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Perlas del candidato Ramón Tamames antes de la moción de censura: “Me paran y me llaman presidente”

El elegido por Vox para enfrentarse con Pedro Sánchez ha defendido durante los días previos al debate sus bandazos ideológicos, desde la militancia antifranquista a ser cara visible de una iniciativa de la extrema derecha

El candidato a la presidencia del Gobierno, Ramón Tamames, el jueves en el Congreso de los Diputados.Foto: Andrea Comas | Vídeo: SAMUEL MARTÍNEZ / PAULA CASADO
José Manuel Abad Liñán

Ramón Tamames disfruta siendo escuchado. “Por lo menos, una parte de los españoles quiere que yo les explique qué es lo que está pasando”, ha asegurado para explicar por qué un antiguo militante antifranquista se presta a encarnar la moción de censura de la extrema derecha en el Congreso. Tres décadas después de su último proyecto político, el CDS de Suárez, el economista casi nonagenario vive una vorágine mediática que lo ha llevado de intervenir esporádicamente en las tertulias televisivas de derecha y ultraderecha a ser entrevistado por los medios generalistas para las grandes audiencias. Un despliegue iniciado semanas antes de que se decidiera por fin —o al menos de que lo hiciera público— a ser el representante de Vox en su segunda moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez y que se debate este martes y el miércoles en el Congreso.

En las múltiples entrevistas que ha concedido estos días, a Tamames le han dirigido más preguntas sobre él que sobre la moción misma. Se le ha inquirido por doquier acerca del bandeo que supone haber sido militante del Partido Comunista durante décadas —en la dictadura, pero también ya bien entrada la democracia—, haber fundado IU y ejercer ahora de candidato independiente a la presidencia del Gobierno por la formación más a la derecha de las Cortes, que además se niega a condenar la dictadura y blinda sus símbolos. Estas son algunas de las frases que ha ido dejando en sus intervenciones:

“Cambio, ha habido; si no, sería un fósil”. Sobre su autodefinición política, el veterano profesor ha replicado a los periodistas: “Yo no voy a definirme (...) he estado siempre por el Estado del bienestar, por el pleno empleo y por la distribución de las rentas razonable”. Y al inquirirlo sobre su mutación ideológica, ha echado mano de Darwin y su teoría de la evolución de las especies. “Yo habría sido su mejor muestra porque en una vida he experimentado diferentes actitudes y eso ha sido en provecho de mi propia formación”, ha explicado en otra entrevista. “Cambio sociológico y filosófico, ha habido; si no, sería un fósil, no podría hablar”, recalcaba.

“Empecé con el PCE y he terminado con Adolfo Suárez”. El economista considera que su última experiencia política no es la actual, como candidato de Vox a la moción, sino la ya lejana entrada en el CDS. “La persona que soy ha experimentado con varios grupos políticos. Empecé con el PCE y he terminado con Adolfo Suárez, un ser providencial en la historia española”, ha dicho estos días. En su larga trayectoria de activismo político, Tamames ha pasado de entrar en la madrileña cárcel de Carabanchel por enfrentarse a la dictadura en los años cincuenta, a ser multado en 1976 con 200.000 pesetas (1.200 euros al cambio oficial, unos 15.500 euros descontando la inflación) por manifestarse por la amnistía, y ahora a encarnar la moción de censura de un grupo ultra con el que, objeta, no está de acuerdo en varios aspectos, aunque ha alabado la figura de Santiago Abascal.

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“Yo no estoy aquí para defender a Vox. Es el único partido que me ha propuesto…”. Tamames enfatiza que él no es de Vox, que no está aquí “para defenderlo”, señaló en una entrevista en EL PAÍS, y ha calificado de mera “figura poética” que asegurase que España es “una nación de naciones” en El Mundo. Pero coincide mucho con Vox en las críticas maximalistas al cambio en el Código Penal —el Gobierno “está atacando la unidad de España cuando suprime la sedición”, ha dicho—, contra la Ley de Memoria Democrática y en las afrentas que describe contra el uso del castellano en comunidades bilingües. Con todo, en una entrevista en TVE anterior a su decisión de liderar la moción traslucía una vaga esperanza de que la iniciativa parlamentaria que lo propone como jefe del Ejecutivo perdiera el marchamo exclusivo de los diputados ultraderechistas, y aseguraba que le habían dicho: “Puede haber alguno de Ciudadanos, alguno del PP” que apoyara su candidatura. En otra entrevista posterior, aseveró: “Si el voto de los diputados fuera secreto, me votarían del PP e incluso del PSOE”.

De la pandemia “salimos mejor de lo que esperábamos”. Tamames se ha distanciado de la praxis del partido ultra en materia de inmigración —”cerrar el grifo es condenarnos a la despoblación acelerada”, afirma—, y se ha mostrado cortés y comprensivo hacia Pedro Sánchez —dice que tiene “una actitud siempre explicativa”— acerca de la gestión gubernamental de la pandemia, contra la que Vox cargó en masa. “Políticamente, creo que hay elementos de su Gobierno que son criticables y otros que han estado bien. La pandemia, por ejemplo”, sentencia Tamames. “Yo creo que, dentro de lo que cabe, salimos mejor de lo que esperábamos”, ha dicho, aunque ha criticado la que considera insuficiente recuperación económica tras la crisis sanitaria. El candidato distingue entre partidos separatistas y populistas, y “los constitucionales: PSOE, PP y Vox”, pero, con todo, en EL PAÍS se ha manifestado contrario a ilegalizar las formaciones separatistas. Aunque también se ha mostrado muy duro sobre un Ejecutivo “que dice trabajar para los pobres”, añadiendo: “Yo diría que para que sigan siendo pobres y se dejen gobernar por los mismos”. También ha asegurado que “quiere cargarse la banca, el sistema industrial”. Ha criticado que el PNV quiera modificar el artículo 2 de la Ley Fundamental y se abre a “utilizar la Constitución en toda su capacidad de movilidad mental y capacidad creativa; se tiene a la Constitución como una Biblia que no se lee nunca”.

Del “no se pueden organizar unas elecciones generales ahora” a pedirlas con urgencia para el 28 de mayo. En la exposición mediática ha incurrido en algunas incongruencias. Si en TVE decía que no sería presidente para convocar elecciones —“hay que esperar, no se pueden organizar unas elecciones generales ahora, seguramente teniendo diciembre ya como objetivo marcado” y que, en todo caso, habría “interés en que se adelantasen algo”—, en su discurso aboga directamente por que se celebren coincidiendo con los comicios municipales y autonómicos del 28 de mayo. Si en Capital Radio aseguraba que el texto de su discurso filtrado a eldiario.es llevaba dos meses de trabajo y “no se puede cambiar en tres días”, un día después señalaba en rueda de prensa que la versión “era bastante anticuada”.

“Al principio pensaba que no iba a servir para nada (...). Estoy cambiando de opinión”. El candidato a presidente que presenta Vox ha dibujado también un arco en la intensidad de sus explicaciones de por qué ha decidido dar un paso al frente. En sus primeras entrevistas justificaba que se plantease presentarse por una cuestión de amistad con el escritor Fernando Sánchez Dragó, patrono de la Fundación Disenso de Vox y recientemente premiado con 18.000 euros por la Consejería de Cultura en manos de esa formación en Castilla y León. De su valedor en el seno de Vox aseguró: “Cuando en el partido han discutido del tema, dijo: ’Tamames podría ser el mejor candidato’. No le voy a llevar la contraria en ese aspecto. Yo a Fernando le tengo un gran afecto”. Semanas más tarde, en una entrevista a Dragó y Tamames, el candidato en tono grave insta al Gobierno a dejarse directamente ganar por él. “Al principio pensaba que no iba a servir para nada (...). Estoy cambiando de opinión porque veo que hay un enorme interés y veo al Gobierno actual en una crisis que casi le vendría mejor hacer mutis por el foro en este momento que esperar a unas elecciones y perderlas como las va a perder”.

“Tengo firmados 102 años”. Los periodistas se han interesado por su avanzada edad (89 años) para asumir el reto, que el candidato no considera obstáculo para defender su discurso y se entiende que tampoco para dar la réplica ante unas Cortes que, salvo Vox, estarán en la abstención o a la contra. “Estoy durmiendo como nadie”, aunque solo “cuatro o cinco horas”, ha explicado. “Cuando me dicen qué corta es la vida, a mí me parece larguísima”, ha bromeado tras citar que el canciller alemán Konrad Adenauer siguió gobernando con más de 90 años y que su compatriota, el escritor Ernst Jünger, daba conferencias a los 102. La misma edad que aspira a alcanzar él: “Tengo firmados 102 años”.

“Me paran y me llaman presidente”. Pero cuando le preguntan si sueña con ser presidente del Gobierno, se apea del tono institucional y entra en el de la sorna: “Yo no sueño con eso afortunadamente, tengo sueños más interesantes”, dice. “Con lo que me gusta a mí el jardín de La Moncloa”, replica cuando le inquieren si se ve como jefe del Ejecutivo; un tono guasón que mantiene al responder acerca del apoyo popular recibido para defender una moción abocada al fracaso: “A mí me paran y me llaman presidente y me dan ganas de darles una bendición, les veo con un entusiasmo extraordinario”.

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Sobre la firma

José Manuel Abad Liñán
Es redactor de la sección de España de EL PAÍS. Antes formó parte del Equipo de Datos y de la sección de Ciencia y Tecnología. Estudió periodismo en las universidades de Sevilla y Roskilde (Dinamarca), periodismo científico en el CSIC y humanidades en la Universidad Lumière Lyon-2 (Francia).

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