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Ayuso visita por primera vez a los vecinos sin casa por culpa del metro en San Fernando de Henares: “¡Menos propaganda, más soluciones!”

Centenares de personas reciben a la presidenta de Madrid entre gritos y protestas porque sus viviendas se caen a causa de la línea 7B del suburbano

Un grupo de personas en San Fernando de Henares reciben a Ayuso al grito de "Metro culpable".Foto: Europa Press | Vídeo: EPV
Juan José Mateo
San Fernando de Henares -

Entre lágrimas de los vecinos, gritos desesperados ―“¡menos propaganda y más soluciones!”― y el ruido de inmensas máquinas de construcción, Isabel Díaz Ayuso visita este jueves, por primera vez desde que llegó al poder en 2019, las calles que ha habido que desalojar en San Fernando de Henares porque la línea 7B del Metro de Madrid ha afectado a los cimientos de cientos de edificios. Son 27 viviendas derruidas, 85 desalojadas, más de 120 personas afectadas, decenas de bloques llenos de grietas y el miedo de miles de residentes a que pronto les llegue el turno de hacer las maletas y de dejar atrás su vida, sus recuerdos, sus sueños y su futuro. Muchos de ellos acuden este jueves a la carrera para echarle en cara lo que ocurre a Ayuso, que se presenta en el lugar avisando con 20 minutos de antelación y sin programar el desplazamiento en su agenda oficial. A la presidenta la rodean una decena de policías municipales, que sufren para mantener el orden mientras Díaz Ayuso va atendiendo a los vecinos. “¡Menos parches y más soluciones!”, le gritan. “¡Asquerosos!”, se oye.

La desesperación recorre las aceras de este municipio del sureste de la Comunidad de Madrid, de unos 40.000 habitantes, con la misma intensidad que reflejan las decenas de pancartas que cuelgan de los balcones de las casas: Metro hunde vidas, ¡soluciones ya! ¡Justicia! Es un golpe de realidad para la presidenta regional, que se traslada por primera vez a la zona afectada por un problema conocido por la Administración desde al menos 2008, agravado de forma acelerada desde 2016, y que ha obligado a sucesivos desalojos desde 2021: la construcción de la línea 7B de Metro, en 2007, facilitó la entrada del agua en el subsuelo, disolviendo el terreno al entrar en contacto con sal, y provocando que el municipio se hunda poco a poco.

―La visita se ha demorado mucho, presidenta, el apoyo moral...―, arranca Juan Fuentes, representante de los afectados, quien, paciente y templado de ánimos, ha esperado a la líder conservadora en la oficina abierta por la Comunidad para atender a los vecinos.

―Pero las actuaciones han estado―, responde Ayuso sobre los 40 millones que lleva gastados la Administración desde hace un decenio en intentar solucionar el problema. “Somos responsables de esto”, reconoce, como ya hizo en la Asamblea en diciembre de 2021. “Vamos a agilizar todo lo que se pueda. En muchas ocasiones, la Administración es horrorosa”, añade.

―Es que en este caso tienes que vivir fuera de tu casa―, replica el vecino. “En el Carmel [Barcelona, donde el metro abrió un socavón en 2005], se hizo mucho más. Se adelantaron los alquileres, se pagaba a los comerciantes por el negocio perdido...”.

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―Probablemente, la situación no es la misma.

― ¿En Barcelona [los afectados] son mejores que nosotros?

―Lo lamento mucho, dice la presidenta―, que deja intervenir a su consejero de Transportes, David Pérez, mientras escucha a más vecinos.

Todo empezó con unas elecciones. A las puertas de las de 2007, Esperanza Aguirre, entonces presidenta regional en busca de la reelección, decidió construir un hospital con su correspondiente estación de metro. Para eso, había que cambiar el proyecto original, ampliar el recorrido y añadir estaciones. Un error, según se descubrió un decenio después, porque las obras del túnel del metro facilitaron la entrada del agua en el subsuelo. El líquido contactó con terrenos solubles, alteró su solidez y afectó a los cimientos de los edificios cercanos. Desde entonces, ha habido que cerrar la línea de Metro en nueve ocasiones. Así está ahora mismo: sin que circule ni un tren. Peor: según un informe encargado por la Comunidad de Madrid al que accedió EL PAÍS, un tramo de las vías se hundió una media de entre 15 y 20 milímetros entre junio y agosto, sin que existiera ningún signo de estabilización.

Más de una década después, Ayuso visita este jueves la zona cero del problema. Rodeada de ingenieros y obreros con casco y peto brillante, la presidenta de Madrid ve las inmensas grietas que recorren de norte a sur y de este a oeste las fachadas de los edificios, inclinándolos y retorciéndolos, llenándolos de los ruidos y crujidos que preceden a los derrumbes, e impidiendo cerrar puertas y ventanas. Ayuso ve también las maderas que apuntalan desde el exterior los comercios de los bajos. Y, como remate, observa a decenas de obreros afanándose en operar la inmensa maquinaria con la que se está bombeando cemento para intentar asentar 10.000 metros cuadrados de terreno.

“¡Metro, culpable! ¡Ayuso responsable!”, retruenan los gritos entre el intenso ruido de fondo, mientras cientos de vecinos esperan a que acabe la visita oficial, que Ayuso protagoniza después de que la policía impida el paso a los residentes, agolpados en un extremo de la calle. Luego, cuando la presidenta avanza por el lugar y se mezcla con los vecinos, se desatan las protestas, se agitan las pancartas y se escuchan cánticos futboleros de afines al PP (“Ayuso, Ayuso, Ayuso es cojonuda, como Ayuso no hay ninguna”).

Esos gritos chirrían porque el ambiente no tiene nada de festivo. Todo lo contrario. Las protestas llenan el aire de palabras dolidas. “¡Menos propaganda y más soluciones!”, reclaman a pulmón abierto decenas de los presentes. “Si esto no se arregla... ¡caña, caña caña!,” braman. “¡Menos parches y más soluciones!”, chillan los vecinos, cansados de vivir entre testigos que miden cómo sus casas se hunden desde hace más de una década para ver cómo todo se ha agravado en los últimos meses.

Porque en San Fernando de Henares hay cientos de personas que llevan viviendo desde septiembre de 2021 en un apartahotel, penando mientras se entierran sus sueños y tienen que seguir pagando por la hipoteca de unas casas en las que ya no pueden vivir. En el grupo de afectados hay de todo: familias, jóvenes, mayores, niños, adolescentes... Son cientos de vidas rotas por el metro.

“Lo lamento profundamente y vamos a estar a vuestro lado todo el tiempo que haga falta”, les promete Ayuso. “Es mi mayor compromiso”, añade. “No vale decir que nosotros no lo hemos realizado. He de asumir la responsabilidad como Administración”, admite. Y remata: “Lamento lo sucedido y lo que están viviendo. No me quiero ni imaginar lo que estáis viviendo. Nos sentimos concernidos y afectados, vamos a estar aquí las veces que haga falta. A ver si ponemos solución”.

EL PAÍS publicó el lunes que los afectados han pedido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que visite la zona. Sin confirmar el desplazamiento, la Moncloa expresó la preocupación de Sánchez. En la Real Casa de Correos, sede del Ejecutivo regional, hubo quien interpretó que eso quería decir que la foto de Sánchez en San Fernando, un municipio gobernado por el PSOE, era segura. Pocas horas después, Ayuso ha acudido al municipio por primera vez en casi cuatro años, una visita en la que le acompañan dos consejeros ―además de David Pérez, la titular de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura, Paloma Martín― y el vicepresidente, Enrique Ossorio, cuya presencia sí estaba anunciada. Todos hablan. Todos cuentan mil proyectos. Todos prometen inversiones, planes, soluciones. Pero, mientras tanto, las casas de San Fernando se siguen hundiendo. Y cientos de vecinos se han quedado sin su vivienda.

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Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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