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“Si alguien comete un acto de violencia, ganará un Oscar”: así se vivió en las redes sociales la gala posbofetón

‘Todo a la vez en todas partes’ triunfó sobre el escenario, pero las intervenciones de Hugh Grant, Mark Hamill o el productor de ‘Sharknado’ fueron las galardonadas en Twitter

Andie MacDowell y Hugh Grant, juntos tres décadas después del gran éxito de 'Cuatro bodas y un funeral', no ganaron ningún Oscar anoche, pero fueron de los más celebrados en las redes sociales. Foto: RICH POLK (VARIETY VIA GETTY IMAGES) | Vídeo: EPV

Esta vez no hubo sorpresas en los Oscar. De ningún tipo: ni en lo relativo a los principales premiados, ni en cuanto al transcurso de lo visto esta madrugada en España a través de Movistar Plus+. Todo ello dentro, por supuesto, de la aparente normalidad que supone el triunfo de una película como Todo a la vez en todas partes, de Dan Kwan y Daniel Scheinert, primer título de ciencia ficción de la historia en alzarse con la principal estatuilla en los premios de la Academia, aunque su espectacular recorrido previo (la comedia sobre el multiverso ya había superado, antes de la gala, la marca de película con más condecoraciones recibidas en toda la historia del cine, por delante de El Señor de los Anillos: El retorno del rey) hacía que lo anómalo se diera largamente por asumido desde hace semanas. Sus actores Michelle Yeoh, Jamie Lee Curtis y Ke Huy Quan también ganaron el Oscar, con el emocionante final feliz para el regreso de Brendan Fraser, por La ballena, completando el apartado interpretativo. Todos ellos estaban nominados por primera vez.

La sombra de la agresión de Will Smith sobre Chris Rock el pasado año era alargada, lo que no significaba tampoco que los espectadores fuesen a olvidar fácilmente otro de los momentos más sonrojantes vividos en las últimas ceremonias. La Academia hizo, en esta ocasión, una apuesta nítida por el cine popular, con la lista de nominadas a mejor película más taquillera de todas las ediciones. Esa apertura de miras, sin embargo, aún no ha alcanzado a la serie B, para desgracia del productor de las películas de Sharknado, que tendrá que seguir esperando a que Warren Beatty y Faye Dunaway, tras su premio en diferido a Moonlight en lugar de La La Land, lean en un futuro la auténtica papeleta correcta.

En la alfombra roja, la expectación por las estrellas a punto de ser coronadas fue eclipsada por otra persona que lleva siendo una estrella toda la vida: Hugh Grant, que concedió la entrevista más tensa, pasota y accidentalmente cómica de la noche. Su arqueo de cejas al terminar la conversación o su mueca de desconcierto al referenciar la novela de William Makepeace Thackery La feria de las vanidades (en el original, Vanity Fair) y notar que la reportera lo malinterpreta como la fiesta de la revista Vanity Fair dejó ya un gran momento Oscar antes siquiera de que el minutero empezase a contar.

A este lado del charco, a falta de cine español en las nominaciones, había expectación por Ana de Armas, candidata a mejor actriz por Blonde, a quien el público de la serie de Antena 3 El internado no olvida. Ni tampoco sus guionistas.

Tal y como se esperaba, Jimmy Kimmel, hombre de confianza de la Academia con la misión de apagar el fuego encendido en 2022 con el incidente de Smith, dedicó su discurso inicial a zanjar el trauma con un monólogo con tintes de autocrítica por parte de la organización de los Oscar: “Si alguien comete un acto de violencia, ganará el Oscar a mejor actor automáticamente y tendrá derecho a un discurso de aceptación de 19 minutos. Ante la duda, que todo el mundo haga lo mismo que el año pasado, nada. O que abrace al asaltante”. Su apertura finalizó con varios planos de los guardaespaldas con los que tendría que verse cualquier potencial agresor que tratase de llegar hasta él: Michael B. Jordan, Andrew Garfield, Spielberg o Pedro Pascal.

América Latina no pudo disfrutar de un triunfo para Argentina, 1985, que perdió ante la apisonadora de Sin novedad en el frente (cuatro estatuillas se llevó la película alemana), aunque Guillermo del Toro sí ganó en la categoría de animación con su particular versión de Pinocho. Alegría, por tanto, para México, pero no tanta para Argentina, que se queda a las puertas del histórico combo Mundial de Fútbol + Oscar, pese a que el mismísimo Lionel Messi había alabado desde su Instagram el drama judicial protagonizado por Ricardo Darín.

La desilusión con la que Salma Hayek leyó el nombre de la ganadora a película internacional tampoco pasó desapercibida, perfectamente ejemplificada con un meta-meme de Andrew Garfield mirando a cámara minutos antes.

El cine popular y de género (fantástico, aventuras, ciencia ficción…), como se venía anunciando, fue lo más reivindicado de una noche donde se coronó como secundarios a Ke Huy Quan, el recordado niño Tapón de Indiana Jones y el templo maldito, y a Jamie Lee Curtis, una de las grandes reinas del grito gracias a su icónico papel de Laurie Strode al frente de la saga Halloween. Ambos lo hicieron por Todo a la vez en todas partes y ambos, como no podía ser de otra manera, se acordaron de sus progenitores, el primero, nacido en Saigón, por sus duras vivencias infantiles en un campo de refugiados. Sus palabras emocionaron a Twitter: “Mi viaje empezó en un barco y acabé en un campo de refugiados. Dicen que las historias como esta solo ocurren en las películas. No me puede creer que me esté pasando a mí. Esto es el sueño americano”.

Jamie, por su parte, recordó en su discurso el Oscar que a sus padres, Tony Curtis y Janet Leigh, se les escapó. Por supuesto, John Carpenter, director de La noche de Halloween, tuvo palabras para ella en Twitter. También su archienemigo, el psicópata Michael Myers, en la imaginación de uno de los grandes tuiteros cinéfilos de España.

La reacción al perder que tuvo Angela Bassett, la otra gran favorita a mejor actriz de reparto (que fue animada y reivindicada desde el escenario por Michael B. Jordan y Jonathan Majors), también llamó inmediatamente la atención por su elocuencia.

Todo a la vez en todas partes ha contribuido a abrir las fronteras del canon académico y del cine considerado convencional, por lo que tiene pleno sentido que contara con alguien como David Byrne, histórico líder de Talking Heads, como aliado desde su producción (aportó la canción principal junto a Mitski y la también actriz Stephanie Hsu) hasta la gala de los Oscar. Su actuación con dedos de salchicha, a la manera de uno de los multiversos de la película, fue uno de los momentos de la noche. También la alerta informativa con la que el medio Vulture advirtió que el asno con el que Jimmy Kimmel salió al escenario para otro sketch no era el mismo que actuó junto a Colin Farrell en Almas en pena de Inisherin.

Después que Julia Louis-Dreyfus hiciese la referencia para intelectuales de la ceremonia al aclarar que su vestido era el mismo que lució en la comedia de Chevy Chase ¡Socorro! Ya es Navidad, de 1989, parecía que todo en materia de vestuario había quedado ya zanjado. Hasta que varios espectadores, entre ellos Mark Hamill, se percataron del fastuoso tocado de una de las invitadas. “Con la suerte que tengo, si consiguiera entradas para los Oscar me sentarían justo detrás de la mujer llevando ese tocado blanco gigantesco”, escribió el actor.

El duelo de divas entre Lady Gaga y Rihanna, ambas candidatas al Oscar por sus respectivas canciones para Top Gun: Maverick y Black Panther: Wakanda Forever se saldó con derrota de las dos a manos de la canción Naatu Naatu, perteneciente a una de las grandes sensaciones de la temporada, la explosiva película india RRR. En términos de puesta en escena, la interpretación de la canción ganadora, que recreaba el número musical original, impactó por contraste con las propuestas de las dos cantantes, especialmente con Lady Gaga, que planteó una interpretación muy intimista, sin aspavientos y con una realización cercana, sobre fondo negro. Para algunos, fácil de parodiar. Antes de la gala, la artista también vivió otra de las escenas más virales con la caída de un fotógrafo.

Si para algo existen los Oscar es para recordar la magia del cine, de la cual, sin duda, fue buen exponente la extraña interacción entre dos entidades que nunca hubiéramos imaginado formando parte de la misma frase, como son el oso cocainómano de la película Oso vicioso y la activista Malala Yousafzai, premio Nobel de la Paz en 2014, presente entre el público. El breve encuentro y saludo entre ambos tuvo lugar solo unos minutos antes de que el nombre y la foto de Jean-Luc Godard apareciera en pantalla completa por el In Memoriam, y solo unos minutos después de que Elizabeth Banks, la directora de la película, aquejada de una laringitis, presentara junto al oso (junto a alguien dentro del traje de oso, cabe precisar) el premio a mejores efectos especiales.

Además de su inevitable referencia a Will Smith, Jimmy Kimmel aprovechó también para criticar, de un solo golpe, las ausencias de Tom Cruise y James Cameron (“Los dos tíos que más se habían empeñado en que volviésemos al cine han decidido no venir”) y el criterio machista de los académicos. “Entiendo que alguien con el orgullo de James Cameron decida no venir. ¿Cómo se atreven a no nominar a la persona que ha hecho Avatar? ¡Ni que fuera una mujer!”, dijo, en referencia a la ausencia de mujeres en la categoría de mejor dirección. En la herida ahondó Sarah Polley, ganadora del premio a mejor guion adaptado por Ellas hablan, al agradecer irónicamente a la Academia que pudiera hacer la vista gorda ante un título como el suyo.

Dan Kwan y Daniel Scheinert, el primero de ellos con la palabra Punk cosida a la espalda de su chaqueta, fueron los grandes triunfadores de la noche con Todo a la vez en todas partes, por la que ganaron mejor guion, mejor dirección y mejor película. En unos premios donde se rindió homenaje al espíritu de evasión y, también, a las nuevas sensibilidades y caligrafías visuales derivadas de la cultura del meme y TikTok, muchos recordaron rápidamente cómo conocieron a los Daniels: con el videoclip de Turn down for what, de DJ Snake y Lil Jon, aparecido en 2014, un hito de internet de los que dejan huella. Ellos, por su parte, siguiendo la línea de los actores de su película, también tuvieron palabras de agradecimiento a sus padres por dejarles ser ellos mismos, que terminó en un alegato por la libertad artística y personal, que incluye dejar que los niños se vistan como quieran.

Había también un elemento de nostalgia en los triunfos de dos antiguos ídolos como Brendan Fraser y Michelle Yeoh, cuyo mejor momento parecía haber pasado hace décadas. El primero, un actor al que el público treintañero y veinteañero tenía cariño gracias a La momia o George de la Jungla, llevaba tiempo desaparecido de la primera línea. Michelle Yeoh, por su parte, hizo historia como primera asiática en obtener la distinción y vino a confirmar el cambio de paradigma en la consideración hacia las mujeres mayores en la industria: la intérprete malasia ha logrado algo inimaginable casi hasta ayer, que una actriz especializada en cine de acción gane el Oscar con 60 años y gracias a una película de acción (dentro de su mezcla de géneros). La frase “no dejes que nadie te diga que ha pasado tu momento” arrasó en los likes de Twitter.

Sin embargo, nunca llueve a gusto de todos. Que este año los premios de interpretación fuesen a parar a actores más maduros supuso, a su manera, un jarro de agua fría para los seguidores de un ídolo juvenil como ya es Austin Butler, que transformó incluso su tono de voz de manera permanente para encarnar al rey del rock en Elvis. Un esfuerzo sin premio que algunos no se han tomado nada bien. La cuenta parodia de la protagonista de Tár, interpretada por Cate Blanchett, también se hizo eco de la derrota de su actriz. Del mismo modo, otros tampoco han sido precisamente entusiastas con la victoria de una película como Todo a la vez en todas partes, que, para no ser una ganadora al uso, ha seguido un recorrido muy similar al de otras de sus predecesoras: de obtener muy buenas críticas y un estatus casi de culto al momento de su estreno, para, cuando alcanza gran reconocimiento, ser despreciada incluso por las mismas personas que en su día la encumbraron. “Me encanta estar en Twitter durante los Oscar, consiste en la misma película siendo definida como una obra maestra y como la peor de la historia al mismo tiempo durante cuatro horas”. De lo contrario, en cualquier caso, estaría claro que los Oscar no serían los Oscar.

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