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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un frente a rastras

Salvador Illa, reforzado porque es prácticamente el único líder territorial socialista que el domingo ganó, también ha menospreciado el frente de Aragonès

El expresidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas (i), y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (d), charlan durante las jornadas del Cercle d’Economia, en Barcelona.
El expresidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas (i), y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (d), charlan durante las jornadas del Cercle d’Economia, en Barcelona.David Zorrakino (Europa Press)
Manel Lucas Giralt

A Pere Aragonès se le nota afectado por los resultados del domingo. Normal, aunque otros políticos se protegerían tras una coraza y él lo trasluce. El president no parece entusiasmado con su misma idea de “frente democrático” soberanista con Junts per Catalunya, CUP y En Comú Podem. La oferta del martes daba toda la impresión -no sólo a mí- de una reacción a la contra, a rastras, improvisada tras el órdago de Junts, que horas antes había propuesto una lista conjunta a las elecciones generales. Tampoco parecía muy reflexionada la expresión: “Ahora, con un Gobierno de PP y Vox…”, que soltó en su comparecencia solemne, como dando por descontada la victoria de la derecha. Este miércoles, en el Parlament, trató de matizar desviando la atención hacia Pedro Sánchez: “Quien da por hecha la victoria del PP y Vox es quien avanza las elecciones en el Estado.” Bueno, pero él dijo lo que dijo.

El frente democrático o común ya está en la primera línea de la nueva precampaña. Buena parte de los grupos se han referido a él, en general para discutirlo, tanto los llamados a la casa del padre como los que no. La portavoz de los comunes, Jéssica Albiach, ha echado agua al vino afirmando que con Junts per Catalunya “no iremos ni a la esquina”. Para Eulàlia Reguant, de la CUP, es una propuesta hecha “a golpe de papeleta”, y Albert Batet (Junts) sólo parece dispuesto a negociar una lista conjunta con un programa de ruptura independentista (a pesar de ello, el partido ya está inmerso en la pugna interna por quién encabeza su lista). Todo recuerda demasiado al 2015, cuando Artur Mas lanzó la idea de Junts pel Sí -una lista única de CDC y ERC con las entidades cívicas- y Oriol Junqueras trató de zafarse proponiendo listas separadas y programa conjunto. Aquella vez, el presidente de ERC se vio forzado a claudicar, y ahora ha repetido la misma idea: varias voces con un solo discurso. Más o menos. Salvador Illa, reforzado porque es prácticamente el único líder territorial socialista que el domingo ganó, también ha menospreciado el frente de Aragonès, sacando pecho de su posición: “se me hace difícil pensar en consensos en Catalunya al margen del primer partido de Catalunya.”

Han hablado del tema incluso los que no se presentan a las elecciones: Carlos Carrizosa, de Ciudadanos, ha insistido en llamarlo Frente Popular (igual que el líder de Vox, Ignacio Garriga, por cierto). Para la derecha, por lo visto, comparar algo con el gobierno de izquierdas surgido de las elecciones de 1936 y que afrontó el golpe de Estado franquista es criminalizarlo. Los problemas del revisionismo histórico que se escampa. De nada serviría, me temo, contarle a estos parlamentarios que no todo frente es equiparable al Frente Popular, que fue una alianza de socialistas, comunistas y republicanos de centroizquierda (ERC en Catalunya). Está bien quejarse de la mala comprensión lectora de las escuelas catalanas, pero a muchos les convendrían unas clases de Historia Contemporánea.

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