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Israel aprueba una ley que dificulta la inhabilitación de Netanyahu

El primer ministro anuncia que sigue adelante con la controvertida reforma judicial, pese a los primeros signos de división en su Gobierno, las manifestaciones multitudinarias y las críticas internacionales

Un grupo de manifestantes bloquea una carretera durante una protesta contra los planes del Gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, para reformar el sistema judicial, en Tel Aviv este jueves.
Un grupo de manifestantes bloquea una carretera durante una protesta contra los planes del Gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, para reformar el sistema judicial, en Tel Aviv este jueves.Ohad Zwigenberg / Associated Press/LaPresse
Antonio Pita

El Parlamento de Israel ha aprobado este jueves una ley que dificulta la inhabilitación del primer ministro al circunscribir las causas para apartarlo del cargo a una condición física o mental. La norma, además, despoja de la prerrogativa para hacerlo al consejero jurídico del Gobierno, un cargo técnico de gran peso. En la práctica, la norma impedirá que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, sea inhabilitado por la actual consejera, Gali Baharav-Miara, por el potencial conflicto de intereses que supone liderar una reforma para debilitar el Tribunal Supremo mientras está imputado en tres causas por fraude, cohecho y abuso de confianza. La medida, aprobada por 61 votos a favor y 47 en contra en la Kneset tras una madrugada de debate, es la primera de la controvertida reforma judicial que se convierte en realidad. Horas más tarde, Netanyahu ha hecho su discurso más conciliador sobre este asunto, pero ha dejado claro que llevará la reforma hasta el final, pese a la contestación masiva en el país, las crecientes críticas internacionales y los primeros signos de división en el seno de su Gobierno.

Ahora mismo, una de las 14 leyes básicas (que funcionan de facto como la Constitución de la que carece Israel) permite “incapacitar” a un primer ministro, pero no detalla los motivos por los que es posible. La jurisprudencia del Tribunal Supremo acota a casos muy concretos la herramienta, que está en manos del consejero jurídico del Gobierno, un cargo técnico muy influyente porque asesora al Gobierno, encabeza la Fiscalía General, y representa al Estado en los tribunales y el interés público en los asuntos legales.

La ley aprobada este jueves despoja al consejero jurídico de esa prerrogativa y limita los supuestos a una circunstancia física o mental que impida al primer ministro seguir ejerciendo sus funciones. Solo podrán hacerlo el propio primer ministro o su Gobierno, con el voto afirmativo del 75% de los ministros. De ignorar la recusación, el Parlamento podría imponerla por la misma mayoría.

Manifestantes se enfrentan con la policía, este jueves en Tel Aviv.
Manifestantes se enfrentan con la policía, este jueves en Tel Aviv.RONEN ZVULUN (Reuters)

El trasfondo es un acuerdo de conflicto de intereses que formuló en 2020 el predecesor de Baharav-Miara, Avijai Mandelblit, y que prohíbe a Netanyahu intervenir en el nombramiento de jueces o participar en la elaboración de legislación que repercuta en sus procesos penales. Ninguno de ellos le impidió regresar al poder en diciembre tras ganar las elecciones ni le obligan a dimitir mientras no haya sentencia firme.

El Supremo ha decretado que el acuerdo sigue siendo vinculante y que la valoración de si está o no siendo vulnerado corresponde a la consejera jurídica, nombrada por el anterior Gobierno, en el que Naftali Bennett y el hoy jefe de la oposición, Yair Lapid, se alternaron el puesto de primer ministro. Por eso, Baharav-Miara pidió el mes pasado a Netanyahu que se mantenga al margen de la reforma judicial. El primer ministro ―que la acusa de guiarse por motivos ideológicos, y no profesionales― ha asegurado con ironía en algún acto público que no puede comentar el tema por prohibición legal, aunque lo hace con frecuencia. La nueva ley, de hecho, comenzó a gestarse cuando se extendieron los rumores de que la consejera se planteaba inhabilitar a Netanyahu y una ONG lo solicitó al Supremo.

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A última hora de la tarde, Netanyahu ha comparecido ante las cámaras desde Jerusalén para defender un “acuerdo amplio” que permita “lograr una reforma equilibrada” en la que se dé “respuesta a los miedos y preocupaciones” tanto de partidarios como de detractores”. “No podemos permitir que ninguna discrepancia nos ponga en peligro […] Ni los detractores de la reforma son traidores, ni los partidarios son fascistas”, ha asegurado.

El primer ministro ha prometido que la reforma ―que en su actual forma dañaría la división de poderes, debilitaría al Supremo y permitiría al Gobierno aprobar leyes tumbadas por la corte― “respetará los principios fundamentales de todos los ciudadanos de Israel”. “No queremos un Supremo dominado, sino uno equilibrado”, ha añadido.

Pese al cambio de tono, la esencia es la misma: la reforma sigue adelante, incluso después de las horas de embrollo político que han precedido al discurso. A media tarde, medios locales informaron de que el ministro de Defensa, Yoav Gallant, se disponía a pedir públicamente la paralización de la reforma. Habría sido el primer desmarque abierto dentro del Ejecutivo, con el añadido de que Gallant pertenece al mismo partido que Netanyahu, el derechista Likud.

Netanyahu convocó entonces a Gallant a una reunión, en la que le pidió tiempo y le convenció de que no airease en público sus discrepancias, según informa el canal 11 de la televisión nacional. El ministro le mostró números preocupantes de reservistas, e incluso de soldados en servicio, dispuestos a negarse a cumplir determinadas misiones si persiste en la reforma, así como amenazas externas sin especificar, según el canal. En su discurso, Netanyahu se ha limitado a señalar que toma “en consideración” la información que le trasladó el ministro (y que no especificó), pero que la renuncia a cumplir órdenes “no tiene cabida”.

Cuando, horas antes, los medios adelantaron que Gallant pediría públicamente la paralización de la reforma judicial, la Bolsa subió y la moneda, el séquel ―que se ha ido debilitando por las consecuencias de la reforma hasta su menor valor respecto al dólar desde 2019― escaló un 2,3%. El ministro de Seguridad Nacional y líder del partido ultraderechista Poder Judío, Itamar Ben Gvir, aseguró entonces en un comunicado que Gallant se había “retirado del campo de la derecha”. Tras el discurso de Netanyahu, el séquel ha vuelto a debilitarse.

‘Día de la Parálisis’

Netanyahu ha retrasado a primera hora del viernes el vuelo a Londres que tenía previsto tomar esta tarde para reunirse con su homólogo británico, Rishi Sunak, para comparecer al final de una nueva jornada de protestas, en la que se han sucedido las manifestaciones, escraches y cortes de carreteras en numerosos puntos del país. La más problemática tiene lugar en Bnei Brak, la mayor localidad ultraortodoxa del país, ubicada cerca de Tel Aviv, y en la que se han registrado enfrentamientos entre policías y manifestantes, mayoritariamente seculares que no residen allí.

En el bautizado por los organizadores como “Día de la Parálisis”, un grupo ha cortado también durante más de dos horas la importante autopista Ayalón, a la salida de Tel Aviv. Además, unas 2.000 personas forzaron por la mañana a Netanyahu a cancelar un discurso. Estaban congregadas ante el Museo de la Tierra de Israel en Tel Aviv. Otros ministros han visto interrumpidos sus discursos o tenido que acceder a los eventos por las puertas laterales. El coche de la titular de Transportes, Miri Regev, ha sido cubierto de pegatinas con el mensaje: “Un Gobierno de corruptos” mientras participaba en un acto. La policía ha informado de 90 arrestos y ha llegado a utilizar cañones de agua para dispersar a los manifestantes.

La bandera nacional y el texto de la Declaración de Independencia, colocados en las murallas de la ciudad vieja de Jerusalén en el marco de la protesta contra de la reforma judicial, este jueves.
La bandera nacional y el texto de la Declaración de Independencia, colocados en las murallas de la ciudad vieja de Jerusalén en el marco de la protesta contra de la reforma judicial, este jueves. ILAN ROSENBERG (REUTERS)

Las protestas de los jueves se producen por el enconamiento de la crisis. Consisten, por lo general, en acciones pequeñas dirigidas a alterar el día a día y a intervenciones simbólicas en numerosos puntos del país. Esta mañana, por ejemplo, un punto de las murallas de la ciudad vieja de Jerusalén ha aparecido decorada con una bandera nacional y el texto de la Declaración de Independencia.

Se suman a los 11 sábados en los que los detractores de la reforma judicial salen a las calles en cientos de miles, sobre todo en Tel Aviv, para protestar contra lo que consideran un golpe a la democracia y a la separación de poderes. El Ejecutivo ―integrado por el Likud de Netanyahu y los partidos ultranacionalistas y ultraortodoxos― lo define como un reequilibrio necesario ante una justicia a la que tilda de intervencionista y politizada.

Muchos fuegos que apagar 

Miri Regev, en 2019.
Miri Regev, en 2019.AMIR COHEN

Benjamín Netanyahu, al frente de la coalición de gobierno más derechista de las siete décadas de historia de Israel, se ha visto obligado en las últimas 48 horas a apagar varios fuegos encendidos por miembros de su coalición.

El primero tiene que ver con Emiratos Árabes Unidos, que hace tres años se convirtió en uno de los tres países (con Bahréin y Marruecos) en romper un tabú en el mundo árabe y establecer relaciones con Israel antes de la paz con los palestinos. La alianza es estratégica, por inusual, para el Estado judío, y medio millón de israelíes (más de un 5% de la población del país) han viajado al país del Golfo en poco más de dos años. Entre ellos, la ministra de Transportes, Miri Regev, del partido que lidera Netanyahu, el derechista Likud, y que esta semana en medio de un discurso dijo: “Estuve en Dubái, no volveré, no me gustó el sitio”. Luego aclaró que era una broma (no lo parece en el tono), pero la polémica ya estaba servida.

El ministro de Exteriores, Eli Cohen, se apresuró a grabar un vídeo en un aeropuerto de Polonia, donde estaba de visita diplomática, para subrayar la importancia de los lazos “con Dubái y con Emiratos”. Regev ha colgado en Twitter un vídeo hablando por teléfono con el embajador del país en Tel Aviv, en el que le dice que ama Dubái y se jacta de haber sido invitada a volver. Ya en 2017 llamó la atención, cuando ostentaba la cartera de Cultura y acudió al festival de cine de Cannes con un vestido con una imagen de Jerusalén para festejar el 50 aniversario de la conquista de la parte oriental de la ciudad, en la Guerra de los Seis Días.

También ha obligado a reaccionar a Netanyahu una propuesta de ley “antimisionera”. Castigaría con hasta un año de cárcel la petición a un adulto de que cambie su fe (dos años, si es un menor). Los promotores de la iniciativa, los diputados del partido ultraortodoxo asquenazí Judaísmo Unido de la Torá, Moshe Gafni y Yaakov Asher, la presentaron en enero (como hacen, sin éxito, cada legislatura), pero la semana pasada fue difundida por medios de peso de la derecha cristiana estadounidense más proisraelí, un importante apoyo de Netanyahu. Ante el aluvión de llamadas, sobre todo de cristianos sionistas, el primer ministro tuiteó (en hebreo e inglés): “No pasaremos ninguna ley contra la comunidad cristiana”.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.

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