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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un velo mal puesto en Irán

La muerte de una joven en Teherán desata una oleada de protestas contra la Policía Moral y sus desmanes

Manifestación en Teherán por la muerte de Mahsa Amini
Manifestación de protesta por la muerte de Mahsa Amini, el miércoles en Teherán.EFE
El País

La muerte bajo custodia policial de una joven iraní arrestada por la denominada Policía de la Moral, tras ser detenida en la calle por no llevar el velo “correctamente”, ha desatado una oleada de protestas en diversas zonas del país, incluida Teherán, que ha conducido a su vez a la muerte de 17 personas más, según la televisión estatal iraní. El drama civil evidencia el rechazo tanto al trato que reciben las mujeres en la república islámica como el hartazgo por un sistema que bajo un armazón aparentemente democrático esconde una teocracia de marcado carácter militar.

La pasada semana, Mahsa Amini, de 22 años y procedente de la zona de Irán donde la minoría kurda es más numerosa, fue abordada en Teherán por una patrulla policial dedicada a vigilar el cumplimiento de las normas de vestimenta y comportamiento de las mujeres, de acuerdo con la ley implantada por el régimen de los ayatolás, de inspiración chií, en 1981. La infracción de la mujer fue mostrar demasiado pelo bajo el velo, motivo suficiente para su detención y traslado a un centro policial del que la joven ya no salió con vida. Según la versión oficial, Amini colapsó de pronto en comisaría. Además de las injustas normas que aplica, la Policía de la Moral es conocida en Irán por la arbitrariedad de sus decisiones y en ocasiones la violencia física en los arrestos. Las protestas se han producido en varias ciudades iraníes, especialmente en la zona kurda, pero también en Teherán. El balance final habla de las muertes mencionadas y de cientos de heridos.

No es la primera vez que se producen este tipo de retos a los ayatolás en los últimos años. En las redes sociales, las iraníes multiplican los vídeos quitándose el velo o bailando en la calle, algo que también tienen prohibido y por lo que pueden ser detenidas. El multitudinario entierro de Amini se convirtió en la condena contra un régimen islámico bajo el que ha vivido toda su vida más de la mitad de la población iraní. La vulneración de los derechos de la mujer es un capítulo dramático y atenta contra el concepto mismo de libertad ciudadana. En Teherán, cientos de hombres han empezado a protagonizar también manifestaciones al grito de “muerte a los guardias revolucionarios”, auténtico pilar del régimen y cuya influencia se extiende de forma abrumadora a los campos económico y militar.

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Es cierto que las mujeres en Irán disponen de un margen de libertad algo superior a otros regímenes de carácter suní, como Arabia Saudí, e impensables bajo la dictadura de los talibanes en Afganistán. Pero eso no rebaja en nada la humillante situación de las mujeres en Irán, a veces incluso con riesgo real de la propia vida, como en este caso. La renegociación del acuerdo nuclear y la nueva posición de Irán, gracias a la crisis energética mundial, no debería dejar sepultada la denuncia de una situación inasumible desde cualquier punto de vista.


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