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El PSOE se centra en la sanidad y el feminismo, y el PP, en el Falcon

El Gobierno apura hasta el último Consejo de Ministros para buscar el voto feminista y reivindicar la buena marcha de la economía. Feijóo apuesta al avión que usa el presidente y al ‘solo sí es sí' para agrupar el voto de la derecha

El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, este martes durante un mitin en Jerez de la Frontera. Foto: PACO PUENTES | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

Nuevo pulso directo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en el mismo territorio, esta vez Extremadura. Pero con resultado muy diferente. Si en el fin de semana el PP le dio un repaso al PSOE al triplicar en la plaza de toros de Valencia los asistentes del mitin del día anterior de los socialistas en la Ciudad de las Artes, esta vez la victoria del músculo de partido del PSOE fue muy evidente en Extremadura, donde ha gobernado casi toda la democracia y espera seguir haciéndolo después del domingo. En el mitin de Badajoz, Sánchez y Guillermo Fernández Vara concitaron a mucha más gente de la que reunieron en Cáceres Alberto Núñez Feijóo y María Guardiola, la candidata del PP para presidir la Junta de Extremadura. Las imágenes eran muy elocuentes. El PP concentró en Valencia su gran esfuerzo de organización para dar un golpe de efecto, y lo logró. Pero en el resto de España no está jugando tan fuerte.

Disipado ya prácticamente por completo el asunto Bildu, que rompió la campaña la semana pasada y cambió los planes de todos, las estrategias han vuelto a lo previsto. Y ahí ha quedado completamente en evidencia qué tenían pensado cada uno de los dos grandes partidos. El PSOE ha optado por una campaña de claro contenido socialdemócrata, centrada en contenidos, con temas por días, y apoyada en la gran ventaja política de tener el Gobierno en su mano y poder llevar al Consejo de Ministros de forma inmediata cualquier promesa.

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, participa en un acto electoral de su partido en Cáceres, el martes por la tarde.
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, participa en un acto electoral de su partido en Cáceres, el martes por la tarde.Carlos Criado - Europa Press (Europa Press)

Este martes le tocaba a la política de cuotas para lograr la paridad, un asunto central del feminismo. El Ejecutivo aprobó por la mañana la ley de paridad, que implica obligar a todas las grandes instituciones, incluidos órganos como el Tribunal Constitucional, a tener un mínimo de 40% de mujeres. Pero sobre todo da un paso más complejo, y es exigir a las grandes empresas que también lo tengan en sus órganos de gobierno.

Nadia Calviño, la mujer más poderosa del Gobierno, compareció para explicarla y de paso arrebatar esta bandera a la ministra de Igualdad, Irene Montero, a la que el sector socialista no invitó a salir en la rueda de prensa para un tema de su competencia. Lo más delicado de la ley son las sanciones a las empresas que incumplan. Pero no quedan fijadas en la norma, según fuentes del Ejecutivo: será la Comisión Nacional del Mercado de Valores quien las establezca en función de la gravedad del incumplimiento. Habrá que ver, por tanto, en qué quedan esas posibles sanciones.

Horas después de aprobar la norma, Sánchez enarbolaba en Badajoz la bandera del feminismo para el PSOE, mientras desde el PP, la secretaria general, Cuca Gamarra, aseguraba que los socialistas hacen esta norma para intentar tapar “su mala conciencia” por la ley del solo sí es sí y los 1.079 agresores sexuales beneficiados por las reducciones de condena. “Sánchez conoce poco a las mujeres si cree que con su último anuncio van a olvidar todo esto y no le van a pasar factura en las urnas”, insistió la número dos del PP. Sánchez y el PSOE siempre han logrado una ventaja importante sobre la derecha en el voto femenino, y el presidente ha elegido este asunto como una cuestión clave de la recta final de su campaña con la sanidad, a la que Sánchez ha dedicado buena parte de sus últimos mítines, incluido el de Badajoz.

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La otra gran apuesta del PSOE para toda la campaña es la situación económica. Los socialistas han diseñado mensajes en positivo, con asuntos sensibles como sanidad, educación, pensiones, vivienda, transportes, empleo, y han dejado atrás otras campañas más centradas en el miedo a Vox o la movilización contra la derecha. Ni siquiera un asunto como el del racismo, que ha puesto en primer plano el caso Vinicius, ha llegado a los mítines socialistas. Sánchez lo ha condenado en redes sociales, pero no lo lleva a su discurso electoral.

Tampoco está esta cuestión en los del PP, y Feijóo, que tardó un día entero en decir algo, se limitó a condenarlo, pero añadiendo inmediatamente que España no es racista. El corazón de la recta final de la campaña del PP se explica con una marca comercial: Falcon. El nombre de este viejo avión de negocios, de la marca Dassault, que usan varios gobiernos europeos, entre ellos el español, es la estrella de los mítines del PP.

Feijóo, que ya llegó al poder en 2009 con una campaña brutal contra el supuesto derroche del coche oficial de Emilio Pérez Touriño, adora este asunto. En Cáceres lo sacó para defenderse de un ataque del PSOE, que le acusó de haberse inventado una cancelación de un vuelo Valencia-Tenerife para saltarse un mitin. “Me han querido calumniar diciendo que me invento cancelaciones de aviones. ¡Los del Falcon! Yo he enseñado la tarjeta de embarque de mis vuelos porque no tengo nada que ocultar. Pido que Sánchez enseñe los gastos del Falcon para ir a dar mítines a costa de todos los españoles. Un presidente del PP jamás utilizará el Falcon para ir a un mitin. Modificaremos la ley de utilización de medios del Estado”, clamó entre el entusiasmo del público, que con este tema siempre se anima.

Todo el mitin del líder del PP y de sus candidatos tenía un único hilo conductor: echar a Sánchez. “Esperemos que el sanchismo solo dure cinco años porque no podemos más”, llegó a decir Feijóo. En el PSOE creen que, agotado Bildu, el PP se queda sin fuelle para el final de campaña. Pero los populares están muy convencidos de que el antisanchismo es más que suficiente para movilizar a los suyos.

Feijóo, que se ha convertido en carne de meme en redes progresistas por sus frases extrañas o sus meteduras de pata, empezó ayer a usar la técnica de Rajoy cuando le pasaban esas cosas: reírse de sí mismo. Pero incluso esa autoburla —”estoy encantado de volver a estar en Andalucía”, arrancó recordando el fiasco en otro mitin en Extremadura en precampaña— se acabó convirtiendo en un desprecio a Sánchez ya en tono muy poco bromista: “No soy perfecto, solo soy una persona normal, que es lo que necesita España. No soy perfecto como Sánchez, que jamás se equivoca y jamás ha pedido perdón en nada”, clamó.

El expresidente José María Aznar fue aún más lejos, sobre todo si pensamos que solo son unas autonómicas y municipales: “Va a haber una suelta general de terroristas en prisión y va a haber una consulta también en el País Vasco, es el precio que Sánchez está dispuesto a pagar”, dijo en Bilbao. Si esto es solo un primer asalto de las generales, cuesta imaginar cómo será el combate definitivo.

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