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El acercamiento entre ERC y PSC para los Presupuestos de la Generalitat constata el fin de la política de bloques en Cataluña

Illa y Aragonès se reunirán el lunes con el objetivo de desencallar definitivamente las cuentas

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el lider del PSC, Salvador Illa, durante la sesión de control al Gobierno catalán, celebrada en medio de las tensas negociaciones para aprobar los Presupuestos de la Generalitat de 2023.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el lider del PSC, Salvador Illa, durante la sesión de control al Gobierno catalán, celebrada en medio de las tensas negociaciones para aprobar los Presupuestos de la Generalitat de 2023.Quique García (EFE)
Miquel Noguer

La política catalana lleva una década sumida en un marco de imprevisibilidad y turbulencias. Por eso nadie es capaz de determinar al cien por cien si el Gobierno de Pere Aragonès será capaz de dotarse de unos Presupuestos para 2023, pese a la importante cesión que ayer hizo al Partit dels Socialistes (PSC) apoyando la construcción de la autovía orbital de Barcelona, la B-40, que hasta ahora los republicanos rechazaban y que el PSC ponía como condición imprescindible para apoyar las cuentas. El paso de ayer es “importante” según admiten ambas parte de la mesa negociadora, pero la inminencia de la campaña electoral de mayo y la debilidad del Gobierno de Esquerra obligan a mantener la prudencia hasta que el pacto no esté firmado.

El acuerdo definitivo podría llegar el próximo lunes con la reunión a la que se han emplazado el propio Aragonès y el líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa. Pero acabe como acabe el encuentro, la negociación de los Presupuestos catalanes ha sido la constatación de que la política de bloques entre independentistas y no independentistas que ha marcado la vida institucional catalana durante los últimos 10 años ha saltado definitivamente por los aires. El PSC vuelve a formar parte de las negociaciones con los secesionistas, y ello abre la puerta a pactos impensables hace apenas unos meses.

Los 33 diputados del PSC se han convertido en imprescindibles para Aragonès si quiere aprobar la ley más importante del año, la de los Presupuestos, tras haberse quedado con una exigua minoría de 33 diputados en un Parlamento con 135 escaños. La calculadora está en marcha en todas las sedes de los partidos catalanes porque el paso lógico si la negociación presupuestaria fracasa es que comiencen a sonar los tambores electorales.

El partido que con más enojo está viviendo las negociaciones y las idas y venidas entre socialistas y republicanos es Junts, partido que hasta hace cuatro meses gozaba de la mitad del Gobierno catalán y que decidió salir de él y, con ello, perder buena parte de la cuota de protagonismo. El secretario general de Junts, Jordi Turull, se quejó ayer de que el Govern esté dedicando “más esfuerzos” a llegar a un pacto con el PSC que “los que hubo en su momento para cumplir el acuerdo de gobierno” con su formación.

Efectivamente, y pese a lo que ha asegurado muchas veces el Gobierno de ERC, la negociación presupuestaria con Junts nunca ha acabado de arrancar y los posconvergentes han ido quedando relegados al papel de oposición pura y dura. De ahí que el PSC sea la única tabla de salvación de Aragonès si quiere sacar adelante no solo los Presupuestos, sino también otras leyes de calado.

Ayer Aragonès cogió aliento para intentar este acuerdo con el partido de Illa. Admitió que su cesión con la autovía B-40, que ERC rechazaba por su elevado impacto ambiental y paisajístico, obedece a la necesidad de obtener “un bien superior” como son los Presupuestos. Es más, Aragonès casi se flageló en público para regocijo de sus rivales: “Asumo la contradicción, el coste y el desgaste político y personal”, añadió.

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La última palabra la tendrá ahora Salvador Illa, líder del PSC. Los socialistas han conseguido sacar a ERC de su zona de confort obligando a los independentistas a negociar sobre asuntos sobre los que tenían dibujadas líneas rojas muy visibles. Además de la citada autovía, la ampliación del aeropuerto de El Prat y la construcción de un macrocasino en Tarragona, promovido por la compañía estadounidense Hard Rock. Son asuntos que no solo despiertan recelos en las filas republicanas, sino que ayudan a romper la agenda que en los últimos años había estado siempre monopolizada por el debate independentista.

Ante las críticas que el PSC está recibiendo por apostar por proyectos que los ecologistas denuncian por insostenibles, los socialistas han optado por recuperar como prioridad otros asuntos más sociales y que no debería haber problema para incorporarlos progresivamente en los Presupuestos. Uno de ellos es que el 25% del presupuesto sanitario se dedique a la Atención Primaria, tal y como reclaman las organizaciones internacionales.

La reunión que se espera definitiva entre Aragonès y Illa para desencallar los Presupuestos —o romper definitivamente— será el próximo lunes. Antes, durante el fin de semana, ERC celebrará su congreso, que se prevé pacífico gracias al férreo control de las bases que ha conseguido su presidente, Oriol Junqueras. Con todo, las cesiones ante el PSC, los acuerdos con el Gobierno de Pedro Sánchez, y las dificultades para gobernar Cataluña con tan escaso apoyo parlamentario obligarán a la cúpula republicana a esmerarse a fondo para convencer a las bases de que la ruptura con Junts y el fin de la política de bloques les puede reportar beneficios.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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