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tribuna
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Gustavo Petro en la ONU: a la búsqueda de un cambio de modelo

El presidente colombiano defendió en la Asamblea General un nuevo paradigma hacia una forma de vida más solidaria y más acorde con la naturaleza

Gustavo Petro en la ONU
Petro, en un momento de su discurso en la Asamblea General de la ONU, el 20 de septiembre.AMR ALFIKY (REUTERS)

A lo largo de la historia se han pronunciado discursos memorables. Sin duda, los que más han quedado en el recuerdo cumplen tres objetivos esenciales: transmitir una idea de fondo, desarrollar argumentos convincentes y conectar con el auditorio a través de las emociones. Gabriel García Márquez, en la primera Cumbre Iberoamericana, celebrada en Guadalajara (México) en 1991; Jacques Chirac, en la Cumbre de la Tierra en Johanesburgo en 2002; y el papa Francisco, este mismo año, en su viaje a Asís, han advertido sobre la grave crisis ambiental y la necesidad de comprometerse con un cambio de costumbres y de mentalidad para hacer frente a la crisis climática.

En 1991, García Márquez, como portavoz del Grupo de los Cien, integrado por intelectuales, artistas y científicos, hizo un llamamiento para lanzar una alianza ecológica en Latinoamérica. En su discurso, denunció el abuso de los países del Norte: “Cada año se vierten millones de toneladas de desechos tóxicos en nuestras aguas, que los países desarrollados han convertido en un inmenso basurero de venenos. El 78% de estos desechos proviene de los Estados Unidos”.

Una década después, en la cumbre mundial sobre desarrollo sostenible, celebrada en Johanesburgo, Jacques Chirac, entonces presidente francés, denunció: “La casa se quema y estamos mirando hacia otro lado. La naturaleza mutilada, superexplotada, no logra reconstituirse y rechazamos admitirlo. La humanidad sufre. Sufre del mal desarrollo, tanto al Norte como al Sur, y somos indiferentes. La tierra y la humanidad están en peligro y somos todos responsables. Es el momento de abrir los ojos en todos los continentes”.

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¿Cuál fue el concepto central del discurso de Chirac? Advertir de los peligros para la humanidad y proponer cinco ejes de acción para evitar su destrucción: erradicar la pobreza con el apoyo y la solidaridad de las grandes fortunas generadas por la globalización, apostar por la diversidad biológica y cultural para salvaguardar el patrimonio común de la humanidad, cambiar los patrones de producción y consumo, utilizar menos recursos naturales y producir menos desechos de forma que se genere menos contaminación.

Veinte años más tarde, el presidente colombiano, Gustavo Petro, en su reciente intervención en la Asamblea General de Naciones Unidas, complementó estos llamamientos y reclamó un cambio en los paradigmas de desarrollo. Incluso fue más allá, al abrir la discusión sobre la necesidad de un cambio de pensamiento y de armar una política humanista, postulados que recogen las ideas del filósofo francés Edgar Morin.

En una intervención adornada de metáforas, Petro expuso las contradicciones que generan las políticas del Norte y sus efectos negativos en la región. En sus palabras sobresale la dicotomía entre el encanto de “la belleza natural” de la selva amazónica, las cordilleras, los dos océanos y las “miles de especies multicolores”, frente al veneno que destruye los campos, la represión en el marco de la guerra contra el narcotráfico y la temeridad de “un poder irracional” basado en la competencia, el dinero y el consumo. El discurso puso en evidencia la fallida lucha contra las drogas, incidiendo en el complejo uso del glifosato: para el Norte sirve para disminuir la producción de estupefacientes, pero acaba con la Amazonia, el pulmón del mundo.

Trazó así el escenario de una región con una “belleza ensangrentada” y de “las danzas de la muerte”: los latinoamericanos asesinados en el marco de la guerra contra el narco, pueblos con hambre y sed que deciden emigrar al Norte y se encuentran con muros que impiden su entrada. Con la misma vehemencia que Chirac, pero con una mirada lanzada desde el Sur, Petro no solo pidió un cambio de rumbo en la política contra las drogas, sino que fue más allá al criticar el actual modelo de desarrollo y proponer un nuevo paradigma.

Tanto Chirac como Petro enaltecieron la humanidad. Chirac aseguró que la humanidad sufre, se deben evitar los crímenes que sufre y es el momento de que se plantee una cita con su destino. Si para Petro resulta necesario salvar la selva amazónica para salvar la humanidad, el mensaje que cobra mayor fuerza se da al revisar el modelo actual, un “Frankenstein de la humanidad” que deja “actuar al mercado y la codicia sin planificar”.

Son palabras similares a las del Papa en el simposio al que acudió con jóvenes en Asís en el encuentro Economía de Francisco: “No basta con el maquillaje. Es necesario poner en discusión el modelo de desarrollo. La situación es tan grave que no podemos esperar al próximo encuentro internacional; puede que ya no sirva: la Tierra se quema hoy; es hoy cuando debemos cambiar, en todos los niveles”.

La incontrolada deforestación de la selva amazónica y una economía basada en los combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo, suponen hoy peligros reales para la humanidad. Estas ideas centran el ideario de Petro. Su obsesión es cambiar un modelo de vida basado en la posesión, la competencia y el dinero por otro solidario y más acorde con la naturaleza.

En sus palabras cobran eco las ideas que Morin desarrolla en su último libro, Réveillons-nous! (”¡Despertemos!”). Para Morin, como para Petro, es preciso reformar el pensamiento hegemónico y crear una política humanista. Ese cambio de pensamiento debe excluir las visiones simplificadoras y unilaterales. Es necesario comprender la complejidad y apostar por una convivencia planetaria y el respeto a la naturaleza. Morin destaca que una política humanista es aquella que se centre en las energías limpias que sustituyan las contaminantes como el petróleo o el carbón. Es una política del campo que disminuya el peso de la agricultura industrial y dé vía libre a la agroecología. Es una política que favorezca la producción de objetos necesarios frente a lo inútil. En resumen, incide Morin, es una política que genere mayor solidaridad, reconozca al otro y dignifique la vida de todos los seres humanos.

Las críticas que la oposición y las élites que han gobernado Colombia han hecho al discurso de Petro revelan su gran desconocimiento como mínimo de los elementos de un debate asentado de hace ya décadas. Retomando las palabras del Papa, “educar y formar constituyen las vías necesarias para pasar de un compromiso con el medio ambiente a una responsabilidad ecológica correcta”.

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