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“Malditos poetas, os habéis cargado la poesía”: la polémica con Miguel Gane reaviva el debate sobre la pureza del verso

Las críticas recibidas por un poema del autor, uno de los más vendedores de la actualidad en su género gracias a su popularidad en redes sociales, ponen de nuevo sobre la mesa el viejo dilema sobre qué es la poesía y a quién debe dirigirse

El poeta Miguel Gane. La imagen original fue tomada durante su firma en la Feria del Libro de Madrid en 2022.
El poeta Miguel Gane. La imagen original fue tomada durante su firma en la Feria del Libro de Madrid en 2022.Getty Images / Blanca López (collage)

A William Shakespeare nunca le llovieron tomates. Todavía eran poco comunes en su época. El primer lanzamiento de esta fruta del que se tiene conocimiento ocurrió en 1883, en un teatro de Hempstead (Nueva York). La víctima era un aspirante a actor llamado John Ritchie. La crónica del New York Times narra los esfuerzos del intérprete por seguir con su actuación mientras recibía el impacto de los tomates que le arrojaban desde el público. Finalmente tuvo que salir huyendo y al terminar juró que nunca volvería a actuar en ese pueblo.

Hoy las pasiones se dirimen en las redes sociales. Hace pocos días un poema de Miguel Gane (Leresti, Rumanía, 1993) causó un incendio en Twitter. El joven escritor compartió una poesía llamada Reina, perteneciente a su libro La piel en los labios (Aguilar, 2020), y en poco tiempo la red social se llenó de miles de opiniones opinando sobre la calidad del texto.

Hubo quien incluso extendió la crítica a toda una nueva generación de escritores: “Malditos poetas, os habéis cargado la poesía”, opinaba un usuario. En conversación con ICON, Gane asegura que la mayoría de los comentarios venían de personas que se escondían detrás de un perfil anónimo. A los cinco minutos silenció las notificaciones, pero según cuenta, siguió recibiendo mensajes privados de usuarios que le insultaban y le instaban “a dejar de escribir poesía”. Este es el poema que causó toda la polémica:

Pa reina maga tú

bailando en bragas en el salón,

cantando canciones

que no te sabes,

cada puta noche.

Ese es mi regalo.

Dos días después, Gane respondió a sus críticos con la publicación de un poema de Goethe llamado Ladran. También agradeció el apoyo que le había dedicado un usuario, y de pasó recordó que lleva seis años publicando, y que ha escrito “algunos de los poemas más leídos” de su generación.

Gane empezó a publicar a los 16 años en un blog. “Fue al entrar en la carrera cuando empezó a funcionar un poco más y me descubrió mi editora actual”, recuerda. Tenía alrededor de 10.000 seguidores cuando publicó su primer libro de poemas, Con tal de verte volar (Aguilar, 2016), y se acababa de abrir la cuenta de Instagram hacía dos meses. El libro alcanzó recientemente decimoctava edición. En 2018 publicó Ahora que ya bailas (Aguilar), su segundo poemario.

A punto de cumplir los 30 años, Gane vive holgadamente de la venta de sus libros. La piel en los labios, la obra que incluye el poema tan criticado en redes, fue el libro de poesía más vendido en España en 2020. El autor ha dado recitales en un buen número de países y, sin ir más lejos, las entradas para su actuación en la sala Galileo Galilei en Madrid el próximo 25 de enero ya están agotadas. Acumula 385.000 seguidores en Instagram y 60.000 en Twitter.

La poeta Luna Miguel (1990) también se unió al debate a través de su cuenta de Twitter. No lo hizo para defender a Gane, sino para compartir una lista de jóvenes poetas que, en su opinión, sí merece la pena reivindicar. “Comparto esta lista con algunos nombres de poetas para que en Twitter no todo sea reírse de la mala poesía viral y ya”, escribió. La escritora madrileña tiene cerca de 50.000 seguidores en redes sociales, aunque es un buen ejemplo de una autora con notable popularidad que no encaja exactamente en lo que ella misma ha denominado poesía “comercial” o “viral”. En marzo del año pasado, expresó su opinión hacia este tipo de obras en un artículo de ICON: “Como en todos los géneros, en la poesía hay producciones más comerciales, más asequibles, más virales. Esto en narrativa lo entendemos muy bien, ¿por qué no en poesía?”.

Luis Bagué Quílez, poeta y crítico literario, opina que el género de la poesía está excesivamente sacralizado. “El público lector, y buena parte de los propios poetas, asumen con naturalidad que existan productos culturales de calidad dispar en la música, en el cine o incluso en otros géneros literarios (como en la omnipresente novela), pero a la poesía suele pedírsele que sea sublime sin pausa”.

“Poesía comercial” es, en cierta manera, un oxímoron. De todos los géneros literarios no hay ninguno tan precario como la literatura escrita en verso. En 2021, facturó (junto al teatro) 7,4 millones de euros, apenas un 0,8% del total, según el último informe del Comercio Interior del Libro. En un artículo publicado en EL PAÍS en diciembre de 2022, el periodista y poeta Sergio C. Fanjul señalaba la terrible paradoja que asola a este género: “tremendo prestigio, poquísimas ventas”.

Hasta la llegada de Instagram, prácticamente ningún poeta podía vivir de la venta de sus libros. Sin embargo, Bagué Quílez asegura que el nacimiento de una poesía comercial con la llegada de las redes sociales “es mucho menos revolucionario de lo que parece”. Afirma que hasta la llegada del romanticismo en el siglo XIX la poesía era el género mainstream. “Como han indicado otros autores, por ejemplo Luis García Montero, el rechazo hacia los valores burgueses fue lo que en el siglo XIX consolidó la imagen del poeta decadente que peinaba melena, se rebelaba contra las convenciones y se refugiaba en los paraísos artificiales y en la torre de marfil”, comenta.

La calidad de los poetas “comerciales” o “virales” –también se les ha llamado “instapoetas”–, siempre ha estado en entredicho. Gane ha sido el protagonista de la última polémica, pero no ha sido el único en recibir críticas. Hace tres años Rafael Cabaliere, un poeta con casi un millón de seguidores, recibió el III Premio Espasa de Poesía. El jurado lo reconoció precisamente por “su conexión y empatía con las nuevas generaciones”. Días después de que se fallara el premio se difundió el bulo de que Cabalire era en realidad un bot, y el propio autor tuvo que colgar un vídeo en Facebook para desmentirlo.

Esta no es la primera vez en la historia de la literatura en la que la llegada de un nuevo medio propicia una nueva forma de escribir poesía. Sergio Montalvo, profesor ayudante de la facultad de filología de la Universidad Complutense, establece una analogía entre el debate que se generó con las obras que en el siglo XVII se representaban en los nuevos corrales de comedia, y las poesías que hoy triunfan en redes sociales.

Explica que desde finales de la Edad Media hasta prácticamente el siglo XVIII quienes podían vivir de ser poetas eran los que encontraban un servicio en la casa de algún noble o algún rey. Una situación no tan distinta de la que han vivido los poetas antes de la llegada de las redes sociales; cambiando el puesto en la corte por el de profesor de universidad o director de alguna institución cultural.

Antes del siglo XVII no había ningún espacio propio para la representación teatral. “Con la llegada del cristianismo los teatros se prohíben, y las obras, siempre con temática religiosa, pasan a ser representadas en las iglesias. Hasta la llegada del corral de comedia, no había un teatro propio como tal”. El nuevo teatro permitió a muchos escritores empezar a ganarse la vida escribiendo comedias. Estas obras estaban, por lo general, escritas en verso y a sus autores se les llamaba poetas. “En el Siglo de Oro todavía no existía la denominación de dramaturgo”, cuenta Montalvo.

Con Lope llegó lo comercial

Uno de ellos fue Lope de Vega que, según Montalvo, “sacudió el modelo tradicional hispánico de cómo se componía y cómo se representaba el teatro”. Escribía obras comerciales, para contentar a la gente que acudía a los corrales de comedia. En 1609 dio un histórico discurso en verso para la Academia de Madrid, en la que defiende el arte nuevo. “Lo que hace es avalar su nueva forma de trabajar, que se basa en desoír la norma clásica y las recomendaciones eruditas. Lope se sacude toda la poética y la retórica grecolatina y lo expresa con claridad en su discurso: “Cuando he de escribir una comedia/ encierro los preceptos con seis llaves /saco a Terencio y Plauto de mi estudio”.

Hay otros versos en los que expresaba todavía con más claridad hacia quién iban dirigidas sus obras: “como las paga el vulgo, es justo/hablarle en necio para darle gusto”. Las obras de Lope no eran del gusto de la crítica, ni de otros escritores de gustos más tradicionalistas como Miguel de Cervantes, que murió sin haber podido triunfar en el teatro. “Lope se preguntaba: ¿para qué quiero contentar a cinco ancianos, si puedo contentar a 500 personas que van a pagar una entrada cuyos beneficios se van a mi bolsillo?”, observa Montalvo. Según el experto, es un autor más reconocido por haber inventado una nueva forma de hacer teatro, que por la calidad concreta de un libro.

La novedad de los corrales de comedia es que participaban miembros de toda la sociedad. Es la misma ventaja que siglos después han aprovechado autores como Gane, que a través de las redes sociales han conseguido hacerse populares no solo en España, sino también en países de Latinoamérica. Gane afirma que él “no concibe la poesía colocada en un atalaya”. Disfruta de ella como “entretenimiento” y su objetivo es “conectar con la gente”. “Por el formato que me ofrecen las redes sociales, un poema más corto, con menos texto y más impacto visual, suele gustar más a la gente. Es el producto de vivir en una sociedad en la que todo avanza a gran velocidad”, asegura.

Montalvo se pregunta hasta qué punto Lope fue un visionario. “Antes de Miguel Gane, Marwan, o Loreto Sesma, Lope de Vega inventó una suerte de literatura del tuit. Bastaría con contrastar las ventas de un poemario escrito conforme a la norma, y las ventas de un poemario surgido de Instagram. En el siglo XVII las obras que más le gustaban al público también solían ser las que menos le gustaban a la crítica”.

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