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La renuncia de Movimiento Ciudadano a participar en las estatales abre dudas sobre su estrategia: ni con Morena ni con la oposición

La formación naranja cosecha éxitos, pero se mueve con sigilo y cierto desconcierto en los escenarios que no les son favorables electoralmente

Samuel García
Samuel García durante los festejos por elección a la gubernatura de Nuevo León en junio de 2021.Nayeli Cruz
Carmen Morán Breña

Movimiento Ciudadano. Cuánto tenga el partido naranja de ciudadano es discutible, pero el movimiento es innegable. Lo difícil es conocer la dirección en que se mueve. Las decisiones que toma la formación, su estrategia a corto y medio plazo e incluso su ideología aún desconciertan a los analistas. En los últimos días han anunciado que renuncian a presentar candidatos para las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México; por más guiños que les hacen desde el bloque opositor para que les acompañen en su lucha contra Morena, no acuden al reclamo; y si la pregunta es quién encabezará el cartel para optar a la presidencia de la República en 2024 tampoco hay fumata blanca por el momento. El líder de Nuevo León, Samuel García, se postuló y se despostuló. Como si fuera un espejo del partido, García cosecha éxitos, pero su juventud le permite esperar para consolidar una estrategia política, una ideología coherente y una trayectoria que le permita dar, eventualmente, un salto al poder supremo. Así está el asunto.

La presidenta del Consejo Nacional de MC, Verónica Delgadillo, describe la estrategia del partido como una andadura que va haciendo camino para “ofrecer un proyecto de país”, que les tiene ocupados en la organización de foros donde se reúne a todo aquel que tenga algo que aportar desde el campo político, intelectual, civil. Respecto a la ideología, se declaran federalistas, ambientalistas, feministas, con la paz como meta, “una socialdemocracia de derechos y libertades, de bienestar y desarrollo plenos”. Todo ello, dice, esperan “consolidarlo en 2024″. “Crecemos”, afirma Delgadillo.

Frente a la vieja política, ellos son, dice, la “otra ruta”. Siendo así, ¿no sería deseable que los electores de Coahuila y el Estado de México tengan derecho a transitarla? “Nos han acusado de ser los esquiroles de Morena y también de jugar con la alianza opositora. Ahora se va a evidenciar [en las gubernaturas de Coahuila y Estado de México de 2023] que no le hacemos el juego a nadie”, se defiende Delgadillo. El partido ha acusado al PRI de ceder el Estado de México a Morena a cambio de mantener Coahuila, y en esa supuesta negociación que sitúan en las antiguas mañas políticas justifican su retirada de ambos procesos para la gubernatura. ¿Qué pasará entonces con los ciudadanos que quieran votar naranja? “La meta es estar fuertes para 2024″, zanja la presidenta.

Pero ese movimiento no convence a todos, algunos lo ven más como una excusa para no competir en un terreno que no podrán ganar, con el consiguiente desprestigio político para una formación que ha ido creciendo en los últimos comicios. “El mayor activo de Movimiento Ciudadano es que representan la opción de oposición no contaminada por la corrupción, y quieren cuidarlo, pero rechazar la búsqueda de la gubernatura en esos dos Estados no contribuye al pluralismo que requiere la democracia”, reflexiona Humberto Beck, historiador del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México. Cree que están abandonando “la posibilidad de construir un proyecto distinto, primando el pragmatismo sobre lo ideológico”. Beck dice que eso ya está inventado, que ya hay un partido, “los Verdes, que usurpan un lugar político con fines pragmáticos”. A su parecer están perdiendo la oportunidad de presentar su programa, que es lo que confiere sentido a un partido, presentar sus propuestas. Es lamentable que no presenten candidatos, no es justo con los electores”, afirma.

En un platillo de la balanza está esa responsabilidad con los ciudadanos y en el otro el desgaste que pueda suponerles una derrota significativa que arriesgue su imagen como partido emergente. Ellos habrán echado sus cuentas. Porque aunque el partido pueda considerarse joven, algunos de sus líderes, como el jefe, Dante Delgado, llevan en la política décadas y ya se les supone con el suficiente colmillo para diseñar el mejor rumbo. “Se saben una fuerza que puede convertirse en espacio para el voto útil, por eso no se han comprometido en esta ocasión, se mantienen al margen del conflicto político y, por alguna razón, el presidente López Obrador no se mete con ellos, ni ellos hacen pactos con la oposición”, describe Martha Singer, politóloga de la UNAM. Las mañaneras son en ocasiones una apisonadora para el PRI y el PAN, pero rara vez Movimiento Ciudadano bebe de ese jarabe. “No hay señalamientos que les quiten clientela”, dice Singer. En todo caso, sostiene la politóloga, no es un partido que pueda ahora mismo ganar la gran elección por sí solo, y quizá prefieren no contaminarse en las aguas turbias en que se mueve la oposición en estos días.

“Van a la segura”, sugiere Singer. Y eso no es del todo malo. Para Beck, la prudencia que están demostrando los líderes emergentes del partido, como el propio García o Luis Donaldo Colosio, que avanzan sin precipitarse hacia una posible candidatura presidencial, “demuestra una madurez política”. Una prudencia que quizá venga dictada por las posibilidades reales de alzarse con algún poder, según Singer: “García puede ganar presencia, pero le falta maquinaria de partido y liderazgo en el país, más allá de las clases medias ilustradas de Ciudad de México y de su territorio”. Dependerá, vaticina, de los resultados de Morena al decidir a su candidato y si de algún posible error en ello pudiera derivarse una opción para la oposición. En ese caso, afirma, MC podría recoger el guante y lanzar a alguno de los suyos a la presidencia. Todo futuribles difíciles de determinar en unas arenas tan movedizas como son las políticas.

Movimiento Ciudadano se mueve con sigilo. Enarbola sus victorias. De ellos fue la iniciativa de aumentar las vacaciones de los empleados en México, por ejemplo. Y estos días se muestra como una conquista indiscutible el arribo de Tesla a Nuevo León para construir una gran factoría de vehículos eléctricos, que sin duda abonará la economía con una enorme inversión y miles de empleos. Delgadillo también exhibe las reformas de otro de los suyos, en Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro, en carreteras, educación, sanidad. Ambos Estados son por ahora los escaparates del partido. Pero cada quien marcha a su manera, sin una coherencia ideológica que pueda servir de guía a los electores de todo un país, algo de lo que adolecen otros partidos también, por cierto.

“Ellos podrían ir contribuyendo a ese perfil socialdemócrata en el que dicen situarse, pero los elementos que defienden eso son aún magros, se posicionaron a favor de la reforma laboral, impulsaron el aumento de las vacaciones… Mexicolectivo, la plataforma con la que se vinculaaron, parece que podría construir ese proyecto, suena prometedor, pero tanto en Jalisco como en Nuevo León, las políticas no van en esa línea”, critica Beck. “Que el mayor logro de un gobernador sea la inversión de una transnacional no aporta gran diferencia política respecto al salinismo o al neoliberalismo”, sigue el historiador, que no acaba de ver “una propuesta original”. “Son aideológicos en el ámbito local”, pero representan, dice, “una posibilidad con un gran activo, que no arrastran un pasado de corrupción”. Y eso en México no es poca cosa.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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