Obama quiere que los universitarios crucen la frontera
EE UU se ha comprometido a multiplicar los intercambios de estudiantes con Latinoamérica hasta cien mil A los estadounidenses les disuade la inseguridad del país vecino y los mexicanos prefieren ir a Europa
La frontera entre Estados Unidos y México es permeable para las drogas, las armas, la comida, la cultura...no tanto para los universitarios. Las cifras de intercambios estudiantiles entre los dos países son ínfimas, pero el presidente Barack Obama ha prometido cambiarlas. Durante su reciente visita al país vecino anunció un nuevo programa que llevará cien mil latinoamericanos a estudiar al norte y cien mil estadounidenses a estudiar al sur, con énfasis en carreras de ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas.
Las cifras del programa One Hundred Thousand Strong in the Americas, inspirado en una anterior colaboración China-EE UU, son ambiciosas, vistas desde México. El país está en el noveno puesto en envío de universitarios a Estados Unidos. En 2011, solo 13.700 de los estudiantes (de un país de más de 112 millones de habitantes) fueron a centros superiores del otro lado de la frontera. China mandó a 194.000 jóvenes al año. India a 100.000. A México lo supera hasta Corea del Sur, que tiene 48 millones de habitantes y 72.000 estudiando en Estados Unidos, según el Instituto Internacional de Educación (IIE). Canadá, el otro vecino del gigante norteamericano, duplica las cifras de la República Mexicana.
Los vecinos, coinciden los expertos, están tan cerca que se miran poco. La gran mayoría de los mexicanos que se van a estudiar fuera eligen Europa (un 53%), y sobre todo España por la afinidad cultural, las “facilidades económicas” en la enseñanza y la ubicación geográfica, de acuerdo con las encuestas de Patlani México, un comité de expertos que realiza informes independientes sobre movilidad estudiantil.
La presencia de universitarios estadounidenses en México también es mínima, debido sobre todo a la percepción de inseguridad. Solo 4.000 vinieron en el año 2011, según el IIE, un 40% menos que el curso anterior. Ese año, dos alumnos de la Universidad de Texas fueron asesinados al cruzar la frontera hacia su hogar, en la violenta Ciudad Juárez.
“Hay más estadounidenses que quieren ir a Argentina que venir a México”, reconoce Hazel Blackmore, directora de la Comisión México-Estados Unidos (Comexus). “Estamos atrás de países tradicionalmente atractivos para EE UU como Inglaterra, España y Francia, y de China, India, Sudáfrica…”, señala. Otra vez el idilio con el Viejo Continente: según la organización Patlani, la mitad de los universitarios extranjeros de México proviene de Europa.
Cuando se implante -todavía está perfilándose- el plan de Obama tendrá que superar varios obstáculos. Para los mexicanos, el principal es el idioma, dice Hazel Blackmore. “En la educación superior necesitan un buen manejo del inglés, algo que no existe en México, aunque se está intentando subsanar.A partir del año pasado es obligatorio en las escuelas públicas, y universidades como la UNAM o la UAM están empezando a pedir un nivel mínimo a sus estudiantes”, apunta.
El dinero, si hablamos de dos países con niveles de vida dispares, también cuenta, y mucho. “La educación superior en EE UU es costosa, en colegiatura y manutención. La universidad pública en México, en su mayoría, es prácticamente gratuita, y el costo de la vida es más bajo”, apunta Blackmore. Y el sistema, hasta ahora, fomenta que los intercambios sean recíprocos, aunque no hay cifras oficiales ni se sabe con exactitud cómo se pagan. Comexus calcula que más o menos el 30% de los alumnos mexicanos en el extranjero cuenta con algún dinero público. Es el caso de Sebastián Rodríguez, un médico mexicano de 25 años que ha conseguido cuatro fuentes de financiación (incluida la de Comexus) para un posgrado en la Universidad de Harvard. “Mi meta en realidad no era EE UU, pudo haber sido España, Inglaterra o cualquier otro país. Mi verdadera meta era hacer un estudio en el extranjero en el que ganara una nueva visión sobre cómo enfrentar y solucionar los problemas de mi país”, cuenta por correo electrónico.
Del plan de Obama para hacer algo que suena a las becas Erasmus de la Unión Europea no se conocen detalles. Un foro de alto nivel se encargará pronto de contabilizar los acuerdos bilaterales que funcionan y empezará a diseñar el nuevo programa. Tendrá también que concretar cómo afectará el programa a los soñadores (dreamers), jóvenes indocumentados que se encuentran en un limbo legal en EE UU. Y todo mientras Obama se replantea la relación con México. “Los intercambios educativos son bien importantes, pero si quieren que el programa tenga éxito, los dos países tienen que abordar los asuntos más urgentes-como la migración y cuestiones de seguridad-antes que nada. No podemos pensar sobre el intercambio educativo como algo desconectado de los otros temas que enfrentan los dos países”, subraya Adam Goodman, historiador de 31 años que actualmente investiga en el Centro de Investigaciones Sobre América del Norte de la UNAM. Él puntualiza que en DF se siente “igual de seguro que en cualquier ciudad grande del mundo”.
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