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Columna
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En la terminal

Les requisamos las tijeras de manicura, el frasco de perfume, con frecuencia la sonrisa. Cuando ya son de vidrio, dejamos que se acomoden en el avión con la mascarilla puesta, el cinturón de seguridad abrochado y el asiento en posición vertical

Vista de la cabina de un avión.
Vista de la cabina de un avión.

No hace falta aleccionarlos. Todos ellos atesoran una acreditada experiencia en materia de sumisión. Basta con evitar que alguno altere en un descuido la fluencia de los cuerpos. Avanzan con educada mansedumbre por el camino previsto, consistente en una serie de tramos contiguos, transitables de manera alternativa en direcciones opuestas, lo cual les brinda el aliciente de mirarse la cara los unos a los otros. La uniformidad de comportamientos parece fraguada a espaldas de la teoría de Darwin. No bien se incorporan a la fila, depositan su caudal de paciencia en la variable eficacia de un sistema de cuya naturaleza benéfica no dudan. Tienen un destino, han pagado y aceptan con inquebrantable convicción las humillaciones más exquisitas y modernas con tal de sentirse seguros.

Llegan de uno en uno. A medida que se acercan van perdiendo opacidad. Forzados a la transparencia, llevan en la mano un documento identificativo provisto de fotografía y huella dactilar. Todos ellos son, de entrada, sospechosos, no importa de qué. De terrorismo, de narcotráfico o, simplemente, de esconder un botellín de agua en la mochila. ¿Darles explicaciones? ¿Para qué? Algunos, pobrecillos, protestan. Han esperado mucho, tienen calor. A su edad deberían saber que la libertad personal puede constituir un factor de desequilibrio. Les guste o no, deberán despojarse de las prendas de abrigo, las gafas oscuras y el sombrero. Hurgamos en sus bolsas. Si se tercia, los cacheamos en busca de un alma incompatible con la legalidad vigente. A veces les mandamos descalzarse. Los escaneamos de cuerpo entero. Les requisamos las tijeras de manicura, el frasco de perfume, con frecuencia la sonrisa. Cuando ya son de vidrio, dejamos que se acomoden en el avión con la mascarilla puesta, el cinturón de seguridad abrochado y el asiento en posición vertical. Se les denomina pasajeros.

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