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Las mociones de censura contra Macron dividen a la izquierda en Francia

El presidente francés ofrece una alianza a la derecha moderada para gobernar con una mayoría estable

Marc Bassets
Marine Le Pen, líder del partido ultraderechista francés Reagrupamiento Nacional, el pasado 24 de octubre durante el debate de las mociones de censura.
Marine Le Pen, líder del partido ultraderechista francés Reagrupamiento Nacional, el pasado 24 de octubre durante el debate de las mociones de censura.TERESA SUAREZ (EFE)

En la bancada de la izquierda francesa en la Asamblea Nacional, las expresiones variaban entre la satisfacción y el desconcierto. Una moción de censura presentada el 24 de octubre por la coalición de anticapitalistas, socialistas, ecologistas y comunistas acababa de recoger por sorpresa los votos del Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de extrema derecha de Marine Le Pen.

Era la primera de una serie de mociones de censura que la oposición de izquierdas y extrema derecha han presentado, por separado, en respuesta al uso , por parte del Gobierno francés, del artículo 49.3 de la Constitución. Este artículo permite poner fin a los debates sobre una ley y adoptarla sin voto, como un decreto. La única manera de frenarla es la moción de censura.

En aquella primera moción del curso político, la suma de los votos de la izquierda y la extrema derecha, 239, se quedó a solo 50 de la mayoría absoluta que habría hecho caer al Gobierno de Élisabeth Borne, primera ministra de Emmanuel Macron. Faltaron los votos de Los Republicanos (LR), el partido de la derecha moderada, cuarto grupo en la Asamblea Nacional.

El astuto movimiento de Le Pen ha revolucionado a los partidos. Una parte de la izquierda –los anticapitalistas y euroescépticos de Jean-Luc Mélenchon–l celebra el resultado. “La derecha salva al Gobierno por poco”, declaró Mélenchon, que no es diputado, pero ejerce de líder de su formación, La Francia Insumisa (LFI). “Faltaron 50 votos para expulsar al Gobierno. Estamos listos para el relevo”. Dirigentes de LFI han dejado claro que no hacen ascos a los votos ultras: es la única manera de echar a Borne e inquietar a Macron.

Otros, en la izquierda, se sienten incómodos al sumar fuerzas con la extrema derecha. Los socialistas y los otros socios menores en la Nueva Unión Popular Ecológica Social (NUPES) ya han anunciado que se abstendrán ante la nueva moción de censura que los mélenchonistas de LFI —hegemónicos en la coalición izquierdista— prevén presentar este lunes. No quieren abusar de las mociones de censura pese que Macron gobierno por decreto. Ni arriesgarse a más fotos de una pinza de la izquierda y la extrema derecha contra el presidente. “EL PS está subordinado a LFI: es como si el PSOE estuviese subordinado a Podemos”, lamenta al teléfono Jean-Christophe Cambadélis, ex primer secretario del partido y hoy crítico con su sucesor, Olivier Faure.

El voto del RN a favor de la moción de la izquierda pone el foco también en Los Republicanos. Si estos la hubiesen votado, hoy Francia tendría otro Gobierno. O Macron, como ha amenazado en alguna ocasión si se llega a este punto, quizá habría disuelto la Asamblea y convocado nuevas elecciones. “A partir de ahora”, declaró Le Pen, “ya no hay ninguna duda de que Los Republicanos son los aliados de Emmanuel Macron”.

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El voto inesperado de Le Pen ha puesto en evidencia la precariedad del Gobierno francés. En las legislativas de junio, los partidarios de Macron perdieron la mayoría absoluta. Se quedaron con una mayoría relativa y dos alternativas. Una es gobernar por decreto, aunque el uso del artículo 49.3 de la Constitución se limita a las leyes presupuestarias, como ha sido el caso con las iniciativas que han provocado las mociones de censura en los últimos días. La otra opción es apoyarse en la oposición.

En una entrevista con la cadena France 2, la semana pasada, Macron lanzó un doble mensaje. A los dirigentes de LR les dijo: “Sí, deseo que haya una alianza”. Una alianza daría estabilidad al Ejecutivo francés. Y lo blindaría ante el riesgo de que, en algún momento, la derecha moderada se sumase a las mociones de censura.

El segundo mensaje Macron lo envió a la izquierda y la ciudadanía en general: “¿Ustedes piensan que nuestros compatriotas que votaron por un diputado socialista o ecologista les pedían construir una mayoría con diputados del Reagrupamiento Nacional y les pedían presentar una moción de censura cambiada expresamente por esta coalición barroca de la NUPES?”. Macron se hacía eco, con estas palabras, de una teoría difundida, entre otros, por François Kalfon, miembro del buró nacional del PS: los mélenchonistas habrían retirado una referencia positiva a la inmigración en la moción de censura para facilitar el voto de la extrema derecha.

“Absolutamente falso”, replicó Faure, actual primer secretario del PS, en Libération. Nunca existió tal párrafo posteriormente borrado, según ha confirmado el citado diario. Varias fuentes han señalado que lo que ocurrió fue que simplemente se evitó añadirlo.

“¡Hemos hecho que esta moción sea susceptible de ser votada por la extrema derecha!”, se quejó en declaraciones a Le Figaro el diputado socialista Joël Aviragnet. “Habría bastado añadir un punto inaceptable para ellos sobre la inmigración o sobre cualquier otro tema”.

Cambadélis asegura que parlamentarios socialistas y ecologistas pidieron que se introdujera una frase que impidiese que Le Pen se sumase a la moción. “Pero esto fue rechazado por La Francia Insumisa”, añade. Según el histórico socialista, no es sorprendente que Macron ataque con virulencia a la izquierda, pues “ha pillado a LFI con las manos en la masa”. “Es una falta, una banalización del Reagrupamiento Nacional”, opina. Y concluye que la carga del presidente contra la izquierda es “para preparar los ánimos ante una alianza con la derecha clásica”.

De la reforma de las pensiones a las medidas sobre la inmigración, el campo para entenderse entre Macron y la derecha es amplio. La derecha, de momento, ha dicho “no”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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