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Mijaíl Gorbachov
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gorbachov, un empeño inolvidable

El legado del último líder de la URSS será recordado positivamente por gran parte de Occidente, aunque su periodo no estuvo exento de fracasos

Javier Solana
Mijail Gorbachov
Mijaíl Gorbachov (izquierda) y Boris Yeltsin, en agosto de 1991, en el Parlamento ruso.BORIS YURCHENKO (AP)

Hace apenas dos días murió una de las figuras históricas más importantes del siglo XX. Aunque no tuviera éxitos en muchos de sus propósitos, Mijaíl Serguéievich Gorbachov merece ser recordado como una gran persona, que puso sus grandes cualidades humanas al servicio de su país y de la paz en el mundo.

Gorbachov era una persona de origen humilde. Nacido en el pequeño pueblo de Privolnoye, en la región de Stávropol, en Rusia, sus orígenes campesinos tendrían un gran impacto en su vida.

A pesar de venir de un entorno humilde, Gorbachov tuvo la oportunidad de estudiar Derecho en la mejor universidad de la Unión Soviética, la Universidad Estatal de Moscú. Motivado por el activismo político de su padre y de su abuelo, durante su periodo universitario ingresó en las filas del Partido Comunista de la Unión Soviética. A su vuelta a su región natal de Stávropol, fue en su capacidad como jefe de la administración regional que conocería a Yuri Andropov, entonces director de la KGB, quien sería uno de los grandes promotores de la figura de Gorbachov en las filas del Partido Comunista.

Tras la muerte de Leonid Brezhnev, que fue secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética durante 16 años, parecía claro que Andropov le sucedería en el cargo. Así fue. Sin embargo, Andropov murió tan solo 15 meses después de asumir el cargo, y ante la disyuntiva de elegir un sucesor, el Comité se decantó por Chernenko, del ala más dura del Partido. En un estado de salud terminal a lo largo de su mandato, Chernenko solo duraría 11 meses en el puesto, y finalmente Gorbachov se convertiría en secretario general.

Aunque su legado será recordado positivamente por gran parte del pensamiento occidental, cabe recordar que el periodo de Gorbachov no estuvo exento de fracasos. Por una parte, aunque consiguiera llevar a cabo con éxito algunas reformas políticas (glasnost), Gorbachov se encontró con enormes dificultades para llevar a cabo su programa de reformas económicas, también conocido como perestroika. Además, tuvo que gestionar la catástrofe humana que supuso el desastre de la central nuclear de Chernóbil en 1986, así como la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán en 1989.

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Gorbachov encontró en Reagan un acérrimo anticomunista, pero a pesar de sus grandes diferencias pudieron ponerse de acuerdo en lo fundamental. En la Cumbre de Ginebra de 1985, el compromiso de ambos líderes por evitar una conflagración nuclear quedó patente al declarar conjuntamente que “una guerra nuclear no se puede ganar y jamás debe ser librada”. Junto a Reagan, Gorbachov tuvo la valentía de aprobar el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio en 1987 —después suspendido por Donald Trump— e iniciar el camino para la firma del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, también conocido como START I.

Además, Gorbachov fue un gran amigo de España. En 1990, Gorbachov visitó España, y durante ese viaje, se le reconoció su contribución a la paz mundial con dos nombramientos honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid y la Complutense.

El declive de Gorbachov fue la expresión personalizada de la caída de un sistema político que necesitaba reformarse, pero cuyas dinámicas internas hacían imposible cualquier intento de cambio. Aunque sobreviviera al golpe de Estado de 1991, los continuos esfuerzos de Gorbachov por hacer de la Unión Soviética un régimen socialista con rostro humano no fueron suficientes para contrarrestar la creciente influencia de Boris Yeltsin. Con el Tratado de Belavezha de 1991, Yeltsin, como representante de Rusia, conseguiría reunir a los representantes de Ucrania y Bielorrusia para disolver formalmente la Unión Soviética.

En estos tiempos en los que en el Kremlin se sienta el Putin más agresivo e irracional que hayamos conocido, la figura de Mijaíl Gorbachov es, sin duda, el líder político más lúcido que ha tenido Rusia. Gorbachov fue un gran amigo del diálogo, cuya contribución a Rusia y al mundo no ha sido debidamente reconocida por sus sucesores políticos. En Europa, le recordaremos por dar fin a la Guerra Fría y por la reunificación de Alemania. En definitiva, le recordaremos como un europeo.

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