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Berlusconi, absuelto de intentar comprar el silencio de testigos de sus fiestas sexuales

El ex primer ministro italiano y dueño de Mediaset estaba acusado de haber intentado sobornar a algunos participantes en sus eventos para evitar ser condenado

Karima El-Mahroug, conocida como Ruby, tras conocer la sentencia del caso que lleva su nombre, este miércoles.
Karima El-Mahroug, conocida como Ruby, tras conocer la sentencia del caso que lleva su nombre, este miércoles.PIERO CRUCIATTI (AFP)
Daniel Verdú

Silvio Berlusconi, asediado por todo tipo de polémicas políticas esta semana y repudiado por el Partido Popular Europeo por sus críticas al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha respirado por fin aliviado. Después de seis años de audiencias y montañas de indicios sobre la posibilidad de que hubiera sobornado a las participantes de sus fiestas sexuales en 2010, un tribunal de Milán le ha absuelto este miércoles de esos cargos. El caso, conocido como Ruby Ter ―por ser la tercera parte del proceso en el que estaba implicada la entonces menor marroquí Karima El-Mahroug, conocida como Ruby rompecorazones― llega así al final de un largo camino y permite salir indemne a Il Cavaliere, de 86 años, de uno de los mayores escándalos de corrupción en los que se había visto implicado un primer ministro en Italia.

El pasado mayo, la Fiscalía milanesa reclamó seis años de cárcel y la incautación de 10,8 millones de euros. El magnate estaba acusado de un delito de corrupción por, supuestamente, haber pagado por el silencio de los participantes en sus fiestas. Veintiocho de esas personas estaban también imputadas por perjurio y han quedado también absueltas.

Después de más de 40 procesos abiertos y sentencias condenatorias en primer grado (también por prostitución de menores), la única condena en firme que ha recibido Berlusconi en todos estos años fue por fraude fiscal, en unos hechos referidos a la compraventa de los derechos de transmisión de películas estadounidenses por parte de su grupo audiovisual (Mediaset). La empresa aumentaba de forma artificial el precio real de los derechos para evadir dinero al fisco y, de paso, enviarlo a cuentas de Berlusconi en el extranjero. Aquella condena le costó lo que más daño le hacía: la inhabilitación durante cuatro años para ejercer ningún cargo público.

Karima El-Mahroug
Karima El-Mahroug, conocida como Ruby, atiende a los medios este miércoles tras conocer la sentencia. PIERO CRUCIATTI (AFP)

Berlusconi, que convirtió sus problemas con la justicia en una lucha sin cuartel contra la magistratura italiana, a la que acusó siempre de estar politizada, celebró ayer a los jueces “que han sabido mantenerse independientes, imparciales y correctos ante las acusaciones infundadas”. “Al fin absuelto tras 11 años de fango y daños políticos incalculables”, publicó en su cuenta oficial de Twitter.

Las fiestas de Il Cavaliere en su mansión de Arcore, conocidas como Bunga-Bunga ―él mismo explicó que era una broma que se hacía con su amigo el dictador libio Muamar el Gadafi― derivaron en los dos primeros casos contra él. La Fiscalía de Milán decidió luego abrir esta investigación, tras las indicaciones de los jueces que se encargaron del caso Ruby en primera instancia, con sus dos ramificaciones. Los magistrados habían condenado al ex primer ministro a siete años de prisión y a inhabilitación perpetua para cargo público por abuso de poder e incitación a la prostitución de menores. Los jueces dieron por probado, entre otras cosas, que el magnate había tenido sexo con Ruby cuando era menor a sabiendas de que lo era. Pero luego fue absuelto en el tribunal de apelación.

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Abuso de poder

El abuso de poder por el que fue condenado entonces se refería a los hechos que siguieron a la detención, la noche entre el 27 y el 28 de mayo de 2010, de la famosa Ruby, la prostituta menor que acudía a sus fiestas (también estuvo implicada en otro escándalo con jugadores de la selección francesa de fútbol). Esa noche fue acusada de robar unos 3.000 euros a otra prostituta con la que compartía piso. Al enterarse del asunto, Berlusconi llamó desde París y presionó a los policías de la comisaría central de Milán para que la liberasen.

Según las juezas, el único y urgente interés del entonces jefe del Gobierno italiano era el de “protegerse” y de ahí que garantizase a los policías que la muchacha era sobrina del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak y que su detención podría desencadenar un incidente diplomático. Ruby fue puesta en libertad —confiada a otra de las siempre jóvenes amigas del ex primer ministro—, pero la historia trascendió. Y fue considerado el primer intento de cubrirse las espaldas.

La otra rama del proceso, que quedó separada de la de Berlusconi ante los parones que sufrió por las leyes de inmunidad por el entonces primer ministro, condenó a penas de entre cinco y siete años de cárcel por inducción a la prostitución y proxenetismo a tres personas del entorno de Berlusconi; Lele Mora, Emilio Fede y Nicole Minetti. Ellos eran los encargados de llevar a las fiestas a las mujeres.

En la fase final del proceso, del que ahora ha sido absuelto, se enjuició el presunto intento de compra del silencio de los testigos. El juez le acusó de haber gastado hasta diez millones de euros en sobornos dirigidos a 13 huéspedes de sus fiestas en su mansión para que cambiasen su versión de los hechos. De dicha cantidad, casi siete millones habrían ido destinados a Ruby, protagonista del caso, que los habría utilizado para todo tipo de actividades económicas como abrir un restaurante en México.

La noticia de su absolución fue celebrada por sus socios de Gobierno y por la propia primera ministra, Giorgia Meloni, a través de un comunicado oficial del Palacio Chigi. “La absolución de Silvio Berlusconi es una óptima noticia que pone fin a un largo asunto judicial que ha tenido importantes reflejos también en la vida política e institucional de Italia. Mando al presidente Berlusconi un saludo afectuoso de mi parte y de la del Gobierno”. Su Ejecutivo, precisamente, había retirado hace tres días la acusación civil que representaba al Estado italiano por los daños causados.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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