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La punta de la lengua
Columna
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Hay tema

El diccionario de uso dirigido por Seco sí incluye con claridad ese cambio semántico de equivalencia con “canción”

Partitura de música.
Partitura de música.oliale72 (Getty Images)
Álex Grijelmo

La palabra “tema” provocó 11 referencias de Fernando Lázaro Carreter en sus célebres dardos publicados en distintos medios impresos desde 1975 hasta su muerte en marzo de 2004. El que fue director de la Academia afeaba el mal uso de ese vocablo a periodistas, políticos y personajes públicos. En uno de sus artículos contaba el caso de una directora de cine que había declarado: “Es muy hermoso suicidarse por amor. Claro que uno puede suicidarse por cualquier tema”. Y en otro recogía este comentario de un narrador deportivo: “El balón ronda junto a la portería y al final el cancerbero atrapa el tema”.

En aquellos años, la palabra “tema” valía para todo. Se oían en los medios afirmaciones como “al acto no pudo asistir el ministro por el tema de que tenía un viaje a Bruselas”. Y en el lenguaje popular se empezó a cotillear también que entre dos personas había tema, no necesariamente de conversación.

En los usos de políticos y periodistas, “tema” se podía suprimir sin daño del mensaje, como pasaría hoy si se quitara “el conjunto” de muchas afirmaciones políticas (“nos preocupa el conjunto de la economía española”). Y en otros casos, cabía sustituir “tema” por “problema”, “asunto” o “conflicto”.

Aquel abuso se fue desvaneciendo, y ahora casi ha desaparecido. Pero quedó una ramificación musical.

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El Diccionario acoge 11 acepciones de “tema”, una de las cuales reza: “Trozo pequeño de una composición, con arreglo al cual se desarrolla el resto de ella y, a veces, la composición entera”.

Pero ojo: eso de “y, a veces, la composición entera” se añadió en 2001, tal vez porque alguien recordó el Bolero de Ravel (1928), que en apariencia está formado por un solo tema (aunque en realidad son dos).

Durante siglos, la música consideró “tema” el fragmento que da pie a variaciones identificables respecto de su base. Así, por ejemplo, Antonio José utilizó la canción popular Dónde vas a dar agua, mozo de mulas como uno de los temas principales de su ópera El mozo de mulas. Un tema es, pues, una melodía reconocible dentro de una composición más compleja.

Esa adición de 2001 –de cuyo motivo no parece haber quedado documentación– puede servir ahora para avalar el significado de “tema” como equivalente de “canción”; pero cabe oponerle dos inconvenientes: el “tema” es un trozo que o bien se desarrolla en la composición o bien la abarca, vale, pero las canciones no suelen formarse de ese modo sino con estribillo y estrofas; y en segundo lugar, si los académicos hubieran pensado en esa equivalencia la habrían reflejado tal cual. “Tema: Canción”.

El diccionario de uso dirigido por Manuel Seco (1999) sí incluye con claridad este cambio semántico en “tema”. Una de sus acepciones en esa entrada dice: “Pieza instrumental o cantada de música popular moderna”; y pone un ejemplo del diario Pueblo en 1981: “El álbum (…) contiene siete temas”.

Así pues, la amplitud que se fue procurando esta palabra ha alumbrado ese nuevo sentido que quizás convenga incluir en el Diccionario, como tantos otros casos en que la parte acaba nombrando también el todo. Eso sí, a muchos entendidos en la teoría musical les sonará extraño. O sea, les sonará desafinado. Pero este fenómeno lleva tiempo progresando en la lengua; hasta el punto de que ahora, cuando una canción le emociona a alguien, no dice “es una cancionaza” sino “es un temazo”. ¿Y eso qué significa? Pues parece claro: eso significa que en determinadas circunstancias la canción puede ayudar a que haya tema.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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