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El PAU de Carabanchel contra el cantón de limpieza del Ayuntamiento: “No es no, impepinablemente”

Los vecinos afectados por la instalación de un almacén de maquinaria municipal frente a varios bloques de viviendas en el barrio de la Peseta se declaran en rebeldía ante los “problemas de ruido, olores e insalubridad” que traerá a la zona.

Vecinos del PAU de Carabanchel manifestándose frente al solar donde está prevista la instalación del cantón de limpieza.
Vecinos del PAU de Carabanchel manifestándose frente al solar donde está prevista la instalación del cantón de limpieza.DAVID EXPÓSITO

Los spaghetti a la boloñesa estaban quedando deliciosos. María Secos, de 38 años, preparaba la comida a fuego lento el pasado 11 de septiembre antes de ir a buscar a sus hijas al Colegio Ártica del barrio de la Peseta. La ventana del tendedero estaba entreabierta. Solo el ruido lejano de la M-40 acompañaba a la mujer en sus menesteres cotidianos hasta que un camión de basura de 3.500 kilos se detuvo en la calle de Morales del PAU de Carabanchel, a la altura del número 27, para acceder al solar que el Ayuntamiento de Madrid pretende convertir en un cantón de limpieza. María apagó la vitrocerámica, se calzó a toda prisa, bajó a la calle y se colocó delante del vehículo como si emulara la famosa imagen del rebelde desconocido que desafió de pie a una columna de tanques que pretendían acceder a la plaza Tiananmén, durante las protestas de 1989 en la República Popular China. Con tono desafiante le preguntó al conductor:

—¿Dónde está la licencia para atravesar este paso de cebra y rompernos la valla?

El hombre, ojiplático, no supo qué responder. “Solo estoy cumpliendo órdenes”, se excusó. Para evitar males mayores, María decidió apartarse y hablar directamente con el encargado del operativo. Mientras, más vecinos de los tres bloques de viviendas cuyas vistas dan al terreno bajaron para hacer presión colectiva. Las alarmas ya se habían encendido el viernes anterior cuando el solar, que lleva años en desuso, amaneció con varios contenedores de residuos en su interior. Tal fue el revuelo que María y compañía organizaron, que Beatriz Sáez, asesora del Delegado de Medio Ambiente y Movilidad en el Ayuntamiento de Madrid, Borja Carabante, se dirigió personalmente al lugar de los hechos. Allí, aseguró que la instalación del cantón no es una competencia del ayuntamiento, pero que, sin embargo, ordenaría la retirada de los vehículos y contenedores, además de prometerles una reunión con Carabante y su equipo en los próximos días. La respuesta no convenció a nadie.

El recinto, de 1.400 metros cuadrados, se encuentra vallado y completamente empapelado con mantas y carteles que pueden leerse con claridad desde la autovía M-40, a escasos 200 metros. “Ni basuras, ni residuos, ni olores”, “Fuera el cantón”, “¡Reubicación!”, rezan algunas de ellas. No es la primera vez que el barrio se rebela contra la instalación de un parque de limpieza. En marzo de este mismo año, otro grupo de vecinos logró, gracias a la presión conjunta, paralizar la instalación de un cantón en el cruce de la Avenida de la Peseta con la carretera Barrio de la Fortuna. En esta ocasión, la Plataforma Reubicación del Cantón del Pau de Carabanchel que se ha constituido, tiene ya más de siete mil firmas recogidas a través del portal change.org, y ha realizado varias manifestaciones por el barrio en busca de apoyo. “Vamos todos a una”, declara María.

Carteles y mantas en el vallado del solar.
Carteles y mantas en el vallado del solar. DAVID EXPÓSITO

Antonio Gordón, de 54 años, es el portavoz de la plataforma, además de vecino en las Terrazas del Pinar, una de las urbanizaciones afectadas. “No estamos en contra de los cantones, sino de que se instale uno a dieciséis metros de bloques de viviendas y a escasos 30 de colegios y escuelas infantiles. Tenemos el ejemplo del cantón de San Blas, que está siendo un infierno para los vecinos. Exigimos que se reubique en polígonos industriales que es donde corresponde”, explica. “Está demostrado que un cantón aquí traerá problemas de olores, ruido constante, insalubridad y problemas de seguridad por las mañanas con el trasiego de los niños al colegio”, añade.

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El mediodía del viernes 16 de septiembre, a las 13:20 p.m, Gordón y algunos representantes más de la plataforma, mantuvieron vía Teams la reunión prometida con los representantes del consistorio. Al otro lado de la pantalla se encontraba Borja Carabante, Delegado de Medio Ambiente, así como Martínez Páramo, Coordinador de Medio Ambiente, y Víctor Sarabia, Director de Limpieza, entre otros. La reunión fue de menos a más. Carabante intentó “quitarle importancia” a la instalación y persuadir a los allí presentes de que no traería ningún perjuicio al barrio. “Hablaba todo el rato con diminutivos, como si fuéramos niños pequeños”, cuenta María. “Solo serán diez camioncitos y algunos carritos”, les prometía. Finalmente, los vecinos sonsacaron la información que ya sospechaban después de haber tenido acceso a los pliegos e informes técnicos de la instalación. “Su intención es que tenga funcionamiento las 24 horas del día, durante todo el año. Habrá camiones de 3.500 kilos, un foso, muelles de carga y descarga, además de vestuarios para los operarios y un almacén de sal”, asegura Gordón. La tensión fue en aumento a medida que los responsables políticos comprobaban que no existía negociación posible. “No trate de convencernos, queremos que se reubique el cantón. Cualquier otra cosa no nos vale”, espetó Antonio a Carabante. “Sí es sí. Y es impepinable”, respondió el delegado.

Desde el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid aseguran que “no se tratarán ni se acumularán residuos. No habrá transferencia de los mismos ni vehículos de grandes dimensiones para la prestación del servicio. Se tratará de una infraestructura que albergará un vestuario, un almacén de carros eléctricos de limpieza y varias plazas de aparcamiento de vehículos de inspección con cero emisiones”.

Sin embargo, las promesas del consistorio no convencen a los vecinos. “O lo paramos antes de que empiecen, o no habrá vuelta atrás. Van a acabar devaluando los pisos. De hecho, varios vecinos en proceso de venta de sus viviendas ya han tenido que paralizar el proceso porque el comprador se ha echado para atrás”, afirma Antonio. De ahora en adelante tienen programada para cada domingo una manifestación por las calles aledañas y están dispuestos a “acampar en el terreno” si el asunto no se soluciona.

En un pequeño corrillo con algunos vecinos, María pone voz a un sentimiento generalizado: “No puede ser que los políticos gobiernen de espaldas a los ciudadanos. Si te compras una casa en un barrio con unas expectativas no puede ser que terminen haciendo lo contrario y no pase nada.” La mujer, que observa las decenas de mantas y carteles con mensajes que destacan bajo la luz de las farolas, piensa en voz alta y comparte lo que será su próximo eslogan: “No es no. Impepinablemente”. El PAU de Carabanchel se mantiene combativo, y no desistirá en su lucha, aunque tengan que ser ellos mismos quienes paren los camiones.

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