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Ascensión Gómez López, matrona: “El parto arrasa el cuerpo y la mente, y no podemos fingir que no ha sido así”

La fisioterapeuta critica que los medios y las redes sociales muestren a las mujeres recién paridas como si fueran ‘superwoman’ o que no se reconozca una baja médica tras una cesárea. En su libro ‘Puérpera perdida’ habla sobre el posparto real, sin mitos ni estereotipos edulcorados

La matrona y fisioterapeuta Ascensión Gómez López recorre en 'Puérpera perdida' las fases del posparto real.
La matrona y fisioterapeuta Ascensión Gómez López recorre en 'Puérpera perdida' las fases del posparto real.Oberón

El nacimiento es uno de los momentos más trascendentales de la vida. Lo es para el bebé que llega al mundo, pero lo es también para la madre que deberá adaptarse a la nueva vida. El tránsito no siempre es fácil. Atravesar el posparto, un momento tan vulnerable, como se hace en la actualidad supone todo un reto para la salud física y mental de las mujeres.

“No ayuda la falta de red de apoyo ni la ausencia total de reconocimiento a la maternidad”, expone la matrona Ascensión Gómez López (Cartagena, 49 años). “Tampoco los estereotipos que se han construido en torno al posparto”, prosigue, “y el impacto que los medios de comunicación y redes sociales han tenido en la idea que se tiene de este periodo”. La también fisioterapeuta recorre en su libro Puérpera perdida (Oberón, 2022) las fases del posparto real, y lo hace sin perder la mirada al contexto personal y social que, inevitablemente, va a influir en la vivencia de cada madre.

PREGUNTA. Puérpera perdida no es lo mismo que puérpera y perdida. ¿Tanto se desconoce cómo funciona el cuerpo?

RESPUESTA. Desconocimiento total. Tanto es así que llegamos a adultas sin saber cómo es realmente nuestro cuerpo, nuestro ciclo y lo que es un parto. Lo poco que sabemos, en general, es terrorífico y, además, formamos parte de una sociedad que intenta desconectarnos del cuerpo y que pretende que creamos que la maternidad es algo que pasa por ti sin que se note demasiado y sin dejar huellas. Es una frustración segura porque la maternidad arrasa el cuerpo y la mente, y no podemos fingir que no ha sido así. Si lo intentas, fracasas, y muchas veces enfermas por ello. Estar inmersa en el puerperio, sabiendo dónde estás y qué está ocurriendo no es lo mismo que estar intentando pasar por un puerperio como si fuera algo ajeno a ti. Ahí es donde te pierdes. Los tiempos, los ritmos, los procesos y las necesidades del puerperio no se pueden comparar con ninguna otra etapa o vivencia.

P. Muchas mujeres llegan a la maternidad sin haber tenido a su alrededor contacto estrecho con bebés. ¿Esto influye en que a veces la llegada del primer hijo sea, quizás, el más aterrador? ¿Por ese desconocimiento?

R. Somos mamíferos gregarios, es decir, que vivimos en grupos y aprendemos a vivir observando al resto de los componentes de nuestro grupo. Hasta hace muy poco tiempo todas las niñas y todos los niños veían bebés y podían observar cómo se manejaban, cómo comían y qué necesitaban. Aprendíamos a cuidar por imitación. Ahora esto no sucede y nos encontramos de repente con un ser que viene sin instrucciones y que no tiene nada que ver con ese ser utópico de las revistas que come y duerme en habitaciones de ensueño. Resulta que ese ser diminuto necesita una serie de cuidados que requieren tu entrega absoluta, mientras el entorno social te demanda que hagas todo lo contrario a lo que tu instinto te dice. Las neuronas no son capaces de organizarse para darte respuestas a tanta incongruencia y entramos en pánico. Es que no es para menos.

P. ¿Hay referentes del puerperio?

R. No vemos el puerperio real a nuestro alrededor. En las redes sociales y en los medios vemos mujeres que posan recién paridas como si la maternidad no hubiese pasado por ellas. Se nos lanzan continuamente mensajes para que volvamos cuanto antes a la rueda, que hagamos como si no hubiese pasado nada. Aún se pretende que seamos la superwoman que puede con todo y esto es una exigencia tremenda sobre nuestros cuerpos y nuestros procesos. ¡Si hasta los permisos son igualitarios con los hombres! ¿Han gestado, parido y amamantado ellos? No, pero se les reconoce lo mismo, como si eso no nos hubiera pasado a nosotras. Eso es no entender nada de lo que supone física y emocionalmente un embarazo, un parto y un puerperio.

P. De hecho, y lo recuerda en el libro, cuando el parto termina en cesárea la madre no dispone de una baja médica para esta cirugía mayor. Cuenta con 16 semanas, como su pareja.

R. Esta es una de las cosas que más me enfadan. No lo puedo entender. Cualquier trabajador tiene derecho a interrumpir sus vacaciones si cae enfermo, a que se le dé su baja por enfermedad, y que pueda continuar con sus vacaciones después. Una mujer a la que se le ha abierto la barriga en canal no solo debe continuar cuidando a su bebé, sino que no tiene derecho a interrumpir el permiso maternal para poder recuperarse y continuar su permiso con los mismos derechos que cualquier otro trabajador. Hasta este punto llega el desconocimiento del puerperio y la desigualdad.

P. ¿Qué necesita una madre y un bebé en las primeras horas tras el parto?

R. Las primeras horas son cruciales en el establecimiento del vínculo. Son las más críticas desde el punto de vista de la salud física y emocional. Las madres necesitan poder estar, ser cuidadas y tener tiempo y espacio para poder conocer a sus bebés. Nace una madre, nace un padre, nace una familia, no solo un bebé. Necesitan tranquilidad y, a veces, un poco de orientación para sentirse más seguras. Necesitan estar juntos. Siempre. Y, cuando por motivos de salud hay que separarse, necesitan contención y mucho amor.

P. ¿Existe un empeño en separar demasiado pronto ese ente indisoluble que es la díada madre-bebé?

R. La separación de madre y bebé es algo que ha demostrado ser nocivo para ambos. Romper eso sin necesidad es maltrato. La madre y el bebé siguen estando unidos mucho tiempo después del parto. El sistema que quiere a las madres desvinculadas para que se incorporen al trabajo lo antes posible pone mucho empeño en separarlos desde el inicio, porque cuanto más fuerte es el vínculo más difícil es separarlos después. Tampoco somos conscientes del riesgo para la salud que supone la separación, tanto para la madre como para el bebé. Por ejemplo, se sabe que la separación dispara el riesgo de hemorragia posparto. Pese a que esto está más que demostrado, seguimos empeñados en probar medicamentos y actuaciones médicas para prevenir la hemorragia, que es la primera causa de muerte materna en todo el mundo, sin prestar atención a lo más importante: no separar, favorecer un entorno de calma y bienestar para que se segregue la oxitocina, que es lo necesario para la contracción uterina y que no tiene el mismo efecto que la oxitocina sintética.

P. Para la ginecología el puerperio dura de seis a ocho semanas. Para la fisioterapia hasta al menos los nueve o doce meses. Para la psicología hasta al menos los dos años. ¿Usted opina que en realidad el puerperio no termina nunca?

R. Si el puerperio es el estado en el que te encuentras tras el parto, para mí el posparto dura para siempre porque nunca, jamás, vuelves al estado preconcepcional. Ni física ni emocionalmente. No me gusta que se diga que el puerperio ha terminado porque me da la sensación de que es algo que pasó y ya no está. Es como si la maternidad tuviera fecha de caducidad.

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