MBFWM 2022: La pasarela de Madrid dice adiós a la pandemia y se viste de fiesta
Diseños cargados de alegría, color, perlas y cuentas, actuaciones musicales y grandes puestas en escena, con breves recuerdos a Ucrania, buscan recuperar la normalidad en la primera jornada de desfiles
“Antes de comenzar, queremos proponer un minuto de silencio en favor de la paz”. Esa fue una de las escasas referencias a la guerra en Ucrania que la pasarela madrileña, la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, dejó caer en su primera jornada, celebrada el pasado jueves. Tras el homenaje mudo, unas niñas portaron cintas amarillas y azules durante el desfile Ágatha Ruiz de la Prada. En el de Pertegaz, esos colores volvieron a brillar como un fondo paijajístico. Y fin del asunto. Fin, también, de la pandemia. En Ifema, el sentimiento era de fiesta, alegría, recuperación y ganas de vivir.
Todo ello quedó expresado con plumas, transparencias, perlas, brillos, tules y referencias a eras festivas, los años veinte y sesenta. Lo decía claramente Jorge Vázquez, alma mater de Pertegaz, en el backstage poco antes de empezar su desfile, rodeado de prendas inspiradas en Jacquie Kennedy o Salomé, grandes abrigos y minivestidos en fucsias y azul bebé: “Ya está, ya hemos aprendido a vivir con la covid. Es hora de volver a la oficina, a los eventos, a looks de oficina pero con sastrería impecable”. Esa era una de las claves de la jornada, pero él también apuntaba a otra: “La casa tiene que vender. El arte está en los museos, esto tiene que estar en las calles y en las tiendas”.
Ese es el rumbo, eminentemente pospandémico, que han tomado la mayor parte de los ocho diseñadores de la jornada. Fiesta, sí. Pero adaptada a la compra del público. Claramente lo expresaba la firma Pedro del Hierro, la más comercial de la jornada, en el primer pase del día: vestidos de plumas, pantalones con bordados que imitaban a fuegos artificiales o grandes abrigos en poderoso rojo. Todo llegará a las tiendas del grupo Tendam. “¿Hay un cambio? O queremos que lo haya”, reflexionaba su diseñador, Nacho Aguayo. “Confío mucho en que lo va a haber. Se va a notar. La gente sale más, celebra más, y esta es una marca de referencia en ese perfil de celebración”. Ana Larrañaga, directora de negocio ferial en Ifema y de esta 75ª edición de la pasarela, iba por el mismo camino, afirmando que esta ocasión era “el reencuentro al 100% después de unos años difíciles en una pasarela que es la única que no ha parado”. Y agregó: “Ahora llega el momento de reconocer el apoyo de tantos, el agradecimiento. Hay oportunidad de negocio y también visibilidad”.
Ynesuelves, la firma casi homónima de Ynés Suelves, se estrenaba en pasarela. A sus 31 años, lejos del nerviosismo, se decía agradecida por la oportunidad. Pero inquieta, porque su objetivo está lejos de presentar ropa cada seis meses. “Nunca pensé en colecciones grandes, no era mi objetivo”, aseguraba. “Quiero hacer prendas de calidad. Ropa buena que te compres y tengas siempre en el armario. Por eso me da miedo el calendario”, explicaba la creadora de los codiciados vaqueros con una rosa bordada en la pernera trasera. Acompañada de una actuación de la flamante ganadora del Goya María José Llergo, la presentación de su ropa preciosista, de sus túnicas ligeras, de sus prendas bordadas y pintadas a mano por su madre, Blanca Osorio, acabó entre una lluvia de rosas.
En el ámbito estético opuesto, pero con un discurso similar, está Dominnico, merecedor del premio mejor dotado económicamente de España en esta industria, el Who’s On Next. Ropa urbana, pantalones casi de esquí, bodys escotados, encajes aplicados con naranjas fosforitos. Los visten Rosalía o Lady Gaga, pero él no quiere correr. Vende por minicolecciones, llamadas drops, para mantener su estilo único y evitar imitaciones. “Presentamos engomados, texturas, ensamblados... todo muy artesanal pero también muy viable. Más allá de nuestro habitual imaginario”, reconocía Domingo Rodríguez, su creador, explicando que gracias al premio ganado ha conseguido “viabilidad y feedback del público”. Esto le aporta, “más que imagen, posibilidad de avanzar”.
Entre los viejos conocidos de la pasarela estaban Pablo Erroz, que cumple 10 años en esta edición y presentó su moda unisex. Impecable sastrería, punto perfecto, abrigos de lana verde y seda fabricada en el último lugar de Europa donde se teje de forma artesanal: la isla de La Palma. Veterana también es Ágatha Ruiz de la Prada, con su ropa pop, sus canciones pop y sus invitados pop. Corazones, flores, volúmenes extremos y combinaciones impensables de colores volvieron a ser la base de su colección.
La costura más festiva, nocturna y clásica la pusieron Pertegaz —cuyo diseñador Jorge Vázquez hará doblete el viernes con su propia marca— o el dúo Malne, que solo presentó seis modelos que ellos mismos fueron cambiando sobre la pasarela, desnudando y volviendo a vestir a las modelos. Su ropa —negros, lentejuelas, plumas, pura nocturnidad— se vende a la perfección en los países árabes. “La moda no son las modas, las tendencias, es el estilo. Queremos permanecer, tenemos el espíritu de pervivencia en el armario, como una joya”, afirmaban Paloma Álvarez y Juanjo Mánez, cuya colección Splendor se basaba en el poema Esplendor en la hierba de William Wordsworth. También aportó ese punto de patrones estructurados y vestidos poderosos Roberto Diz, que cerró su desfile con una sorprendente Mar Flores. Diz reconoce que el paso de la pandemia “ha sido duro” y que ahora está recuperando muchos de los pedidos que entonces se paralizaron, sobre todo para eventos. Con talleres en Sevilla y Madrid, muchas novias y pedidos a medida, augura “un futuro prometedor”.
Algo que pareció demostrar con su presencia el ministro de Cultura, Miquel Iceta, que paseó por el backstage, presenció un desfile y hasta se hizo fotos con diseñadores y allegados en el kissing room —la sala donde se bebe y se besa tras el desfile—. “Es moda, es industria y es cultura. Hay que mostrar el apoyo a nuestros diseñadores, muchos son muy innovadores. Hay una construcción, una reflexión que merece la pena”, afirmaba. “Además, hay un ambiente muy especial que te seduce”, reconocía divertido. Si le ha gustado, tiene tres jornadas más para acudir.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.