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Los médicos de las urgencias extrahospitalarias piensan de nuevo en la huelga: “No nos va a quedar otra”

Los profesionales sanitarios denuncian que la Comunidad de Madrid no ha cumplido con lo pactado para acabar con los anteriores paros ya que los centros rurales siguen en su mayoría sin doctores

Médicos de urgencias extrahospitalarias de atención primaria de Madrid, en una manifestación en noviembre. Foto: RODRIGO JIMÉNEZ (EFE) | Vídeo: Europa Press
Berta Ferrero

La reunión telemática que se produjo el martes a mediodía ya venía encendida de antes. Cuarenta médicos de los antiguos Servicios de Atención Rural (SAR) conectados con el sentimiento de engaño. De haber sido estafados por la Comunidad de Madrid, que consiguió que se frenaran unos paros que duraron del 7 al 17 de noviembre, que comenzaron por la reorganización que puso en marcha la Administración de las urgencias extrahospitalarias a partir del 27 de octubre y que consistía, en resumen, en abrir 78 centros con la mitad de médicos que había antes de la pandemia. El pacto se selló entre varios tiras y aflojas al filo de la medianoche y tras 10 días convulsos llenos de promesas y cambios de modelos improvisados. Primero, con el de que todos, los 78, tendrían un médico, una enfermera y un celador, y funcionarían con voluntarios de atención primaria. Luego con el de que solo algunos tendrían esa función y otros utilizarían la telemedicina. Luego que estos últimos, denominados de cuidados, no serían en realidad urgencias extrahospitalarias. Y por último, por fin, la gran promesa con la que se selló el pacto: la de devolver a los antiguos SAR a los equipos que funcionaban con cuatro o cinco médicos que se autogestionaran. Ahora, dos meses después, el desastre es absoluto. El 21% de los doctores que deberían estar para cumplir lo acordado no están por diferentes causas y la Comunidad no los ha sustituido. Se vuelve a la casilla de salida y los médicos ya barajan varias acciones, incluida, de nuevo, la huelga.

¿Es probable que los médicos de las urgencias extrahospitalarias vuelvan a las calles? “Sí, cada vez más”, resume Ángel Bayo, médico del SAR de Arganda del Rey, miembro del sindicato médico Amyts y presente en todas las mesas de negociación que tuvo el comité de huelga con el Gobierno de Ayuso.

—¿Se sienten engañados?

—“Decepcionados. Cansados. Hartos”.

—¿Tienen fuerza para volver de nuevo a vivir lo que significa una huelga?

—“Tomar esa decisión nunca es fácil, pero sí, tenemos todas las fuerzas. No nos va a quedar otra”.

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La Consejería de Sanidad argumenta que el acuerdo que suscribió con los médicos “está cerrado para la dotación de cuatro o cinco facultativos, pero, como sigue habiendo un volumen importante de bajas médicas, la planificación diaria varía y está condicionada por el número de bajas en cada momento”. Es decir, admite que no se está cumpliendo con lo prometido, pero lo achaca a estas circunstancias.

Sin embargo, para los responsables de la Plataforma SAR, que han llevado un recuento diario de cuántos doctores han estado trabajando en cada centro desde el principio del cambio de modelo, el 27 de octubre, la Comunidad de Madrid “confunde interesadamente bajas con renuncias o excedencias”. Las huidas del sistema, aseguran, rondan las 30, y unos 20 médicos se encuentran en excedencia o de baja médica. El problema, asegura una portavoz, es que la Administración cuenta con ellos como si estuvieran para crear las plazas, pero no para cubrirlas.

“Al final se trata de números, para estos centros había antes de la pandemia 212 médicos, más los 17 que llegaron procedentes de hospital Isabel Zendal que habían estado en las antiguas Urgencias de Atención Primaria (SUAP), cerradas durante los dos primeros años de pandemia. Pero hay 50 bajas entre renuncias, excedencias, situaciones de incapacidad laboral transitoria... Lo que no puede ser es que la Comunidad cree los puestos, pero luego le dé igual dejarlos desiertos. El resultado es evidente, por primera vez desde que se crearon los SAR en 2006 hay días y días que no hay médicos, y los ciudadanos llegan y se encuentran con la situación ante sus narices”, explica Bayo.

Los datos que aportan la Plataforma SAR y afectados por el cierre SUAP son desalentadores. De los 78 centros que disponían de urgencias extrahospitalarias antes de la pandemia (41 SAR y 37 SUAP), solo 24 han abierto en el último mes (del 12 de diciembre al 11 de enero) con un médico, una enfermera y un celador. De hecho, el 80% de los días ha habido uno o más centros cerrados por falta de personal, y solo el 57% de los centros abren completos, considerando “completos” también aquellos que la consejería designó solo con personal de enfermería y celador (29).

Un pacto firmado

El acuerdo entre médicos y el Gobierno de Ayuso el 17 de noviembre consistió principalmente en que Madrid renunciaba definitivamente a abrir 78 puntos de urgencia con médico, como prometió en un principio la presidenta, y que serían solo 49 los que seguirían abiertos en esas condiciones, 39 de los antiguos SAR y 10 de los SUAP, todos con un equipo propio. El futuro del resto de centros (29) dependería de lo que se pactara a partir de entonces en la mesa sectorial con los demás sindicatos (Satse, CC OO, CSIT UP y UGT), aunque la consejería ya dejó claro desde el principio que pretendía que siguieran a cargo exclusivamente de las enfermeras.

Nada de eso se ha cumplido. Y el desastre es total.

Durante estas Navidades, centros rurales como el de San Martín de Valdeiglesias, Soto del Real, Colmenar Viejo o Tres Cantos han vivido momentos de especial tensión ante casos de pacientes que necesitaban urgentemente un médico y no lo tuvieron. La situación, para los profesionales sanitarios, sigue siendo insostenible. Y la huelga, de nuevo, vuelve a estar a la vuelta de la esquina.

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Sobre la firma

Berta Ferrero
Especializada en temas sociales en la sección de Madrid, hace especial hincapié en Educación o Medio Ambiente. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Cardenal Herrera CEU (Valencia) y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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