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La justicia brasileña silencia en redes a líderes bolsonaristas por desinformar

Lula se reúne en Brasilia con los jefes del Poder Legislativo y el Judicial mientras avanza la transición aunque persisten algunas protestas golpistas

Naiara Galarraga Gortázar
Lula da Silva
Lula, presidente electo, habla este miércoles con la prensa tras reunirse con las cúpulas del Poder Legislativo y Judicial en Brasilia.SERGIO LIMA (AFP)

La resaca electoral en Brasil transcurre en varios planos diez días después de que Luiz Inácio Lula da Silva derrotara por la mínima al presidente Jair Bolsonaro. En el plano institucional, el traspaso de poderes sigue con normalidad lo que dicta la ley. Lula se ha reunido este miércoles en Brasilia con las cúpulas del Poder Legislativo y Judicial. Pero el bolsonarismo sigue descontento y agitado; en redes y en la calle. Mientras el ultraderechista Bolsonaro permanece encerrado y en silencio, persisten algunas protestas ante cuarteles para pedir al Ejército que impida la toma de posesión del izquierdista. Y el Tribunal Superior Electoral ha emprendido una ofensiva contra los líderes bolsonaristas que ventilan falsas teorías sobre un supuesto fraude: los ha silenciado en redes sociales.

El presidente saliente es todavía una gran incógnita, sigue sin felicitar a su adversario, encerrado en su residencia, mudo y sin actividades públicas. En cambio, el máximo tribunal electoral está plenamente activo. En su afán por frenar la difusión de noticias falsas, se ha embarcado en una operación contra los que las difunden. En los últimos días ha silenciado las cuentas en diversas redes sociales de alguno de los más influyentes bolsonaristas.

Entre ellos, las de dos diputados que suman millones de seguidores: Nikolas Ferreira, un cristiano de 26 años que fue el parlamentario más votado del país y Carla Zambelli, la electa que, pistola en mano, persiguió a un negro la víspera de las elecciones porque la había insultado. Las cuentas de ambos son inaccesibles desde Brasil hace días, un mensaje indica que están suspendidas por decisión judicial. Ferreira difundió poco antes de la suspensión un supuesto informe, presentado fuera del alcance de las autoridades brasileñas, en Argentina, que se apoya en falsedades para sembrar dudas sobre un resultado electoral que es oficial y fue inmediatamente reconocido por los presidentes de las Cámaras, las autoridades electorales y Gobiernos de todo el planeta.

Pero la desinformación no cesa. Mientras Lula realizaba su primera visita a la capital, Brasilia, como presidente electo, este miércoles dos mentiras se hacían virales en el universo digital: su muerte y que ha sufrido un ictus. Su agenda y las imágenes de sus entrevistas lo desmienten y proyectan una transición pacífica y ordenada tras las elecciones más reñidas de la historia de Brasil. Ganó por 50,8% frente al 49,2% de su rival.

Al final del día, Lula ha insistido ante la prensa en su mensaje de que va a gobernar para todos. Echará mano de su capacidad de persuasión en busca de los acuerdos necesarios para sacar adelante sus planes: “Nuestra obligación es intentar convencerlos de nuestras propuestas. Brasil no tiene más tiempo para insultos y odio”.

Su jornada ha empezado en la residencia del presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, un estrecho aliado de Bolsonaro, para reunirse luego con el jefe del Senado, Rodrigo Pacheco, que ya fue cercano al presidente, pero se distanció. Es lo que tiene la política brasileña, es fluida.

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Y estos días conviven en ella realidades dispares. Porque a ocho kilómetros del corazón del Poder Legislativo, en el Cuartel General del Ejército, bolsonaristas envueltos en banderas de Brasil protagonizaban la protesta del día convencidos de que les han robado las elecciones. Este miércoles eran un millar y se les han sumado unos 300 camioneros, informa Efe. Lula ha enviado este jueves un mensaje a quienes ha descrito como una “minoría que ni siquiera sabe lo que está pidiendo”. Les ha dicho: “Volved a casa’. La democracia es eso, uno gana, otro pierde, uno ríe y otro llora. Es así en cualquier deporte, en la política”

Los seguidores más radicales del ultraderechista llevan días agitando los fantasmas del golpismo y el fraude mientras las instituciones y la mayoría de sus conciudadanos dan por concluido el proceso electoral y han pasado a la siguiente fase. Ya están soñando con ganar el sexto Mundial de fútbol.

Para Lula comienza ahora el trabajo de verdad. Satisfacer los intereses y aspiraciones de todos los que se unieron para auparlo al poder y salvar la democracia además de buscar las vías para cumplir sus promesas. Él y su equipo para la transición están buscando la fórmula con la que conseguir financiar la única promesa de campaña en la que coincidió con su rival, mantener los 600 reales (115 euros) de paga mensual para los más pobres. Cómo lograr encajarlo en el presupuesto del año que viene sin asustar al poder económico es uno de los grandes quebraderos de cabeza de Lula.

Por la tarde, el presidente electo ha visitado a los máximos representantes del Tribunal Supremo, la corte que decidió su entrada en prisión, la misma que anuló sus principales condenas y allanó su camino a las elecciones. También se ha reunido con quienes organizaron y arbitran los comicios, el Tribunal Superior Electoral. Este ha cobrado en este duelo electoral un protagonismo inédito por culpa de la campaña del presidente Bolsonaro contra el sistema de votación y por el enorme volumen de noticias falsas.

Para apaciguar los temores de Bolsonaro, el Ministerio de Defensa fue invitado meses atrás a sumarse a instituciones de la sociedad civil que fiscalizan la votación. Los militares han difundido este miércoles por la noche su esperado informe sobre el proceso y las urnas electrónicas, y sugieren algunas mejoras técnicas. El Tribunal Superior Electoral se ha apresurado a emitir una nota en la que son categóricos: Defensa, como el resto de las entidades inspectoras, “no apunta a la existencia de ningún fraude o inconsistencia en las urnas electrónicas” en los recién celebrados comicios. Los militares han replicado este jueves con una nueva nota en la que destaca que su análisis “ni apunta, ni tampoco excluye, la posibilidad de fraude”. Quedan más de siete semanas hasta la toma de posesión, el 1 de enero.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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