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Podemos y Sumar inician una negociación bajo mínimos tras el 28-M

Pablo Iglesias: “Toca ser humildes, los que tienen que ejercer el liderazgo a la hora de asegurar que vamos todos juntos son otros”

Ione Belarra, momentos antes de la rueda de prensa en la sede de Podemos, el lunes. Foto: CLAUDIO ALVAREZ | Vídeo: EPV
Paula Chouza

Cuenta atrás para llegar a un acuerdo entre Podemos y Sumar. El último giro de guion del presidente, Pedro Sánchez, deja poco margen para la reflexión pausada y obliga a los partidos a ponerse manos a la obra. La organización de Ione Belarra, principal damnificada de la debacle en las elecciones autonómicas y municipales, tiene tan solo 10 días para cerrar un pacto con la plataforma de Yolanda Díaz, según obliga la ley electoral. Los comicios han servido para medir fuerzas y a excepción de Más Madrid —que aun sin tocar poder, se consolida como segunda fuerza en la Comunidad—, ninguna de las formaciones que aspiran a integrarse en el futuro espacio liderado por la vicepresidenta segunda del Gobierno (Izquierda Unida, Catalunya en Comú, Compromís o los ecologistas Verdes Equo y Alianza Verde) está en disposición de presumir de resultados. Lo apurado de los plazos y la aparente fragilidad de todos los actores podrían allanar el terreno para el acuerdo. Lo contrario sería letal para las aspiraciones de una izquierda que acaba de sufrir un enorme desgaste en las urnas y lucha por la supervivencia.

El mapa del 28 de mayo es catastrófico. Las candidaturas de Podemos e Izquierda Unida —que concurrían juntas en 10 de las 12 comunidades en juego— han pasado de tener 49 escaños a tan solo 18 en el total de esos parlamentos regionales. De los seis gobiernos autonómicos que defendían, solo pueden conservar Navarra. Pierden La Rioja, Aragón, Baleares, Comunidad Valenciana y Canarias, e incluso desaparecen de estos dos últimos territorios. Ambos partidos han quedado fuera también de la Comunidad de Madrid —cuna de Podemos y en la que sus dirigentes se habían volcado especialmente en campaña— y no han logrado volver a las asambleas de Cantabria y Castilla-La Mancha (además de carecer desde 2020 de representación en Galicia). En el resto de las autonomías en liza, Podemos retrocede (de cinco a un escaño en Aragón, de cuatro a uno en Asturias...) y solo mantienen su modesta representación en La Rioja (2), Extremadura (4) y Región de Murcia (2), pero todos esos Ejecutivos quedan en manos de la derecha.

En el ámbito municipal las noticias no son mejores. Podemos e IU no logran el 5% necesario para regresar al Consistorio de la capital por apenas una décima (4,87% de los votos), ni tampoco al de Valencia (2,33%). Del mismo modo, las izquierdas no acarician poder en ninguna de las capitales de provincia andaluzas. En Galicia, donde hace ocho años arrasaron las mareas, UP ha quedado fuera ya de las grandes ciudades, a excepción de Santiago, donde se presentaba en la candidatura amplia de Compostela Aberta. En solitario, IU logra mantener algunos de sus bastiones, como Rivas (Madrid), Zamora o Mieres (Asturias), plaza en la que Díaz arrancó la campaña y en la que aguanta su mayoría absoluta. Dirigentes del espacio reconocen que el resultado es malo “sin excusas”, “más duro” de lo previsto y apelan ahora a la “responsabilidad” para cerrar un acuerdo.

Aunque en dimensión distinta, el retroceso afecta a otras formaciones. La candidatura de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha quedado tercera en la capital catalana. La líder de Catalunya en Comú es una de las grandes aliadas de Díaz, y su partido, piedra angular de Sumar. A pesar de que aún no están claros los acuerdos para conformar gobierno y de que la distancia con el candidato del PSC, Jaume Collboni, es de tan solo 141 votos, la pérdida de poder en la ciudad más importante gobernada por el espacio supone un revés para los comunes y otro obstáculo en la carrera de la vicepresidenta, que había redoblado esfuerzos en campaña para apoyar a Colau.

Del mismo modo, la salida de la alcaldía de Valencia de Joan Ribó —que pasa de 10 a 9 concejales y cede el mando al PP— y la de Compromís del Gobierno autonómico —baja de 17 a 15 diputados y la suma de las izquierdas no es suficiente— limita en cierta medida las credenciales del partido a la hora de negociar con Díaz. Tampoco ha logrado representación Drago Verdes Canarias, la coalición liderada por Alberto Rodríguez, en el Parlamento del archipiélago, y la Chunta queda fuera del Ejecutivo de Aragón.

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Solo Mónica García revalida como líder de la oposición madrileña, aunque su efecto es limitado por la mayoría absoluta del PP de Isabel Díaz Ayuso. Su candidata a la alcaldía de la capital, Rita Maestre, retrocede frente a los resultados obtenidos por Manuela Carmena en 2019 (de 19 a 12 asientos en la corporación) y las izquierdas no consiguen parar el ascenso del popular José Luis Martínez-Almeida, ya con mayoría absoluta.

En un escenario tan complicado, las próximas jornadas serán fundamentales para el devenir de Sumar. “El bloque progresista va perdiendo en la primera parte del partido, pero salimos a ganar en la segunda”, afirmó el lunes la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, redoblando su apuesta pública por la “unidad”, una tesis también defendida por Pablo Iglesias durante la jornada, ya con las conversaciones para recoser el espacio en marcha. El exvicepresidente, que a última hora del día reconoció en la Cadena SER que el balance de Podemos era “terrible”, apostó por asumir lo sucedido. “Toca ser humildes y dejar claro que los que tienen que ejercer el liderazgo a la hora de asegurar que vamos todos juntos son otros”, afirmó en un cambio de discurso en referencia a Compromís o Más Madrid, señalando directamente a Joan Baldoví, Mónica García o Íñigo Errejón como las personas que tiene que “mandar más” en Sumar.

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Sobre la firma

Paula Chouza
Periodista de Política en EL PAÍS. Participó en el lanzamiento de EL PAÍS América en México. Trabajó en el Ayuntamiento de A Coruña y fue becaria del Congreso de los Diputados, CRTVG o Cadena SER. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Marketing Político y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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