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Los incendios en Cataluña disminuyen un 18% cada década pese al aumento de días de alto riesgo

La prevención, las mejoras tecnológicas, la mayor comunicación y la sensibilización social han sido clave para el descenso continuado de fuegos

Incendio forestal en el Cap de Creus, el pasado febrero.
Incendio forestal en el Cap de Creus, el pasado febrero.David Borrat (EFE)

Los incendios forestales en Cataluña van a menos. Entre la década de los ochenta y la pasada, los fuegos han bajado de 5.244 a 2.378, según los datos del Servicio de Prevención de Incendios Forestales (SPIF) del Departamento de Acción Climática. “Tienden a la baja, con 110 incendios menos por década (18%), aunque el número de días con mayor peligro meteorológico en este mismo periodo aumenta en un día y medio”, destaca el SPIF. Tras analizar los datos disponibles desde 1979, los técnicos concluyen que “a pesar de aumentar los días con condiciones meteorológicas favorables a los incendios, estos tienden a disminuir”. Esto se atribuye a mejores predicciones, mayor prevención y más comunicación y sensibilización social.

La meteorología juega un papel fundamental en la actividad de los incendios y saber el contexto atmosférico en el que tienen lugar sirve para prevenir futuros episodios y estudiar con más exactitud temporadas pasadas, apuntan los expertos.

En Cataluña, donde la superficie forestal es de dos millones de hectáreas (casi un 61% de la extensión total de la comunidad), Acción Climática se encarga de la prevención de incendios forestales. Para valorar el peligro de fuego, monitoriza diferentes parámetros de forma ininterrumpida todo el año, como el estado de la vegetación, la pluviometría y el nivel de sequía, la temperatura, la humedad relativa o el viento. Todas estas variables se valoran en conjunto e individualmente y se elabora el Mapa de Peligro Diario. Esta es la base sobre la que pivota el Plan Alfa que activa el cuerpo de Agentes Rurales: si es superior al nivel 1, se pueden suspender las autorizaciones de quemas agrícolas y otras actividades en el medio natural y se deciden movimientos de efectivos o la coordinación con Bomberos y Protección Civil.

Estos cálculos del peligro de incendio permiten, hasta a una semana vista, anticipar actuaciones en ámbitos como la gestión de permisos de quemas, vigilancia y prealertas. “Modelos más reales de previsión meteorológica, la sucesiva incorporación de medidas preventivas, la mejor comunicación y la concienciación ciudadana ayudan a la continua disminución de los incendios”, apunta el técnico del SPIF, David Montserrat. “En los años ochenta no se hacía nada de esto. Si un 5 de agosto se preveía que el día siguiente sería muy conflictivo, todo el mundo continuaba con su rutina. La anticipación que se hace ahora es muy importante. Todo el contexto ha cambiado”, destaca.

Para calcular de forma homogénea los incendios forestales desde 1979, los técnicos han cogido los fuegos mayores de 0′1 hectáreas. Y para hallar las fechas con mayor peligro, los expertos han cogido datos como la humedad relativa, la temperatura, la presión o el viento a unos 850 hectopascales, es decir, a unos 1.500 metros de altitud. “Este índice sinóptico de peligro de incendio tiene la ventaja de ser representativo de todo el territorio y el hándicap de no tener suficiente en cuenta la sequía”, concreta Montserrat.

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Más fuegos en invierno

Aunque el calendario está condicionado por años excepcionales como 1994 —hubo más incendios (1.216) y los más graves de la historia, con 60 fuegos y 76.000 ha. quemadas del 3 al 18 de julio—, los expertos observan que el descenso de casos en las épocas conflictivas gracias a las medidas preventivas reduce drásticamente la superficie quemada. De hecho, en la última década hay más incendios declarados en invierno que en verano. “Como estamos sacando los incendios de las épocas del año y días más conflictivos, la superficie final quemada cae en picado. No solo se han reducido incendios, sino que han sido los potencialmente más peligrosos y también la simultaneidad entre ellos”, apunta Montserrat.

Queda, sin embargo, mucho trabajo por hacer, avisa el técnico del SPIF: “Hay que seguir trabajando para evitarlos porque la prevención es infinitamente mejor y más barata que apagarlos”. El cambio climático, además, juega en contra y aunque ahora “se compensa con la mejora de la prevención”, esta variable eleva el riesgo de incendios. “A corto plazo, el cambio climático afecta a los incendios: hay más peligro porque con temperaturas más altas, la vegetación está más estresada, lejos de su condición óptima, y todo es más frágil. Quizás en un futuro, cuando la vegetación se haya adaptado a un nuevo clima, el peligro de incendios disminuya, pero este escenario está aún lejos”, indica.

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