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El PSC señala a Aragonès que debe negociar con ellos si quiere culminar la legislatura

Los socialistas subrayan la condición de gobierno en minoría de ERC pactando con Junts la supresión del plan piloto de la renta universal

El president Pere Aragonès y el líder de la oposición Salvador Illa se estrechan la mano tras la aprobación de los presupuestos. / MASSIMILIANO MINOCRI
El president Pere Aragonès y el líder de la oposición Salvador Illa se estrechan la mano tras la aprobación de los presupuestos. / MASSIMILIANO MINOCRIMASSIMILIANO MINOCRI

Cataluña dio este viernes de forma definitiva un giro de guion a su legislatura con la aprobación en el Parlament de los presupuestos para 2023 con los votos de Esquerra, el PSC y los comunes. Con un gobierno sustentado en una escuálida mayoría de 33 diputados sobre 135, el president Pere Aragonès, que fue investido por una mayoría independentista, ha allanado la segunda parte su mandato con los votos de una triple alianza presupuestaria que ya se ha consumado varias veces en el Ayuntamiento de Barcelona y en el Congreso. Los socialistas, sin embargo, rechazan que el pacto camufle un acuerdo de legislatura y avisan a Aragonès de que no piensan adherirse a su acción de gobierno, que está en minoría y que forzosamente deberá negociar. El objetivo del PSC, que ayer se visualizó también en el Parlament, es dejar patente que la supervivencia del Gobierno Aragonès acabará dependiendo de las cesiones que haga a los socialistas.

El president y Salvador Illa, líder del PSC, intercambiaron impresiones tras el Pleno y fueron visibles los gestos de complicidad de miembros del Govern con diputados del PSC y los comunes. Con todo, los republicanos sufrieron su primer sobresalto cuando el Parlament tumbó su enmienda para asignar una partida presupuestaria al plan piloto para crear una renta universal, una de las medidas estrella de la legislatura que pactó con la CUP. Los republicanos ya eludieron incluir la partida de 40 millones en los presupuestos pero querían dejar la puerta abierta a poderlo hacer más adelante en la ley de acompañamiento. ERC necesita de forma ineludible el apoyo de uno de los dos grandes partidos —PSC o Junts— para que sus propuestas prosperen. Ninguno de los dos votó a favor. El PSC considera que no es prioritario esa oficia al sostener que es utópico poder destinar una renta a todos los catalanes porque se necesitarían tantos millones, 40.000, como a los que asciende el presupuesto de ayer.

Los socialistas creen que, en medio del marasmo de las conversaciones presupuestarias, el capítulo de la renta básica es solo una anécdota pero paradigmática: dicen que ERC la incorporó en la ley de acompañamiento que no pactaron. Algo parecido, dicen, ha sucedido con el decreto de la sequía, aprobado el martes por el Govern. Aragonès sorprendió a la oposición el jueves en el Parlament cuando anunció una cumbre para combatir la sequía. Su sensación es que continúan sin ser conscientes de su debilidad. “Conviene que aprendan de las lecciones de los presupuestos”, subrayó durante el Pleno la portavoz socialista Alícia Romero. “Hará falta que busquen acuerdos sin prejuicios y apriorismos. Tienen que aceptar su minoría”, afirmó apuntando nuevos retos como el de la gestión de la sequía y el de la expansión de las energías renovables.

El president Pere Aragonès, aplaudido tras la votación. / MASSIMILIANO MINOCRI
El president Pere Aragonès, aplaudido tras la votación. / MASSIMILIANO MINOCRIMASSIMILIANO MINOCRI

Antes del acuerdo presupuestario, el PSC ya lamentó que el Govern intentara convalidar los decretos-ley sin negociación previa y de hecho en una ocasión, el de la prórroga presupuestaria técnica, socialistas y Junts obligaron al Govern a tramitarlo como proyecto de ley. La primera prueba de la solidez del pacto presupuestario se verá este mismo mes: el documento prevé hacer efectivo en el primer trimestre del año con el Ministerio de Transportes el acuerdo para financiar y redactar el proyecto de la Ronda Norte en el área de Sabadell, un proyecto que causa un enorme rechazo en las bases de ERC y que el Govern asumió para lograr las cuentas.

El debate sirvió para constatar que las relaciones de ERC con sus antiguos socios y la unidad del independentismo está hecha añicos. Aragonès tendió la mano a sus viejos aliados pero no parece que se vaya a reconducir. Junts dio por sentado que el president selló un nuevo tripartito, el Govern de izquierdas que dirigió Cataluña en los años 90 formado por el PSC, ERC e Iniciativa, antecesora de los comunes y que había traicionado a la mayoría del 52%, en alusión al porcentaje de votos independentistas de las últimas elecciones autonómicas. La hostilidad es mutua: ERC acusa a Junts de boicotear la mayoría de sus iniciativas y Junts a ERC de haber apostado por el autonomismo. Dos escenas revelaron el desencuentro: Albert Batte (Junts) se quejó por la mañana de las risas surgidas en la bancada de ERC tras su intervención y Raquel Sans (ERC) fue reprobada por los diputados de Junts que se revolvieron cuando les espetó que habían aprobado la renta universal.

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La ruptura de ERC con la CUP, su antiguo socio parlamentario, es absoluta. Fue el primer grupo que anunció que le apoyaría en la investidura y están ahora en las antípodas. Eulàlia Reguant (CUP) calificó los Presupuestos de un “desastre mayúsculo” porque a su juicio solo benefician a los bancos, refuerzan la privatización de los servicios públicos y abonan grandes macroproyectos caducos y contrarios al medio ambiente como el complejo recreativo Hard Rock, en Tarragona, la ampliación del aeropuerto de El Prat y la B-40. “Los Presupuestos son la constatación de su giro a la derecha y de haber dimitido de impulsar una agenda social solo por gobernar”, dijo.

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