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Cómo ayudar a tu hijo con su adicción a las pantallas

La adicción tecnológica de niños y jóvenes puede provocar bajo rendimiento escolar, estrés, aislamiento social y ansiedad

Tres niños miran absortos una pantalla.
Tres niños miran absortos una pantalla.unsplash

La tecnología que se asoma a través de las pantallas ha pasado a formar parte de la mayoría de los ámbitos de nuestra vida, como el trabajo, los estudios, el ocio o las relaciones sociales. Esta hiperconexión puede convertirse en una adicción, sobre todo para sectores de la población más vulnerables, como los niños. De hecho, un 23,5% de los jóvenes con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años usa de manera compulsiva Internet, según el último estudio al respecto realizado por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones.

La permisividad social con el uso de las pantallas complica la detección y gestión de la adicción a las pantallas, además del hecho de que “no haya leyes que regulen y limiten su uso. De hecho, todavía no se contempla el diagnóstico de adicción tecnológica, como tal. Hay que tener en cuenta que los jóvenes suelen tener insatisfacciones en su vida diaria y buscan recursos en las pantallas para evadirse. El caso es que la sociedad está enferma y los adultos por no tener recursos para criar desde un lugar sano. Hemos dado mucho poder a la tecnología sin desarrollar recursos para gestionar su empleo correctamente, porque bien aprovechada es muy útil, pero también hay riesgos, si no se ponen límites, como aprender a disfrutar del tiempo libre sin pantallas”, comenta Sridevi Uranga, coordinadora del Servicio de Atención en Adicciones Tecnológicas de la CAM.

¿Qué engancha a los niños y jóvenes a las pantallas?

Lo que fascina tanto a niños y jóvenes de las pantallas es el hecho de que les atrae “la estimulación que reciben con las recompensas de los videojuegos, así como el entretenimiento que les genera y la posibilidad de evasión. En el caso de los niños más pequeños, con dos o tres años, les apacigua y les calma si están inquietos. Por ello, es fundamental poner límites con el uso de las pantallas. De forma, que lo recomendable es que hasta los cuatro años no se tenga ningún contacto con aparatos tecnológicos. De cuatro a siete años, conviene que, como máximo al día, los usen durante 45 minutos, pero con supervisión adulta y de siete a 12 años, se aconseja una hora al día con acompañamiento adulto para comprobar que el niño accede a un contenido adecuado para su edad”, explica Uranga.

Prevenir la adicción a las pantallas en los niños

Conseguir que los jóvenes tengan una relación sana con los dispositivos tecnológicos pasa porque “en la familia exista una comunicación fluida sobre el tema; en no ver la tecnología como al enemigo, sino asumir que forma parte de nuestro día a día. Las pantallas no son algo pasivo, sino que interactuamos con ellas, por lo que conviene que los padres nos informemos y formemos para poder acompañar mejor a nuestros hijos en este aspecto con el fin de establecer normas adaptadas a cada situación y niño para educar igual que lo haríamos con otros aspectos que nos importan, como la alimentación o los estudios”, explica Eulalia Alemany, Directora Técnica de la Fundación Fad Juventud.

Cuando se detecta que el niño está entrando en una dinámica adictiva con las pantallas conviene “actuar con calma para fomentar un espacio de escucha donde los progenitores puedan plantear su preocupación y dar pie a conocer cómo se sienten sus hijos. Es aconsejable intentar no juzgar ni recriminar la conducta de los niños, sino intentar establecer unas normas de uso consensuadas y ofrecer otras alternativas de ocio más saludables. Si se necesita ayuda con la situación, se puede contactar con un equipo profesional, como a través del Servicio de Información y orientación de Fad, en el teléfono 900 161515″, añade Alemany.

¿Se supera la adicción a las pantallas o hay riesgo de recaída?

Los niños y jóvenes que se sobreponen a un comportamiento obsesivo con la tecnología pueden tener recaídas, como ocurre con todas las adicciones. Pero, cuando sucede “no se parte del mismo punto, porque ya se han generado más recursos para gestionar la situación con más habilidades y a medida que el niño crece y madura utiliza las pantallas de otra manera”, aclara Sridevi Uranga, coordinadora del Servicio de Atención en Adicciones Tecnológicas de la CAM.

La tecnología forma parte de nuestra vida por lo que resulta complicado aislar de ella a los niños y los jóvenes. Por ello, “el objetivo principal a trabajar con personas que han mostrado un uso abusivo de las pantallas es intentar que mantengan una relación lo más saludable posible con ellas. Para ello, hay que trabajar y reforzar aspectos como la autoestima, la tolerancia a la frustración o la impulsividad, y conseguir un acercamiento paulatino saludable a los dispositivos tecnológicos”, concluye Eulalia Alemany, Directora Técnica de la Fundación Fad Juventud.

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