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Columna
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No Podemos más

Iglesiasismo podría llamarse ahora una formación en la que toda la política es personal y personalista, vengativa y ofuscada

Ione Belarra Podemos
La líder de Podemos, Ione Belarra, atiende a los periodistas el miércoles durante el pleno del Congreso, reunido excepcionalmente en el Senado.Samuel Sánchez
Najat El Hachmi

No podemos más con Podemos. La que fuera nueva política ha demostrado ser como la fruta de invernadero que no madura nunca porque pasa de verde a podrida. Empezaron por enterrar definitivamente cualquier noción de clase social con sus maniqueas proclamas sobre los de arriba y los de abajo y han terminado en una trinchera de odio y venganza capaz de cargarse una propuesta, la de la subida del subsidio por desempleo, que suponía una mejora substancial para los que ellos llaman “gente”. Nota mental: no hay que fiarse nunca de quien nos masifica llamándonos “gente” o “pueblo”, es decir, rebaño que hay que pastorear a voluntad, en vez de ciudadanos. Había voces críticas que salieron escaldadas de la organización alertándonos sobre su entrismo de estilo trotskista, pero lo que se demuestra es que, si esa es la estrategia, será para favorecer a la extrema derecha y no a la izquierda. Ahora han votado con PP y Vox, pero antes ya hicieron lo que parecía imposible en 2017 o 2018: dividir el movimiento social más potente que ha tenido este país, el feminismo, despreciando su historia reciente y el saber y trabajo acumulado durante décadas por las mujeres por ellos defenestradas. Del mismo modo que anteayer se demostró que Podemos podría pasar a llamarse Todos contra Yolanda, y que lo último en lo que piensan los morados es en las consecuencias concretas que tienen sus votos en las vidas de las personas, tampoco se crean que alguna vez les importaron las mujeres asesinadas o las personas trans que tanto decían defender.

De lo que se ha tratado siempre es de una ambición particular del mandamás ahora atrincherado con sus chicas, el todopoderoso líder que se fue cargando a todo aquel que pudiera hacerle un poco de sombra. Iglesiasismo podría llamarse ahora esta formación en la que no es que lo personal sea político, sino que toda la política es personal y personalista, vengativa y ofuscada, una actitud totalitaria que nada tiene que ver con la democracia. Como la cola cortada de la lagartija, el partido que quería asaltar los cielos y se quedó en Galapagar, seguirá culebreando un rato más, el que dure esta legislatura de montaña rusa. Lo peor es que sus decisiones movidas por la inquina van a perjudicar a muchas personas. Total, los 90 euros que no van a recibir los parados será más o menos su gasto semanal de kombucha o cualquier otra ecopijada pagada con sus generosos sueldos de diputados.

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