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Los presos sufren siete veces más problemas mentales que la población ordinaria en Cataluña

El 84% de los reclusos han sufrido un trastorno en algún momento de su estancia en prisión, según datos de la entidad Justicia i Pau

Prisiones
Entrada de la prisión de Quatre Camins, en la Roca del Vallès (Barcelona).EFE / TONI GARRIGA
Bernat Coll

Las prisiones favorecen las enfermedades mentales. Esta es la principal conclusión del estudio La salud mental en el sistema penitenciario catalán, presentado este martes por la organización social Justícia i Pau en el Colegio de Periodistas de Barcelona, y que señala el entorno penitenciario como un espacio de riesgo para estas patologías. “¿Es la prisión un espacio adecuado para las personas con problemas mentales?” se ha preguntado Núria Sastre, miembro del grupo de trabajo que ha elaborado el estudio, a modo de presentación. Los datos presentados dicen que no. Según el informe, los presos sufren siete veces más problemas mentales que la población ordinaria en Cataluña y el 84% de los reclusos han sufrido algún trastorno a lo largo de su paso por prisión.

La prevalencia superior de los trastornos mentales en relación al conjunto de la población se explica por diferentes factores, según el estudio: la progresiva desaparición de los centros de internamiento psiquiátricos, el aumento de personas sin recursos y el creciente abuso al consumo de drogas. “Los centros penitenciarios se van convirtiendo progresivamente en un almacén de enfermos mentales”, plantea el documento a través de diversos autores.

Las diferencias entre el impacto en la salud mental dentro y fuera de la cárcel son notables. El 39,62% de la población interna sufre ansiedad por el 17,97% de los usuarios ordinarios del Institut Català de la Salut (ICS); el 12,3% tiene diagnosticado un trastorno de la personalidad (por el 1,51% del resto de la población) y el 3,24% tiene esquizofrenia (por el 0,45% en el ICS). Únicamente la depresión (6,73% y 6,89% respectivamente) tiene niveles similares dentro y fuera de la cárcel. “No nos podemos permitir un sistema penal que, en lugar de contribuir al bienestar social, sea causante de patología mental y exclusión de quienes la padecen”, ha considerado Roser Garcia, médico y voluntaria de la entidad.

Ante esta diferencia, los expertos entienden que a pesar de que la asistencia psiquiátrica en Cataluña es de “referencia internacional”, las prisiones tienen limitaciones para tratar determinados tipos de trastornos y reclaman que “el sistema jurídico avance decididamente hacia el camino de la excarceración del trastorno mental”. El documento afea que no exista un modelo de internamiento de carácter extrapenitenciario, y durante la exposición el jefe clínico de la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica de Cataluña (PSSJD), Álvaro Muro, ha mostrado las contradicciones del sistema actual. “Dentro de prisión tengo gente ingresada con edades mentales de cuatro y seis años mandados por jueces. ¿Qué hacen en la prisión? Muchos expertos hablan de que las prisiones son los nuevos psiquiátricos. Los trastornos de salud mental en prisión están aumentando y aumentarán más”, ha advertido.

El perfil mayoritario de estos reclusos es el de un hombre con un trastorno mental de larga duración y que ha sido consumidor de drogas o alcohol en algún momento de su vida, plantea el informe. Este abuso en el consumo por personas con trastornos, conocido como patología dual, presenta “dificultades especiales” en el tratamiento porque la adicción dificulta extraordinariamente el “abordaje de la otra patología mental subyacente”. Según datos de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, el 76% de los internos consumía drogas el mes anterior a ingresar a prisión.

Tampoco ayuda el proceso de adaptación a la prisión y a un nuevo modelo de vida lleno de incertidumbre, apunta Garcia: “Generalmente aparece angustia en el momento del ingreso y no desaparece hasta que uno se acaba adaptando, si es que lo hace. El miedo es mal consejero para la salud mental y los reclusos tienen miedo por muchas cosas: de que no les vayan a ver, del tiempo que pasarán recluidos, de no ver a sus hijos, de los funcionarios, de los compañeros...”. Por ello, dice, muchos buscan “refugio” en el médico. “Están hipermedicalizados y muchos internos tiene tratamientos con psicofármacos, antipsicóticos o tranquilizantes sin haber sido diagnosticados”.

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El estudio reivindica una mejora en la reinserción porque considera que los internos cargan con muchos estigmas sociales. “La reinserción de las personas con salud mental al salir de la prisión es muy difícil. Si el estigma existe fuera, imaginad dentro”, remarca Garcia. El documento entiende que es esencial garantizar la “continuidad del tratamiento médico” y considera que no existen “protocolos claros”. Los expertos reclaman diseñar un plan de transición del mundo penitenciario al mundo en libertad donde intervengan todos los actores: representantes de la prisión, servicios sociales, etc.

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Sobre la firma

Bernat Coll
Periodista centrado actualmente en la información sanitaria. Trabaja en la delegación de Catalunya, donde inició su carrera en la sección de Deportes. Colabora en las transmisiones deportivas de Catalunya Ràdio y es profesor del Máster de Periodismo Deportivo de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

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