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El escupitajo fantasma de Harry Styles a Chris Pine es el nuevo vestido azul o dorado

Miles de usuarios de las redes quisieron ver un enfrentamiento entre los dos actores en el pase en Venecia de ‘Don’t Worry Darling’. El representante de Pine se ha visto obligado a desmentir que el esputo tuviera lugar, pero la historia ya se había viralizado

Los actores Harry Styles y Chris Pine, en la presentación de 'Don't Worry Darling', en el festival de cine de Venecia, el pasado 5 de septiembre.
Los actores Harry Styles y Chris Pine, en la presentación de 'Don't Worry Darling', en el festival de cine de Venecia, el pasado 5 de septiembre.efe
Enrique Alpañés

¿Escupió Harry Styles a Chris Pine en el festival de cine de Venecia? Miles de usuarios llevan 24 horas haciéndose esta pregunta en las redes sociales, pero ahora hay una respuesta oficial. En un comunicado, el representante de Pine ha negado que tal incidente tuviera lugar, calificándolo de “historia ridícula”. “Es una completa invención, el resultado de una extraña ilusión en línea claramente engañosa y que permite la especulación tonta”, reza el escrito. Pero, ¿por qué esta historia ridícula, esta historia hipotética, esta no historia, ha monopolizado la conversación de internet en las últimas horas?

Todo surge por un vídeo. En la presentación de Don’t Worry Darling, el esperado thriller de la actriz y directora Olivia Wilde, se ve a Styles acercándose a Pine para tomar asiento en la sala de cine. Cuando Styles se va a acomodar en su silla, reclinándose ante su compañero, hace un sutil, casi invisible, movimiento con la boca. No es esto lo que llama la atención del espectador, sino la reacción de Pine. En ese momento el actor mira hacia su regazo, deja de aplaudir, sacude la cabeza y sonríe con resignación. El vídeo es suficientemente ambiguo y de mala calidad para dar margen a la especulación. ¿Le ha lanzado un escupitajo? ¿Es una broma interna entre ellos o se trata de un gesto hostil? El esputo fantasma se convirtió en redes en el nuevo vestido azul o dorado que copó la conversación en febrero de 2015. Se comparte porque el incidente interpela directamente al espectador, animándole a opinar sobre su existencia.

“No creo que nadie haya visto el escupitajo en la presentación”, informa Tommaso Koch, enviado especial de EL PAÍS a Venecia. El periodista reconoce haber palpado cierta tensión en el evento, pero ni rastro del gargajo misterioso. Él se enteró del supuesto incidente, como muchos de sus compañeros, al día siguiente, en las redes sociales. En el vídeo original, que acumula cerca de millón y medio de visionados (y eso que hay cientos de réplicas en YouTube y redes sociales), hay margen para intuir un salivazo. Pero rápidamente salieron otras tomas de la escena desde distintos ángulos, que ponen en duda el relato original.

En uno de esos vídeos, publicado por el subdirector de la revista de cine Variety, se veía a los actores charlando tranquilamente segundos después de que el supuesto gargajo fuera lanzado. En otro, posterior a la proyección de la película, se veía a los compañeros sonreír y bromear con aire distendido. A pesar de todos estos vídeos, la etiqueta #spitgate siguió estando entre lo más comentado de Twitter. La búsqueda de las palabras Harry Styles goat (cabra en inglés) creció un 2.450% según Google Trends. ¿Por qué la gente siguió —y sigue― comentando un incidente ya desmentido?

En su libro, La ciencia de contar historias, el periodista Will Storr señala la importancia de la causalidad para que una historia triunfe y se haga viral. “El cerebro no puede evitar establecer conexiones de causa y efecto. Lo hace automáticamente”, argumenta. Storr propone un experimento al lector con dos palabras: plátanos, vómito. “El psicólogo Daniel Kahneman describe lo que acaba de suceder en nuestro cerebro, que esboza un guion en el que los plátanos han causado el malestar”, argumenta. “El cerebro establece conexiones de causa y efecto, incluso cuando estas son inexistentes”.

Las reacciones causa-efecto provocan la curiosidad del público. Es lo que sucede con el vídeo de Styles y Pine, donde la reacción de este último es evidente. Está el efecto, pero falta la causa. El espectador tiende a rellenar ese hueco de información y la existencia de un salivazo encaja a la perfección no solo en el vídeo, sino en el relato que se ha ido creando en los últimos meses sobre la película.

Gemma Chan, from right, Harry Styles, Sydney Chandler, director Olivia Wilde, Chris Pine, Florence Pugh and Nick Kroll
El equipo de 'Don't Worry Darling', en el Festival de Venecia. Desde la izquierda, Gemma Chan, Harry Styles, Sydney Chandler, la directora Olivia Wilde, Chris Pine, Florence Pugh y Nick Kroll.Joel C Ryan (Joel C Ryan/Invision/AP)

Don’t Worry Darling está siendo una de las películas más comentadas de la temporada por motivos que trascienden lo cinematográfico. Su rodaje y promoción han suscitado una serie de polémicas y noticias que darían para un documental en sí mismo. La principal es el supuesto enfrentamiento entre Olivia Wilde, su directora, y Florence Pugh, su protagonista. Esta última ha anunciado que no participará en la promoción del filme y, durante su presentación en Venecia, se saltó la rueda de prensa y solo acudió a la alfombra roja.

Wilde también se enfrentó con otro actor, Shia LaBeouf, a quien acabó despidiendo del proyecto. Ella deslizó a Variety que los motivos estaban relacionados con el comportamiento de LaBeouf. Él, después, publicó una carta abierta para dar su versión de la historia. “Yo me fui de tu película (…) Tú y yo sabemos los motivos de mi salida”, decía. Además, compartió un vídeo en el que se puede oír a la cineasta animando a que LaBeouf y Pugh pudieran “hacer las paces”. No se refería a la actriz como Pugh sino como “Miss Flo”, un apodo que deslizaba en un tono irónico que no ha ayudado a destensar el clima.

Finalmente, Harry Styles sustituyó a LaBeouf. Pero no solo. Semanas después de la entrada en el proyecto del cantante, la directora anunció el fin de su relación de nueve años con el actor Jason Sudeikis. Unos meses después empezó a ser fotografiada junto a Styles en actitud cariñosa. Sus apariciones conjuntas se han ido repitiendo a media que la relación se afianzaba, siempre a la vista del público.

Todas estas noticias han ido creando un relato de desencuentros, rencillas y rivalidades en torno a todos los implicados en la película. Hasta ahora todas las noticias y las especulaciones se han producido en diferido y de forma indirecta, pero el festival de Venecia ha supuesto una posibilidad para ver en vivo y en directo a todos los implicados y analizar cómo interactúan entre ellos.

La película venía precedida por una expectación brutal y todas las cámaras y los móviles se han centrado en sus intérpretes para colgar imágenes que después han sido diseccionadas y analizadas hasta la saciedad por los internautas. Así se ha comentado mucho cómo Olivia Wilde y Florence Pugh se sentaron a cuatro asientos de distancia, demasiado lejos para lanzarse un esputo, pero también para mirarse a la cara durante los tres o cuatro minutos que duró el aplauso del público. Aquí, una vez más, se viralizó un primer vídeo donde se evitaba el contacto visual, pero un segundo montaje, más largo y desde otro ángulo, desmontó este relato.

También llamó la atención la actitud, supuestamente ausente, de Pine durante la rueda de prensa, o el vídeo que publicó la estilista de Florence Pugh, que mostraba a la actriz brindando con un Spritz mientras en la rueda de prensa sus compañeros justificaban su ausencia por problemas de agenda. Fue allí donde Olivia Wilde intentó acallar las distintas polémicas con una frase que resume muy bien la deriva digital de su película.“En cuanto a todo el cotilleo, internet se alimenta de eso, está suficientemente bien alimentado y no voy a contribuir”. Tampoco parece que haga falta.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar

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