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Christian López, el español con más récords Guinness: “A imposible le sobran dos letras”

El atleta toledano, de 34 años y con diabetes tipo 1, lleva desde 2017 batiendo distintas marcas y ya suma 95 en total. Su mayor motivación es superarse a sí mismo y mantener vivo el recuerdo de su abuelo materno, quien lo aficionó al deporte

Christian López récords Guiness
Christian López, con 95 récords Guiness, sostiene una bicicleta con su barbilla en la plaza del Ayuntamiento de Toledo.Samuel Sánchez
Belén Hernández

Hay un récord Guinness que Christian López (Cabañas de la Sagra, 34 años) aún no ha conseguido, a pesar de que ya ha superado 95 de ellos —lo que lo convierte en el español con más marcas conseguidas del célebre libro—, y muy probablemente jamás pueda probar con jueces, testigos y cámaras. Y no es otro que el milagro de multiplicar las 24 horas del día y conseguir que parezcan 48. Este joven deportista toledano, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, saca tiempo para ser docente universitario, entrenar cada día, practicar equilibrios, meditar, dar clase de Educación Física a personas mayores de Cabañas de la Sagra, pasar tiempo con su familia y su novia Azucena y realizar vídeos en slowmotion con su colección de Playmobil, de más de 50.000 piezas. Y dormir, por supuesto, entre seis y siete horas diarias.

“Es verdad que tenemos muchísimas ocupaciones, pero el truco está en buscar pequeños huecos durante el día. Por ejemplo, hacer bloques de ejercicios de 10 minutos. Puedes acumular el de la mañana con otro antes de comer, y así hacer hasta 40 minutos diarios. Lo has dividido, pero al final llegas al mismo objetivo. Se ha demostrado que hacer ejercicio físico así es igual de beneficioso”, explica este atleta durante un paseo por Toledo en una mañana gris y lluviosa y acompañado de un paraguas, el mismo que usó para batir el récord mundial de sostenerlo sobre un solo dedo el mayor tiempo posible, después de aguantarlo en equilibrio durante más de tres horas y media.

López también ha sostenido una bicicleta de montaña con la barbilla durante casi 10 minutos, ha corrido 200 metros lisos hacia atrás en 30,99 segundos, es el hombre que más tiempo ha estado botando una pelota de tenis de mesa con el mango de la pala (algo más de 50 minutos) y es el que más rápido ha corrido 100 metros con zuecos de madera, en 13 segundos con 12 décimas. Así hasta contar 95 récords acreditados por Guinness, de los que 55 los sumó hasta febrero de 2021 y los 40 restantes hasta hoy.

¿Pero cómo se acreditan estos logros? Hay dos maneras: a través de la invitación de un jurado especial para presenciar la hazaña, que tiene un coste de 10.000 euros, o bien presentar fotografías, vídeos y cualquier otra prueba a través de la cual la organización pueda comprobarlo adecuadamente. Además, cada récord fijado tiene una serie de requisitos de lugar y forma de ejecución que hay que cumplir al pie de la letra. López asegura que tendría algún reto más en su lista, pero que a veces la tecnología le ha jugado malas pasadas. “Me propuse superar el mayor número de zancadas en un minuto, conseguí 75, pero me lo invalidaron porque a falta de 30 segundos una de las cámaras me falló”, explica.

El deportista Christian López posa en la plaza del Ayuntamiento de Toledo.
El deportista Christian López posa en la plaza del Ayuntamiento de Toledo. Samuel Sánchez

El último reto deportivo que López se marcó y que ha conseguido batir lo realizó en la Torre del Agua de Albacete el pasado 6 de noviembre, donde fijó una nueva marca mundial de ascensión vertical a través de una escalera en una hora. El atleta llegó hasta los 1.457 metros, superando al atleta japonés especialista en este tipo de pruebas, Ryoji Watanabe, que había alcanzado 1.422. “Es admirable lo que hace y poder rebatirlo después de más de un año de preparación es un orgullo”, explica feliz el deportista a través de un mensaje de un audio por WhatsApp un día después de la entrevista en Toledo, cuando la organización validó el récord. “Si no lo hubiera conseguido, tampoco habría pasado nada. Mi filosofía de vida es que cuando das todo de ti no se te puede pedir más”, añade.

Poco podía imaginar aquel niño despierto y activo, de un pueblo de casi 2.000 habitantes de Castilla-La Mancha, que soñaba con ser futbolista —del Atlético de Madrid, el equipo de sus amores— y que admiraba a Michael Jordan —que aún hoy cuelga de las paredes de su cuarto—, que su nombre aparecería entre Rafa Nadal y Ricky Rubio en el Libro Guinness de los Récords. “Me servía como fuente de inspiración, lo tenía siempre como referencia; lo leía y decía: ‘Fíjate lo que es capaz de hacer el ser humano’. ¿Quién me iba a decir que años después estaría en esta tesitura de batir récords de todo tipo?”, reflexiona López, que recuerda cómo esa publicación era el regalo estrella de la noche de Reyes que elegía para él siempre su abuelo materno Ernesto, fallecido en 2003. Después de su muerte, su madre Remedios seguiría la tradición.

“Él fue quien me inculcó el deporte y el coraje para seguir intentándolo, aunque me saliera mal. Yo siempre estaba con él, para mí era como un segundo padre. Me decía: ‘Atrévete a hacer cosas que otros no se atreven, no todo es fútbol, tenis o baloncesto”, recuerda emocionado López, que rememora sus paseos conjuntos en bicicleta y sus partidos de ping-pong, que acababan más de una vez en riña por dilucidar quién había ganado. “Al principio y al final de cada uno de los récords siempre digo lo mismo: va por ti, abuelo”, confiesa el deportista. “Siento de cerca su fuerza y cómo me empuja para seguir ahí con todos estos retos, incluidos los de la vida”.

Ese atrevimiento y esa pasión por el deporte que le insufló su abuelo lo llevó a federarse con 14 años de manera profesional en atletismo, a pesar de que dos años antes le fuera diagnosticada una diabetes de tipo 1. ”El médico me dijo claramente que tenía que inyectarme insulina, que tenía que controlar la ingesta de hidratos de carbono y solo podía practicar deporte de baja intensidad”, explica. Aquella orden le marcaría tanto que el deportista se propuso ver hasta dónde llegaban sus límites y quiso probar que él podía conseguir lo mismo que una persona sin diabetes, con el control adecuado de la enfermedad. “¿Que qué podemos hacer los diabéticos? Tanto o más cosas que los demás, con una buena disciplina y control. Quiero transmitir ese mensaje al mundo, de que podemos hacer cosas inimaginables, que al principio pueden parecer imposibles, pero que no lo son. A imposible le sobran dos letras”, añade el deportista.

Del atletismo, López pasaría a practicar towerrunning, una disciplina que consiste en correr por estructuras altas hechas por el hombre, normalmente en las escaleras internas de los rascacielos, y de ahí daría el salto a centrarse en batir récord. Desde 2017 su principal motivación es superarse a sí mismo, así tenga una agenda diaria más apretada que los tornillos de un submarino. “Si algo es lo suficientemente importante para ti, encontrarás un motivo, no una excusa”, justifica.

En el camino a sus 100 récord Guinness —ojo, mientras lee esto, igual ha logrado otro más—, una cifra que le haría ilusión alcanzar, López se ha encontrado con muchos halagos, pero también con otros que le han quitado mérito. “He llegado a escuchar a gente decir: ‘Eso lo hago yo en cuatro días’. Y yo humildemente les digo que, por supuesto, que se puede hacer, pero que es un proceso más largo de cuatro días hasta poder conseguirlo. Cuando escuchas decir cosas de ti que no son verdad acaba dándote igual. Lo mejor es seguir tu camino y luchar por tu sueño que nadie más lo hará por ti”, reflexiona. “No lo hago para impresionar a nadie. A la única persona que yo creo que deberíamos tratar de impresionar es a quien tenemos delante del espejo”.

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Sobre la firma

Belén Hernández
Redactora de Estilo de Vida, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde escribe sobre cultura y tendencias, pero también sobre infancia, medio ambiente y pobreza en países en desarrollo. Antes trabajó en El Mundo y Granada Hoy. Es granadina, licenciada en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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