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Los placeres y pecados de Vanesa Martín: “Estoy orgullosa de enamorarme de quien me da la gana”

La cantautora malagueña presenta nuevo disco, el octavo de su carrera, y habla sobre sus inicios y su proceso de composición: “Mi mensaje es claro, puedo meter un doblez o un adjetivo. Pero a mí se me entiende. Siempre”

Vanesa Martín en el espacio Madrazo, en Madrid, el pasado 23 de noviembre.
Vanesa Martín en el espacio Madrazo, en Madrid, el pasado 23 de noviembre.Álvaro García
Enrique Alpañés

Cuando Vanesa Martín (Málaga, 42 años) juntó el puñado de canciones que acabaría dando forma a su primer disco, su padre le preguntó: “Pero vamos a ver, niña, ¿quién es el hijoputa que te está haciendo tanto daño?”. Martín explicó entonces a su padre, como explica ahora a este periodista, que sus temas no son siempre autobiográficos. “Si yo viviera todo lo que canto, al ritmo que escribo, sería como para que me estudiara un psicólogo”, bromea en el diáfano espacio en el centro de Madrid donde presenta Placeres y Pecados, el octavo disco desde aquel que asustara a su padre, allá por 2006.

A pesar del título, ella asegura que no entiende el pecado como tal. “Hace muchos años que trabajé la culpa y salió de mi vida”, apunta en conversación con EL PAÍS. Los placeres los conoce, y los disfruta, algo más. “El sexo, viajar, compartir, la música, el chocolate negro…”. Dice estar contenta, encontrando un nuevo equilibrio a través de la composición. “Estoy como en la exploración de mí misma, en la búsqueda. Y este disco responde a esa búsqueda y a esa necesidad de exploración”.

Vanesa Martín está imponente con un traje en blanco y negro y una mirada a todo color. Tiene los ojos vivos, más que maquillados se diría que subrayados por el perfilador, lo que le da un aire entre grunge y faraónico. Su mirada, sin embargo, evita el contacto directo. Deambula por la habitación, como buscando las palabras adecuadas a cada respuesta.

Martín empezó a escribir canciones como forma de desahogo. El desamor fue su primera musa, pero después llegó la pasión, la igualdad, la introspección o los temas sociales. De esta forma, explica, ha compuesto un disco variado, que ella compara con una cordillera, “tiene lo más profundo y lo más elevado de mi ser”, o con una paella, “porque tiene muchos ingredientes”. El álbum fue grabado entre Madrid y Miami. Tiene guiños para su público latinoamericano (acaba de regresar de una gira que la ha llevado a agotar entradas en México o Argentina), como su colaboración con el dúo mexicano Jesse & Joy. Pero esa visión internacional no hace que haya perdido sus raíces.

Placeres y Pecados ofrece un flamenquito amable. Ya escuchado, sin que eso signifique necesariamente algo malo. Entra fácil y se va difícil. En el videoclip de uno de los temas de adelanto, Marzo, Martín comparte escenario con la bailaora Sara Baras. “He soñado en alto y se me ha cumplido”, dice sobre esta colaboración. “Llevábamos tiempo queriendo hacer algo juntas y ha sido mágico”.

En la canción, canta: “Me gusta fantasearte, pensarte lento y también descalza”. Conjuga una historia de desamor en femenino. Preguntada sobre esa decisión artística y si le ha costado asumir públicamente su identidad en un mundo que aún penaliza en ventas a quien se sale de la norma, la cantante se cierra en banda. “Es que hablar de ciertas cosas ya me parece un poco cateto. Es como hablar de… del AVE ¿No sabemos ya que el AVE va a equis velocidad? ¿Tenemos que recordarlo cada día?”, espeta visiblemente enfadada.

Martín se declaró como no heterosexual el pasado mes de julio, en una entrevista en la revista Shangay en la que aseguraba que había “amado a mujeres maravillosas”. No ha vuelto a hablar abiertamente sobre ello, mostrándose esquiva y ambigua. No por reparo, explica, sino por discreción. “Yo estoy orgullosísima de sentir como siento, de enamorarme de quien me da la gana. Lo que pasa es que hablar de eso obligada… ¿Tú le preguntas a Pablo López con quién se ha acostado? Entonces, ¿por qué se me tiene que preguntar a mí?”.

Vanesa Martín canta al amor, pero no cuenta sobre él. Se siente más cómoda charlando sobre canciones. Con las de su último álbum suma 120 de estudio, una cifra tan redonda como imponente. Confiesa que no se las sabe todas de memoria, y que alguna vez ha tenido que “componer sobre la marcha” en el escenario. Suerte que tiene cientos de apuntadores entre el público. “Cuando me pierdo leo los labios, me dejo llevar por la boca de la gente. En la primera fila siempre está mi salvador”, explica.

Ahora tiene miles de fans por todo el mundo, pero ella recuerda con cariño a una de las primeras, Marifé de Triana. La cantante de copla vivía a apenas un centenar de metros de la casa de la infancia de Martín y una amiga común las presentó. Guarda de aquellas tardes una foto con la siguiente dedicatoria: “A la mejor poetisa que he conocido en los últimos tiempos”. También guarda un consejo, que en su momento no entendió, pero que con los años ha apreciado y puesto en práctica. “Me dijo: ‘Que no se te olvide nunca, que tienes que escribirle al pueblo. Por mucho verbo que tengas, por mucha capacidad sintáctica, por mucha inteligencia emocional…’. Y yo soy así. Mi mensaje es claro, puedo meter un doblez o un adjetivo. Pero a mí se me entiende. Siempre”.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar

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