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Reconstruir la iglesia de La Paloma con donativos, sudaderas y cervezas

El párroco Gabriel Benedicto ha lanzado una campaña popular para recaudar cuatro millones de euros basada en actos benéficos y artículos promocionales de la Virgen

Edificio de la Parroquia de la Virgen de la Paloma y San Pedro el Real, destruido por una explosión de gas el 20 de enero de 2021 en la calle de Toledo, Madrid.
Edificio de la Parroquia de la Virgen de la Paloma y San Pedro el Real, destruido por una explosión de gas el 20 de enero de 2021 en la calle de Toledo, Madrid.Olmo Calvo
Mercedes Pedreño

Gabriel Benedicto solo ha tenido que pedir dinero dos veces en su vida. La primera, cuando necesitaba 600 euros para poder acudir a un encuentro del Papa. Esta segunda vez, la cifra supera los cuatro millones de euros. Benedicto es el párroco desde hace ocho años de la iglesia de la Virgen de La Paloma, el edificio que estalló en una explosión hace algo más de dos años por un escape de gas. El santuario, como tal, solo sufrió daños en las vidrieras, que estallaron por la onda expansiva, pero el edificio parroquial adyacente quedó completamente destrozado. Su estrategia con lo del Papa fue pedir poco dinero a muchas personas de su alrededor. Ahora pretende hacer lo mismo. El pasado lunes 16 de enero, Benedicto lanzó una campaña popular de recaudación de fondos basada en la venta de artículos promocionales de la Virgen de La Paloma —como camisetas, sudaderas, y cervezas— para reconstruir su parroquia.

La idea de sacar estos artículos a la venta es en realidad de un grupo de jóvenes de la comunidad parroquial. “Diego, Edu, Pablo, Bea, Samu... en total son unos diez chavales que se han organizado para diseñar los productos y promocionarlos a través de redes sociales”, enumera Benedicto. La venta de sudaderas, a 32 euros, comenzó en febrero de 2022 y han ganado unos 3.000 euros. Solo con esos beneficios están muy lejos del objetivo de cuatro millones, de los que llevan recaudados 534.757 euros gracias, principalmente, al dinero de las donaciones populares: “La venta de prendas es solo una semilla”. Aunque quiere ampliar el catálogo de productos a la venta, la visión empresarial del párroco en cuanto a la campaña está mucho más lejos.

El Arzobispado ha indicado sobre la financiación de la reconstrucción de la iglesia de la Virgen de La Paloma que “en la archidiócesis de Madrid hay más de 470 parroquias y son muchas las que tienen que afrontar obras y trabajos de mantenimiento. Cada año se contribuye a lo que se puede y a lo urgente”. En su último balance publicado, del año 2021, el presupuesto para la conservación de edificios rondaba los 7,5 millones de euros. Las donaciones de los fieles ese año supusieron hasta un 40% de los ingresos de la archidiócesis de Madrid.

Para empezar, Benedicto quiere sacar 3.000 camisetas personalizadas para las parroquias madrileñas para la XXXVII edición de la Jornada Mundial de la Juventud de la Iglesia católica, que se realizará en Lisboa del 1 al 6 de agosto de 2023, un evento que reúne a miles de jóvenes católicos de todo el mundo para encontrarse con el Papa. Tiene más frentes abiertos; planea organizar un concierto el 11 de junio con entradas a 15 euros. “Luego podemos meternos entre el público y animar a donar más”, cuenta Benedicto. Para el 24 de septiembre va a sacar 59 plazas para un viaje hasta el 1 de octubre a Tierra Santa con un precio de 2.000 euros más 500 de donativo opcional: “Con eso recaudaremos unos 25.000 euros”.

Entre otros proyectos, el que más destaca es el de organizar una cena de gala en el estadio del Atlético de Madrid, y ya lo tiene bastante atado: “Enrique Cerezo, el presidente del club, ya colabora con nosotros y nos ha cedido el espacio. Solo habría que pagar el menú, que también iría con donativo. Intentaríamos llevar a algún músico o cómico, estamos pensando en José Mota”. Benedicto no desaprovecha las ocasiones. Durante la gala quiere organizar también una puja: “Queremos sacar a subasta algunos objetos, por ejemplo, una guitarra de 2.000 euros de valor que nos donaron el otro día. Quizás podemos sacar con ella otros 3.000 euros”. El párroco también ha pensado en organizar eventos deportivos: “Nos planteamos hacer una marcha benéfica, pero es muy complicado porque tiene mucho papeleo. Nuestra siguiente opción es un partido benéfico. Pedimos hacer un Barça-Real Madrid femenino, pero nos han dicho que no. A ver si el Atlético de Madrid se anima y nos ayudan”.

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Hasta ahora solo han podido realizar las reparaciones que les ha cubierto el seguro: retirar los cascotes y escombros, recubrir la estructura del edificio y reparar las vidrieras y el techo de la iglesia. Todo por valor de unos 750.000 euros, y aún falta la factura de los bomberos. Es un seguro general que tienen todas las iglesias de España con la empresa UMAS que cubre hasta un millón de euros, pero no cubre la reconstrucción. “Cada iglesia es libre de asegurar más cosas o contratar un seguro más grande, pero nunca te imaginas que te va a pasar esto”, se lamenta. El objetivo del párroco es recaudar los dos primeros millones en 2023. Ese margen les permitirá pedir un préstamo al banco y empezar a construir. Con el aval de la Iglesia Católica, podrá permitirse pagar las letras mientras sigue con la recaudación: “Va a haber meses en los que no vamos a llegar, pero tendremos el respaldo de la Iglesia para hacer frente a los pagos”.

El edificio no va a quedar igual, además de reformar la fachada, van a ganarle metros al edificio ampliándolo por la parte de atrás. El patio también va a ser más grande, porque van a derruir una zona al aire libre en desuso y la van a convertir en patio. Con esta reforma van a ganar una tercera sala por cada planta. “Ya no cabíamos, había tanta actividad en la parroquia que vamos a aprovechar para no hacer lo mismo”, explica. Lleva ocho meses con los trámites para conseguir la licencia de obras, que espera que llegue en abril.

El edificio destruido albergaba la mayoría de las actividades que realizaba la parroquia: los 30 grupos de catequesis, el centro de apoyo escolar, varias salas de estudio, el despacho de Cáritas —que ahora está confinado en la garita del conserje de la iglesia— un despacho de una bolsa de empleo y zonas de ensayo y representación para el grupo de teatro. También era la sede de otras actividades vecinales y comunitarias como campamentos urbanos o concursos de chotis en verano. En total disfrutaban del espacio unas 1.500 personas, según el párroco. Muchas de estas actividades ya no se hacen: “El espacio para el estudio, la biblioteca, el teatro, todo se ha acabado. Los grupos de adultos están dispersados en otras parroquias, y el último verano pedimos permiso para hacer el concurso de chotis en la calle”. El plazo que le ha dado la constructora elegida para el proyecto, aunque aún no hay nada firmado, es de dos años. Benedicto espera que sea menos: “Hay chavales a los que se les va a olvidar la parroquia a este ritmo”.

Benedicto recuerda la explosión desde la quinta planta del centro parroquial —antes del incidente había seis— entre los trocitos de distintos tamaños que quedan de los iconos que embellecían las salas con distintas imágenes que representaban la historia de Jesucristo. Están envueltos en un plástico blanco y numerados, reposando en el suelo con estampado de ajedrez. Solo en la tercera planta queda un trozo del mural en el que se reconoce a la Virgen. Han conseguido salvar algunas manos y rostros de los personajes “para ver si los podemos integrar en algún lugar del edificio para recordar lo que fue”. El otro párroco, Alejandro Aravena y él mismo se salvaron de morir en la explosión por muy poco. Salieron del edificio apenas unos minutos antes. “Me quedé con lo puesto. Cuando llegué al entierro de Rubén Pérez —el sacerdote que murió por la explosión— me di cuenta de que no tenía nada, ni siquiera ropa, solo los recuerdos. Ahora debo tener mucha paciencia para recuperar esa vida, porque esto va a ser muy lento”.

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