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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más verde para refrescar las ciudades

Las ciudades se están calentando casi un 30% más rápido que las áreas rurales, pero están menos preparadas para defenderse del calor

Ola de calor móviles
Dos personas se protegían del calor el pasado julio en el parque de la Barceloneta, en Barcelona.David Zorrakino (Europa Press)
Milagros Pérez Oliva

Ahora que llega el frío, es hora de pensar en el calor. La Agencia Estatal de Meteorología acaba de hacer público que este verano ha sido el más caluroso en España desde 1961, con una anomalía media de 2,2° C por encima de lo esperable. Hemos superado en 0,4° C las temperaturas del verano más cálido de la serie de referencia (2003). Y acabamos de saber que, entre junio y agosto, se han producido 20.000 muertes más de las esperadas: un 13% más que el año pasado y un sorprendente 18% más que en 2020, en plena pandemia. Es pronto para determinar todas las causas de este exceso de mortalidad, pero nadie duda de que las altas temperaturas han tenido un papel determinante. Varias olas de calor seguidas, más prolongadas y con temperaturas más altas, han tenido un impacto sobre la salud de las personas frágiles. Los científicos advierten que el de 2022 puede ser el verano más fresco de los que vendrán. ¿Podemos resignarnos a un número de muertes prematuras tan elevado como el de este verano?

La pandemia puso en crisis un modelo de ciudad basado en la sobreocupación del espacio y el hacinamiento residencial. La nostalgia de naturaleza que nos lleva a escapar de la ciudad y la falta de verde y espacio vital se hizo evidente cuando los confinamientos nos recluyeron en nuestro hábitat más próximo. Ahora, la crisis climática pone de manifiesto que las ciudades tampoco están preparadas para este aumento de las temperaturas. Sabíamos que los efectos del calentamiento global son más intensos en las grandes urbes y especialmente en las que, como Barcelona, tienen un modelo de urbanismo compacto. Que el asfalto, los motores de los coches y la proximidad de los edificios provocan un efecto “isla de calor” que aumenta las temperaturas en el interior de las ciudades.

Un estudio de las universidades de Nanjing y de Yale ha analizado ese efecto a partir de datos de temperatura de más de 2.000 ciudades de todo el mundo entre 2002 y 2021 y ha comprobado que, de promedio, las ciudades se están calentando a un ritmo de 0,56° C cada década durante el día, y 0,43° C durante la noche. Pero son valores medios. Las de mayor tamaño se calientan 0,69° C por década. En conjunto, las ciudades se están calentando casi un 30% más rápido que las áreas rurales, pero están menos preparadas para defenderse del calor. Y ahí entra otro aspecto relevante del estudio: resisten mejor la crisis climática las que disponen de mayor superficie de arbolado, jardines y espacios sin asfaltar. Se ha visto en Chicago, donde tras la intensa ola de calor de 1995 se aplicó un plan de aumento del arbolado y creación de espacios verdes que han mitigado el aumento medio de las temperaturas. Las ciudades con más verde se calientan menos.

Las crisis sanitaria y ambiental han revelado que estamos ante una crisis de modelo urbano. Los autores recomiendan acometer con urgencia planes para reverdecer las ciudades y sustituir el cemento y las plazas duras por jardines de tierra, para provocar un efecto refrescante que reduzca las temperaturas, sobre todo de noche.

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