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Anatomía de Twitter
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Tienes 3.748.382.627 ‘emails’

Un número aterrador de correos en la bandeja de entrada se puede convertir en un reclamo en las redes sociales, donde la tendencia del culto al trabajo se manifiesta en tóxicas frases de autoayuda

Trabajadores de una empresa postal clasifican paquetes en Navidad.
Trabajadores de una empresa postal clasifican paquetes en Navidad.Charles Rotkin (Corbis/VCG via Getty Images)

Es muy probable que ayer, al regresar a la oficina y abrir el mail, muchos encontraran un número similar al de este titular en su bandeja de entrada. La reacción ante esa avalancha de correos divide la humanidad en dos: los llamados en las redes sociales #inboxzero: gente ordenada, quizás con un poco de TOC, que no puede, no soporta, dejar mails sin leer; y los #infintyinbox, bandeja infinita, que creen que, igual que para la justicia, no hay límites para la procrastinación. Sea del tipo que sea, no le habrá hecho ninguna gracia encontrarse ese despropósito después de un largo puente.

El pasado viernes el estado de ánimo de Twitter decía: out of office (fuera de la oficina) y narraba la satisfacción de poner un aviso automático en el e-mail ante unos días de vacaciones. Hablaban de placer, se acordaban de autónomos y freelances, aquellos que nunca pueden colgar el aviso. Incluso hablaban de paz mental. Qué ilusos.

Esta acumulación de correos electrónicos que aterrorizaría a cualquiera es para algunos un regalo instagramero. Instagram orbita entre un culto desaforado por el wellness y los autocuidados y un culto desaforado por la cultura del esfuerzo y el trabajo. Todo pasado por sus filtros embellecedores. Fotos de ordenadores encendidos de madrugada, con su velita y su cuadernito, o con su gato sobre el teclado, con un comentario que aclara que el usuario está trabajando de noche, o en festivo, o en domingo. Pantallazo de una bandeja de entrada repleta de mails. Un avión a deshora.

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Esto no es más que la expresión ligera de una tendencia salvaje de las redes: divinizar el trabajo, focalizar los objetivos vitales en el dinero y el éxito. Simplificarlo todo en cuentas con tips para ser billonario (sí, billonario), para no rendirte jamás, para aceptar retos, para no tener límites. Desde aquellos anuncios que se encontraban por todo internet de los powercitos, los creadores de un máster que promete dar a sus alumnos las claves para ser emprendedores de éxito, hasta las cuentas más desquiciadas, con frases de autoayuda empresarial, que cuentan con cientos de miles de seguidores y publican trucos como “las cinco cosas que debes hacer por la mañana para tener un día poderoso”, “para dejar de ser pobre deja de hacerte el pobrecito”, “no des excusas” o “los tres pilares para que construyas tu riqueza” con una foto de Warren Buffet acompañando la frase. Justo mientras los reportajes sobre la Gran Dimisión, sobre cómo trabajar sin morir en el intento, sobre cómo dejar un empleo o no recibir mensajes laborales fuera de horario se convierten en lo más leído de los medios.

Anne Helen Petersen, una de las principales escritoras del burnout o agotamiento laboral de los mileniales —su texto original en Buzzfeed sobre la generación quemada tuvo más de siete millones de visitas—, cuyo último libro se llama, precisamente, Out of Office, titula la última entrega de su newsletter de esta forma: “Cómo nuestro sistema venga el descanso”. Copio un fragmento: “Pasé el resto de la semana lidiando con las consecuencias de tan cortas vacaciones: mi bandeja de entrada se desbordaba; estaba atrasada en todo; los perros estaban más necesitados; la lista de tareas que no terminé antes de irme todavía estaba allí, y de alguna manera había ganado poder, como un queso viejo. La frescura de un fin de semana largo se evaporó a una velocidad que fue, francamente, sorprendente. Acabé esta semana tan cansada, si no más, que cuando me fui”.

Ayer las redes replicaban, en tono de broma (pero no), el desasosiego que describía Petersen en su boletín. “Fresco, renovado y lleno de energía después del puente”, escribía Mikel López Iturriaga ilustrando su frase con una bella calavera con melena al viento.

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