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Anatomía de Twitter
Columna
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El peligro de generar dudas sobre el voto por correo

Usar casos aislados de fraude para cuestionar todo un modo de sufragio es la antesala de negar la legitimidad de los resultados electorales

Elecciones Barcelona
Un cartero de correos entrega los votos por correo en una mesa electoral en un colegio de Barcelona el 28-M.Albert Garcia
José Nicolás

Contaba la periodista Virginia Martínez que las redes de compra de voto por correo en Melilla están instauradas desde hace años, pero en la campaña para las elecciones del 28-M la dimensión del fraude pudo ser mayor: más del 20% de los electores había solicitado votar de esta manera —casi el doble que en los anteriores comicios— y hubo asaltos a los carteros que repartían las papeletas. La Policía Nacional detuvo en la ciudad autónoma a nueve personas, una de ellas el número tres de la lista de Coalición por Melilla.

No solo sucedió allí. También hubo investigación abierta en Murcia: Tres candidatos del PSOE de Albudeite fueron detenidos por compra de votos, entre ellos, la candidata a la alcaldía. ¿Qué efecto pudo tener? En esa localidad votaron 924 personas, la compra de 150 votos (más del 15% del sufragio) habría supuesto un vuelco en las elecciones. Y en Mojácar (Almería), donde un juez ordenó la detención de 11 personas por la misma razón: 10 que maquinaron para favorecer al PSOE y uno que quiso hacer lo mismo, pero con el PP.

Atendiendo a estos tres casos, alguien puede deducir que la compra de votos es algo relativamente frecuente, pero que ha sido en esta última campaña cuando ha estallado por el aumento inusual de las solicitudes. La policía y las juntas electorales tomaron las medidas pertinentes para frenar o invalidar los votos comprados y las elecciones se desarrollaron con normalidad. Lo que nadie esperaba era que el lunes el presidente del Gobierno anunciara la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones para el 23 de julio. La directora de Hoy por Hoy nos representó a todos con su reacción, que acabó viralizándose: seguro que jueces, policías, y los ciudadanos a los que les puede tocar ser mesa electoral también respondieron así.

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Desde el momento en que se publica en el BOE la convocatoria de elecciones es posible solicitar el voto por correo; muchos ya lo han hecho. Al celebrarse los comicios en pleno verano, es esperable que aumente el número de solicitudes. Podrían ser “las elecciones del voto por correo”, y ya hay medios que han comenzado a sembrar dudas sobre la fiabilidad de este método de votación: “¿Es seguro? ¿Tiene garantías?”, se preguntaban en El programa de Ana Rosa esta semana. Que los casos de compra de voto para el 28-M se hayan descubierto, investigado y que se hayan tomado medidas para invalidar los sobres fraudulentos y frenar la práctica da cuenta de las garantías del sistema de voto en España; ponerlo en duda es peligroso e irresponsable.

Cuestionar la legitimidad del voto por correo, como hizo Donald Trump en su día y la derecha madrileña durante la campaña de 2019, es un primer paso para, llegado el momento, negar los resultados electorales. Algo que también hicieron Bolsonaro o Trump y su principal apoyo mediático Fox News, que acabó demandada por difundir estos bulos. Apelar a un posible pucherazo es muy dañino para la democracia. Todos recordamos qué sucedió en Washington y en Brasilia tras estas estrategias, y no debería existir la posibilidad de que suceda lo mismo en la carrera de San Jerónimo.

Por el momento, para mejorar las garantías del sistema, la Junta Electoral Central estudia pedir el DNI a todos los votantes, tanto a la hora de recibir las papeletas —ya es obligatorio— como a la hora de depositar el voto en las oficinas de Correos.

Se espera una campaña electoral feroz para los comicios del 23 de julio. Ya se está viendo en los dardos que se lanzan los partidos en las redes sociales, pero también en la actitud de sus brazos mediáticos. Estaremos atentos.

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Sobre la firma

José Nicolás
Trabaja en la sección de Opinión, es uno de los encargados de sus contenidos digitales y escribe en 'Anatomía de Twitter'. Es graduado en Periodismo por la Complutense y máster en Periodismo de Datos y Nuevas Narrativas en la Universitat Oberta de Catalunya. Antes de su llegada a EL PAÍS trabajó en Onda Regional de Murcia y Cadena SER.

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