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cancelación
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En Cataluña cancelamos las habaneras

¿Basha Changue se tomó en serio la pregunta, quería aplicar la cultura de la cancelación a las habaneras?

Carmen Domingo
Roald Dahl
Libros de Roald Dahl.Andrew Burton (AP)

Llevamos un mes de lleno de cancelaciones. Una de las últimas, y tal vez la más sonada, la de Roald Dahl, el reconocido autor de, entre otras, Charlie y la Fábrica de chocolate. Parece que ser que utilizó palabras en sus libros que políticamente no son correctas. Así decir “fofa” y “gorda” molesta y hay que buscar eufemismos y algún iluminado ha decidido cambiarlo por, creo, enorme y bruta, y así con toda su obra. Eliminemos, cambiemos, modifiquemos, todo vale en aras de la cultura woke que patrocina la ideología posmoderna que nos rodea y suaviza el discurso dirigiéndolo a lo que ellos consideran “aceptable”.

Nada nuevo, pensaba conforme leía los artículos publicados sobre el tema. Ya hemos cambiado en la Constitución el término “disminuido” por “persona con discapacidad”, aunque sin aumentar las ayudas a sus “discapacidades”, entretenimientos que no cuestan dinero.

Y en ese momento se me cruzó un tuit que interpelaba a la candidata de la CUP a la alcaldía de Barcelona, Basha Changue: “También deberían prohibirse habaneras como ‘El meu avi’?”, preguntaban. ¡Claro!, pensé, abramos el melón de las cancelaciones patrias. Basha no dudó: “No es una respuesta sencilla, pero necesitamos un debate de país”.

La respuesta me tranquilizó y preocupó a partes iguales. Si el debate era de país, los botiflers no opinaríamos, bien, pero ¿eso quería decir que se estaba tomando en serio la pregunta? ¿Quería aplicar la cultura de la cancelación a las habaneras? ¿Estaba relacionándolo con la compraventa de esclavos por el momento histórico en el que se escribieron?

No tardé mucho en encontrar más demandas de la alcaldable en esta línea en defensa de los que, como ella, son racializados y de los afrodescendientes, entre otras suprimir las fiestas de los indianos. Si, en lugar de explicar la historia, y aprender de ella aprovechando la fiesta para corregirla en un futuro, había que eliminarla.

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Pues si esa es la idea, amigos de la CUP, os voy a dar una pista para el próximo pleno —si no se os adelantan los Comuns, que en estos temas andáis a la par— y en lugar de preguntar por las necesidades de las escuelas públicas, los desahucios o las listas en la sanidad, hagáis una petición de retirar La fuente de la palangana, en Barcelona, que por si no lo sabéis, también se llama La fuente del Negrito. Cuenta la leyenda, que representa un pasaje de la vida de Eduard Alentorn. Parece que la hija limpiaba la cara de su hermano adoptivo, de raza negra. El chiquillo, cosas de niños, esperaba aclarar el color de su piel. Sabido es que, biología manda, por más que lo deseemos no podemos cambiarla —al menos hasta que alguna lumbrera nos coloque otra ley por el trámite de urgencia que lo permita—, así pues el escultor acabó dándole un nombre alternativo a la fuente: ¡Imposible! Un “imposible” que hace referencia a la acción de la hija de Alentorn.

¿Existe algo más racista que querer decolorar a tu hermano de raza negra? Vosotros bien podéis pedir la retirada de la fuente y cancelarla, que siempre es mejor eso que pedir que destruyan el Parque Güell o las joyas de la Catalunya Modernista, amparándoos en los pasados esclavistas de todos ellos… Pero esto sigue, la polémica cancelatoria de hoy, retuiteada por el exdiputado Lluís Llach, es: el brazo de gitano incita al odio o al racismo… Prioridades patrias.

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