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Portugal: mayoría absoluta, nueve meses de gobierno y 13 dimisiones

La salida de dos ministros y varios secretarios de Estado por diferentes escándalos lastra el primer año del socialista António Costa tras su histórica victoria electoral

Gobierno de Portugal
El primer ministro portugués António Costa y la ministra de la Presidencia, Mariana Vieira da Silva, durante el debate de la moción de censura presentada por la Iniciativa Liberal el pasado 5 de enero.PATRICIA DE MELO MOREIRA (AFP)
Tereixa Constenla

Los dos únicos ministros que podían equipararse en popularidad al primer ministro portugués, António Costa, ya no están en el Gobierno. Marta Temido y Pedro Nuno Santos tenían proyección pública por razones distintas. La primera fue la ministra que capitaneó la sanidad durante los terribles días de pandemia y su gestión fue muy apreciada. Hubo un momento en que Costa insinuó que podría estar en la carrera por sucederle y él mismo quiso entregarle el carné socialista cuando la ministra se afilió en el verano de 2021. El segundo, pese a haber abandonado el Gobierno, parece predestinado a pelear por la sustitución del actual líder socialista, sea esto cuando sea, y nunca lo ha ocultado del todo. Para bien y para mal, Nuno Santos habla y gestiona con vehemencia.

Marta Temido dimitió a finales de agosto por verse incapaz de enderezar la caótica gestión del Sistema Nacional de Salud en su vuelta a la normalidad. Pedro Nuno abandonó su cartera de Infraestructuras y Vivienda a finales de diciembre, tras el escándalo que generó la noticia de que la TAP, la aerolínea nacionalizada para evitar su quiebra, dependiente de su ministerio, había indemnizado con medio millón de euros a su antigua administradora Alexandra Reis. Al poco tiempo, Reis fue fichada para gestionar otro organismo público, también dependiente de Infraestructuras y Vivienda. Y no mucho después fue nombrada secretaria de Estado del Tesoro. A Reis no se le ocurrió devolver parte de la compensación recibida, algo que el primer ministro consideró “una violación” del estatuto de gestor público. Nuno Santos aseguró que no sabía nada de la indemnización, pero que dimitía por responsabilidad política.

El caso de Reis es quizás el mejor ejemplo de la colisión entre “la austeridad para la ciudadanía” y la “relajación” para los miembros del Gobierno que observa André Freire, profesor de Ciencia Política del Instituto Universitario de Lisboa. “Ha faltado dar ejemplo de rigor y probidad cuando ellos están imponiendo a la ciudadanía una situación difícil, como se ve con las movilizaciones de profesores, un sistema de salud que respondió bien a la covid y dejó de lado todo lo demás, precios de vivienda muy elevados y salarios que no crecen como la inflación”, enumera por teléfono.

Un Gobierno que nace cansado

Si hace un año los socialistas portugueses se pellizcaban, tan asombrados como el resto del país por la histórica mayoría absoluta lograda en las urnas, los nueve meses transcurridos desde la toma de posesión del nuevo gabinete han encadenado un escándalo tras otro por nombramientos inapropiados. “Sorprendentemente, este Gobierno está resultando más inestable que el Gobierno hecho con el apoyo de los partidos de la izquierda”, señala Freire. “Han tenido un desgaste rápido nunca visto, es un Gobierno que ya nació cansado ante la opinión pública por los siete años que lleva gobernando el primer ministro”, corrobora por teléfono José António Passos Palmeira, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Miño.

En nueve meses han dejado el Gobierno 11 secretarios de Estado. Excluyendo a los dos que abandonaron por razones de salud, a buena parte de los que han salido les salpican supuestas irregularidades o conflictos de intereses. La última polémica afecta a la ex secretaria de Estado de Turismo, Rita Marques, fichada por un grupo empresarial hotelero al que había beneficiado desde el Gobierno. La ley obliga a esperar tres años para cruzar esa puerta giratoria. Lo que hizo Marques fue “una ilegalidad”, en opinión de António Costa, que pasó de minimizar los “casos e casinhos” a asumir la gravedad de algunos. A última hora del jueves, Marques anunció que renunciaba a la oferta de la empresa.

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Esta volatilidad en el organigrama ha generado una inesperada crisis política que opaca el resto de iniciativas del Gobierno y que ha llevado al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, a conceder un plazo de un año al Ejecutivo para estabilizar la gestión. De no hacerlo, el jefe del Estado tiene prerrogativas para disolver la Asamblea de la República y convocar elecciones anticipadas. La influencia de Rebelo de Sousa fue decisiva para desencadenar el día de Reyes la última de las dimisiones, la de la secretaria de Estado de Agricultura, Carla Alves, que apenas duró 25 horas en el cargo. Rebelo de Sousa dudó de su idoneidad cuando se divulgó que las cuentas que compartía con su marido, investigado en un caso de corrupción, habían sido intervenidas por la Fiscalía.

En un intento de retomar la iniciativa y zanjar la crisis, Costa llevó al último Consejo de Ministros una propuesta para escudriñar la idoneidad de los candidatos a entrar en el Gobierno (ministros y secretarios de Estado) antes de que tomen posesión. “Es indiscutible que es necesario reforzar el escrutinio tanto como reforzar la confianza en las instituciones”, señaló el primer ministro durante un debate parlamentario. A partir de ahora, los candidatos tendrán que responder un cuestionario sobre sus actividades anteriores, conflictos de intereses, situación patrimonial o responsabilidades penales, además de firmar una declaración de honorabilidad.

El propio Costa apareció como responsable de uno de los fichajes más polémicos de estos meses: la designación de Miguel Alves como secretario de Estado adjunto del primer ministro. Después de 55 días en el cargo, Alves dimitió tras ser acusado de prevaricación por actuaciones realizadas durante su etapa de alcalde de Caminha, en el norte de Portugal. Lo más controvertido fue su decisión de adelantar 300.000 euros a un empresario de historial dudoso para construir un centro de exposiciones que sigue en el aire.

La acumulación de errores puede deberse, según el profesor de Ciencia Política, José António Passos Palmeira, a “cierta arrogancia derivada del apoyo electoral”. “Esa mayoría llevó al primer ministro a un exceso de confianza, además de crear un circuito de nombramientos dentro de un círculo cerrado. Parece que el Gobierno es una coligación de los diferentes sectores del Partido Socialista”, añade. El politólogo considera que otro factor de inestabilidad fue la decisión de Costa de incluir en el Consejo de Ministros a sus posibles sucesores (Pedro Nuno Santos, Fernando Medina, Ana Catarina Mendes o Mariana Vieira da Silva), de forma que pudiesen sustituirle si él aceptara un cargo en Bruselas, donde se renovarán las instituciones en 2024. Esta vía fue cegada por Rebelo de Sousa al comienzo de la legislatura, al exigir que Costa cumpliese su mandato íntegro. Si se va, habrá elecciones anticipadas.

A juicio de Passos Palmeira, a favor del primer ministro juega que su rival más directo, Luís Montenegro, líder del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha), “no despega en las encuestas”. Si Montenegro no se consolida, opina que “sería natural que los militantes acaben buscando otra alternativa”.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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