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Gustavo Faleiros: “Hay un intento por consolidar la invasión de tierras antes de que se vaya Bolsonaro”

El periodista ambiental cree que el Gobierno del ultraderechista ha sido un “desastre” para la selva brasileña y denuncia el acoso a reporteros en la región

Jon Martín Cullell
Gustavo Faleiros
El periodista de medioambiente, Gustavo Faleiros.

Para alguien que se dedica a los mapas, las paredes del piso de Gustavo Faleiros están sorprendentemente vacías. “Alguno tengo, pero guardado”, ríe. Este periodista brasileño especializado en medio ambiente (São Paulo, 44 años) lleva casi una década analizando a detalle lo que los satélites muestran sobre el Amazonas y sus 7,8 millones de kilómetros cuadrados. InfoAmazonia, el portal periodístico fundado por Faleiros, fue pionero de lo que él llama “geoperiodismo”, una simbiosis entre cartografía e información. Cada imagen satelital es una radiografía del estado de salud de la selva. Últimamente, estas no traen buenas noticias. Con el presidente Jair Bolsonaro hay más deforestación y menos vigilancia que antes. Tampoco se han creado nuevas reservas. “Cuatro años más de Bolsonaro serían muy difíciles para la Amazonia”, advierte.

Pregunta. ¿Las imágenes satelitales que ustedes recogen son la mejor defensa contra los discursos que minimizan la deforestación?

Respuesta. Tanto Bolsonaro como [Luiz Inácio] Lula da Silva en algún momento han cuestionado los análisis. Dicen que hay errores; que a veces se toman piedras como deforestación o dicen que son solo quemas agrícolas. Para desmentirlos, por ejemplo, se puede hacer una superposición de áreas quemadas con las de bosque primario. También se puede hacer un análisis de la temperatura del incendio porque la del fuego agrícola es mucho menor. Eso te permite decir que no es una quema agrícola tradicional. Es deforestación con fuego, es algo ilegal.

P. ¿Qué ha significado el Gobierno de Bolsonaro para la Amazonia?

R. Fue un desastre completo. En el campo ideológico, ha traído nuevamente ese discurso de que la Amazonia es codiciada por fuerzas extranjeras, de que son los brasileños los que mejor saben cuidar de ella. Por otro lado, de manera práctica, no ha creado ninguna área protegida ni reserva indígena. Nunca hubo un presidente en los últimos 30 años que no hiciera nada en términos de conservación. Fue una propuesta de campaña de Bolsonaro y la cumplió.

P. ¿Qué consecuencias ha tenido eso?

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R. Además de no hacer nada en favor de los indígenas, Bolsonaro ha reducido la inversión en los órganos de fiscalización y los impactos de esto son cada vez más claros. Hubo una explosión de minería ilegal y solo ahora, por mucha presión internacional y por presión incluso de algunos productores agrícolas que empezaron a sufrir por la competencia del crimen organizado, el presidente empezó a movilizar a las Fuerzas Armadas. El resultado de todo esto es que la Amazonia está dominada ahora por facciones criminales. Esto no es nuevo, pero ahora se consolidó de una forma preocupante. ¿Cómo revertir una situación que se acerca a la de algunas zonas de México, o a Colombia, con grupos armados creando áreas autónomas? Yo creo que ya es un tema de seguridad nacional y regional.

P. ¿Cómo vivió el reciente asesinato del periodista británico Dom Phillips mientras reporteaba en la región?

R. Tuvimos la percepción de que una línea había sido cruzada. Hay muchos casos todos los años con periodistas locales. Pero este fue diferente porque la sociedad brasileña se dio cuenta de que hay un problema de crimen organizado en la región. Los periodistas estamos todos bajo presión y amenaza. Antes, la gente que no quería hablar se excusaba y no decía nada. Ahora, se siente con derecho a decirte: “No eres bienvenido acá y, si no te vas, algo te va a pasar”.

P. Hace unos días, Bolsonaro dijo en la ONU que más del 80% de la Amazonia continúa virgen y dio a entender que los medios de comunicación exageraban. ¿Qué piensa de estas declaraciones?

R. Efectivamente, él puede tomar los datos y decir que la tasa de deforestación en los últimos 30 años es del 20%. En teoría, el 80% de la cobertura vegetal estaría preservada, pero eso es totalmente cuestionable. Hay cada vez más información científica que demuestra que la parte más remota de la Amazonia ya sufre algún tipo de degradación. Aunque veas bosque en las imágenes satelitales, eso no quiere decir que la naturaleza esté bien. En los últimos 20 años ha habido un incremento del 200% de minería en los cuerpos de los ríos y, si ves esas imágenes, son de destrucción, de guerra. Es como si una bomba nuclear hubiera destruido la zona.

P. En la Amazonia, Bolsonaro ganó las últimas elecciones. ¿Por qué?

R. Desafortunadamente, el apoyo es muy fuerte. Los habitantes de la región no soportan escuchar a gente de fuera decir que están llegando para salvar la selva. Allí uno escucha: “No quiero interferencias, no quiero ser criminalizado”. Bolsonaro dice que él quiere que la gente trabaje y abra sus propios negocios, y eso es muy aplaudido. El reto del país es pensar qué vamos a hacer con esa región, con la gente que vive allí. No se trata de conservar solamente, de convertirlo todo en parques. ¿Qué tipo de economía puede ser viable para la gente de la Amazonia y para el mundo y que no se siga destruyendo todo? Este es el reto.

P. En agosto, hubo los mayores incendios en 12 años. ¿Tiene que ver con la proximidad de elecciones?

R. Yo creo que hay un factor físico, porque la sequía llegó retrasada y fue bien intensa en los meses de agosto y septiembre. Por otro lado, históricamente las elecciones representan más deforestación, porque la gente cree que no va a haber fiscalización y multas. En esta elección ha habido un pequeño incremento. Mi interpretación es que hay una esperanza de consolidar las nuevas invasiones de tierra antes de que se vaya Bolsonaro.

P. ¿Una victoria de Lula cambiaría algo? En sus primeros años en el poder, hubo mucha deforestación.

R. En 2003, 2004, los primeros años de Lula, el índice de deforestación batió récords. Lo bueno fue que hubo una respuesta inmediata y articulada. Se creó un plan con tres ejes: el combate con Policía y Ejército, la reglamentación y la creación de cadenas sostenibles de producción agrícola. El único que funcionó fue el primero. Casi todas las semanas, había una operación de la Policía Federal desarticulando cuadrillas de madereros. Eso contribuyó a bajar la deforestación. Sin embargo, nunca se hizo lo principal. ¿Cómo transformar la economía de la Amazonía de una manera estructural? Escucho a Lula decir que van a hacer bioeconomía, turismo sustentable. Ojalá que pase, pero es bien difícil. El reto es gigante.

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Sobre la firma

Jon Martín Cullell
Es redactor de la delegación de EL PAÍS en México desde 2018. Escribe principalmente sobre economía, energía y medio ambiente. Es licenciado en Ciencias Políticas por Sciences-Po París y máster de Periodismo en la Escuela UAM- El PAÍS.

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