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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Inteligencia artificial

El enorme potencial de la automatización conlleva riesgos que debemos mitigar con previsión y regulación

Inteligencia artificial ChatGPT
La herramienta web de inteligencia artificial ChatGPT, creada por OpenAI.Gabby Jones (Bloomberg)
El País

El modelo de lenguaje ChatGPT, basado en el aprendizaje automático y redes neuronales profundas, ha puesto la inteligencia artificial en el debate cotidiano. Es solo el principio; en muy poco tiempo, estos sistemas cada vez más avanzados se convertirán en los asistentes constantes e invisibles de nuestras actividades sociales y profesionales, los interfaces de nuestros dispositivos, vehículos y electrodomésticos, los oráculos de nuestras decisiones, y los mediadores entre las personas y las instituciones administrativas, médicas, mediáticas y educativas. Por eso es tan crucial que consideremos los riesgos potenciales y tomemos medidas para mitigarlos antes de que se conviertan en una realidad unánime.

El potencial es innegable. Su capacidad de analizar grandes cantidades de datos y hacer predicciones ofrece una asistencia valiosa en la previsión de desastres, diagnóstico de enfermedades, gestión de recursos a largo plazo y eficiencia de los transportes. Sus habilidades descargan ya a muchos medios de comunicación del seguimiento de las fluctuaciones de la Bolsa, la transmisión de ligas menores del fútbol o la previsión del tiempo. Y sirven a la educación, ofreciendo la posibilidad de un refuerzo personalizado en materias especializadas, de las matemáticas al latín.

Pero no podemos automatizar estas funciones sin mitigar las probables desigualdades que crecerían de forma exponencial, por ejemplo, entre aquellos que conserven un acceso cada vez más privilegiado a médicos, profesores, secretarias y periodistas. La automatización de los servicios ofrece ventajas económicas a las empresas, que pueden estar abiertas 24/7 sin pagar salarios ni seguridad social. Pero constituye a la vez un riesgo para la privacidad y la atención del usuario, paciente y ciudadano. Es imprescindible establecer directrices y regulaciones claras que aseguren un principio de transparencia y rendición de cuentas en el desarrollo y despliegue de modelos automáticos, en particular en la concesión de préstamos, la atención médica, la contratación o la justicia penal. Ninguna IA puede sustituirnos ni tomar decisiones por nosotros; solo ayudarnos a decidir, diagnosticar, pensar mejor.

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Por otro lado, debemos garantizar la colaboración entre la industria, el Gobierno europeo y las instituciones académicas locales para compartir conocimientos y recursos para avanzar en el desarrollo responsable de la IA. Tenemos suficiente experiencia en la clase de asimetrías que se producirán entre aquellos con acceso privilegiado a los datos y la administración de las plataformas digitales y nuestros intereses, necesidades y pautas de regulación. Tampoco puede obviarse su elevado coste medioambiental. Entrenar modelos como GPT-3 requiere cantidades masivas de suelo, minerales, líquidos, energía y capacidad computacional, y genera cantidades industriales de residuos y gases de efecto invernadero. Hay quienes aseguran que es la clave para resolver problemas como la crisis energética y climática, pero no sabemos si esa solución será posible mientras su alto coste medioambiental sea una realidad. Debemos poner la casa en orden, antes de dejarla en manos de una inteligencia artificial.

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