe en España sobre otros tipos de métodos. A 5.500 km. al sur de la capital catalana, la situación no tiene nada que ver. “Yo quería tener un descanso de tener hijos, para que los tres que ya tengo tuvieran la oportunidad de ir a la escuela y buscar su propio futuro, pero no sabía cómo prevenir otro embarazo. Tenía poca información sobre los anticonceptivos, y ningún médico o farmacia cercana los proporcionaba”, cuenta Naomi, que no alcanza la veintena. “Si el equipo de MSI Reproductive Choices [ONG que proporciona servicios de anticoncepción y aborto seguro en 37 países del mundo] no hubiera venido, no habría tenido acceso. Gracias a la organización, pude acceder a un implante anticonceptivo de cinco años, y ahora vivo con la confianza de que estoy protegida contra embarazos no deseados hasta que desee tener otro niño”, precisa.

Naomi Ishaku, de 19 años, posa para una fotografía frente a su casa en el estado de Taraba, Nigeria, en abril de 2022.
Naomi Ishaku, de 19 años, posa para una fotografía frente a su casa en el estado de Taraba, Nigeria, en abril de 2022.Ozavogu Abdul (Arete / Ozavogu Abdul / MSI Repr)

“Sin duda, mi vida habría cambiado radicalmente si no hubiera tenido un fácil acceso a los anticonceptivos”, explica Nuria. “Habría vivido la sexualidad desde el miedo y la angustia, desde esa sensación de que estás haciendo algo malo que te puede destrozar la vida. Creo que no la habría disfrutado, sobre todo por el temor a quedarme embarazada sin quererlo”, añade la chica, que se queja de que en su círculo solo se conozcan “los condones y la pastilla”. Al igual que el uso y la demanda satisfecha, los tipos de métodos contraceptivos en uso varían significativamente según la ubicación, continúa el análisis de The Lancet. Y el predominio de métodos únicos, examina, podría indicar una falta de opciones adecuadas.

En 2019, la esterilización femenina y los anticonceptivos orales dominaron en América Latina y el Caribe; la píldora anticonceptiva oral y los condones en países de altos ingresos; y el DIU y los preservativos, en Europa central, Europa oriental y Asia central. En el sur de Asia, la esterilización femenina representó más de la mitad de todo el empleo de contraconceptivos. Además, en 28 países, más del 50% de las usuarias utilizaron un solo método, lo que indica que puede haber una disponibilidad limitada de alternativas en estas áreas. Rafael Lozano, del IHME y autor del estudio, argumenta: “La diversificación de opciones en áreas que pueden depender demasiado de un método podría ayudar a aumentar la utilización de anticonceptivos, particularmente cuando el método más usado es permanente”.

En 2019, la esterilización femenina y los anticonceptivos orales dominaron en América Latina y el Caribe; la píldora anticonceptiva oral y los condones en países de altos ingresos; y el DIU y los preservativos en Europa central, Europa oriental y Asia central

La Iniciativa de Planificación Familiar 2020 (FP2020), recuerda el informe, estableció el objetivo de aumentar el número de mujeres que emplean métodos contraconceptivos modernos en 120 millones, entre 2012 y 2020, en 69 países prioritarios. Finalmente, la cifra se incrementó en 69 millones, lo que deja a la resolución a 51 millones de alcanzar su objetivo si estos niveles se mantienen sin cambios en 2020. En este sentido, Annie Haakenstad, del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) de la Universidad de Washington y autora del análisis, explicita: “El lugar en el que vive una mujer en el mundo y su edad todavía afecta significativamente su utilización de anticonceptivos”.

Las necesidades de las jóvenes, las más desatendidas

Entre grupos de edad, las diferencias también son significativas. En comparación con otras, las mujeres y adolescentes en las franjas de edad 15-19 y 20-24 sufren las tasas más bajas de demanda satisfecha a nivel mundial, estimadas en 65% y 72%, respectivamente. Las que tienen de 15 a 24 años comprenden el 16% de la necesidad total, pero el 27% de la necesidad insatisfecha, lo que equivale a 43 millones de mujeres jóvenes y adolescentes en todo el mundo que no tenían acceso a los anticonceptivos que necesitaban en 2019.

Sobre esta situación, Haakenstad dilucida: “Las mujeres jóvenes son las que más se benefician de la anticoncepción, ya que retrasar el tener hijos puede ayudarlas a permanecer en la escuela u obtener otras oportunidades de formación y entrar y mantener un empleo remunerado. Esto puede conducir a beneficios sociales y económicos que perduren durante toda la vida de la mujer y es un impulsor esencial hacia una mayor equidad de género”.

Los métodos permanentes, como la esterilización femenina, son más propensos a ser usados por mujeres mayores, mientras que las mujeres más jóvenes y las adolescentes tienden a usar métodos de acción corta, como píldoras anticonceptivas orales o condones

Comprender qué grupos de edad tienen la mayor cantidad de necesidades desatendidas es vital, asegura el informe, para que los formuladores de políticas adapten y hagan accesibles los tipos de anticonceptivos para la población necesitada. Por ejemplo, los métodos permanentes, como la esterilización femenina, son más propensos a ser usados por mujeres mayores, mientras que las mujeres más jóvenes y las adolescentes tienden a usar métodos de acción corta, como píldoras anticonceptivas orales o condones. El estudio, una vez puestos sobre la mesa los datos, recomienda que los programas de planificación familiar consideren cómo se relacionan las necesidades desatendidas por edad y estado civil con la combinación de métodos disponibles, con tal de que puedan identificar estrategias específicas que refuercen el uso de contraconceptivos y desbloqueen sus beneficios sociales y económicos.

Anisa Berdellima, directora de evidencia e impacto de MSI Reproductive Choices, considera que para lograr un acceso sostenible y equitativo a la salud y los derechos sexuales y reproductivos, se necesita “un sistema de salud completo que brinde apoyo”. Su organización trabaja con los gobiernos para ampliar el acceso de millones de mujeres y niñas, especialmente aquellas que viven en áreas rurales pobres, donde los servicios están menos disponibles. “La anticoncepción cambia la vida”, asegura, y concluye: “Para una niña de 15 años puede significar la diferencia entre elegir el camino que toma o ver desaparecer sus esperanzas y sueños. Necesitamos actuar ahora o arriesgarnos a fallarle a toda una generación”.

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Sobre la firma

Lucía Foraster Garriga
Reportera en Sociedad y Planeta Futuro desde 2021. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Blanquerna - Universitat Ramón Llull y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Cubre temas migratorios, de género, violencia sexual y derechos humanos. Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2022 por la investigación de abusos sexuales en la Iglesia española.

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