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Cientos de yihadistas liberan a más de 800 presos en el asalto a una cárcel en la capital de Nigeria

Decenas de los evadidos pertenecen al Estado Islámico de África Occidental. Los atacantes volaron los muros con explosivos

Un vehículo quemado y un muro destrozado tras el ataque a la prisión de media seguridad de Kuje, cerca de Abuya, del pasado miércoles.Foto: STRINGER (REUTERS) | Vídeo: REUTERS
José Naranjo

Centenares de hombres armados atacaron este miércoles de madrugada una cárcel en las afueras de Abuya, la capital de Nigeria, y provocaron la fuga de 879 presos, han informado este jueves las autoridades del país. Unos 440 de ellos continúan en paradero desconocido, mientras que el resto regresó a la prisión o fue capturado. El grupo yihadista Estado Islámico de África Occidental (Iswap), muy activo en el noreste del país, ha reclamado la autoría del ataque y ha divulgado vídeos del mismo, asegurando que había liberado a decenas de combatientes. De hecho, 64 de los presos evadidos de la cárcel de Kuje pertenecen a este grupo terrorista.

El asalto, que se prolongó durante unas tres horas, ha dejado un guardia de seguridad y cuatro presos muertos, así como unos 16 heridos, según fuentes penitenciarias, que han asegurado que “muchos atacantes” fallecieron durante el mismo, sin especificar una cifra. El presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, mostró su malestar a través de su perfil de Twitter: “Entristecido por el ataque al Centro de Custodia de Mediana Seguridad de Kuje. Estoy decepcionado con el sistema de inteligencia. ¿Cómo pueden los terroristas organizarse, atacar con armas una instalación de seguridad y salirse con la suya? Estoy esperando un informe completo sobre este impactante incidente”, aseguró.

Los asaltantes utilizaron explosivos para volar los muros de la prisión, que en el momento del ataque albergaba a unos 900 presos. Desde 2020, unos 5.000 condenados se han escapado de las prisiones nigerianas, tanto en fugas individuales como en ataques organizados desde el exterior, como el de este miércoles. Uno de los más graves tuvo lugar hace poco más de un año en Owerri, en el Estado de Imo, cuando militantes del movimiento independentista Pueblo Indígena de Biafra asaltaron la cárcel y liberaron a unos 1.800 internos, entre ellos una veintena de miembros de la rama militar del grupo.

También este miércoles, un convoy de vehículos integrado por miembros de la seguridad y personal adscrito al presidente Buhari fue atacado en una emboscada en el Estado de Katsina. La ofensiva fue repelida por las fuerzas de seguridad tras un intenso intercambio de disparos. Ambos incidentes sacan a la luz el enorme problema de seguridad que tiene Nigeria en muchos frentes: conflicto yihadista en el noreste e independentista en la región de Biafra, así como una extensión de la inseguridad de la mano de grupos de delincuentes en el noroeste y centro del país que llevan a cabo robos y secuestros de manera masiva.

Todo ello ocurre además a medio año de las elecciones presidenciales, previstas para febrero de 2023, en las que se enfrentarán Bola Tinubu, exgobernador de Lagos ―en representación del partido en el poder, el Congreso de Todos los Progresistas (APC)― y el eterno candidato Atiku Abubakar, del histórico Partido Democrático Popular (PDP). Ambos representan la vieja política nigeriana: musulmanes, inmensamente ricos y envueltos en escándalos de corrupción en el pasado; el primero procedente de la pujante Lagos, en el sur, y el segundo, de Adamawa, en el norte.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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