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Las pensiones dan oxígeno a la coalición y presionan al PP

Mientras en Francia puede caer el Ejecutivo por los recortes en las prestaciones, en España se pacta una reforma sin ajustes

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, atiende a los medios durante su visita a Huesca, donde acudió a reunión con el alcalde de la ciudad, Luis Felipe, este viernes.Foto: Javier Blasco | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

Dos escenas casi simultáneas este jueves en París y Madrid dan idea de lo distinta que se ve la política española desde dentro y desde fuera y el momento tan diferente que vive Pedro Sánchez, con tres Presupuestos aprobados y una mayoría estable pese a los desafíos que le plantean de forma constante sus socios de Podemos o ERC, y otros líderes europeos.

Casi a la misma hora en la que el Consejo de Ministros aplaudía en pleno al titular de Seguridad Social, José Luis Escrivá, por haber logrado el aparente milagro de pactar con Bruselas, con Podemos y con los sindicatos una reforma de las pensiones sin ajustes, Emmanuel Macron recibía la noticia de que no iba a tener votos suficientes para aprobar su recorte a las pensiones francesas, que tiene a los sindicatos en guerra, la calle incendiada y amenaza con cobrarse a la primera ministra, Élisabeth Borne.

Mientras Escrivá comparecía eufórico en La Moncloa, Macron estaba convocando en París una reunión extraordinaria de sus ministros para aprobar la reforma por decreto sin votación, algo inviable en España y que puede hacer caer al Ejecutivo galo tras una moción de censura que ya se está preparando.

Francia ajusta las pensiones, España las mejora. Esto es posible, explica Escrivá, porque España hizo los deberes con reformas de pensiones anteriores —en 2011 se aprobó la edad de jubilación a los 67 años y Francia está en guerra por subirla a 64— pero también porque el Gobierno español ha logrado negociar con Bruselas esta reforma sin ajustes.

Y esta última parte es la más sorprendente y la que más reivindica el Gobierno como éxito político que, en su opinión, anula las críticas de la oposición. Si está avalado por Bruselas, no puede ser un parche, señalan en La Moncloa. De hecho, el hombre clave de las negociaciones con la Comisión es Declan Costello, un durísimo funcionario de la comisaría de Economía que se hizo famoso en 2015 porque fue el jefe de los hombres de negro que se instalaron en Atenas en plena crisis y forzaron al Gobierno de Alexis Tsipras a hacer durísimos ajustes que hundieron aún más la economía griega.

Después de dos meses de negociaciones con Escrivá y eternas discusiones sobre unos números que a Bruselas no acababan de cuadrarles, Costello y sobre todo su jefe político, el sociademócrata italiano Paolo Gentiloni, aceptaron que España reforme sus pensiones en positivo y sin ajustes, ni siquiera una ampliación obligatoria del periodo de cómputo, que Podemos rechazó de plano hasta el final.

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Pedro Sánchez suele repetir que cuando viaja a Bruselas, lejos de preguntarle por Podemos o las tensiones internas del Ejecutivo —como es habitual en España—, los demás líderes le comentan cómo es posible que España, con un Parlamento tan fraccionado como los demás socios y un Gobierno de coalición en minoría —le faltan 22 escaños para la absoluta— haya sido capaz de sacar adelante tres Presupuestos y decenas de reformas de gran calado, como la laboral —que salió por la mínima y de rebote, pero pasó— o, ahora, esta de pensiones, que ya parece contar con una sólida mayoría para ser aprobada, pese al rechazo del PP. En estos momentos hay varios países europeos que tienen comprometidas reformas de pensiones con la Comisión Europea, dentro del plan de recuperación para recibir los fondos europeos. Y la mayoría sufre graves dificultades para lograr apoyos en sus parlamentos a los planes que manejan los gobiernos, según coinciden fuentes del Ejecutivo acostumbradas a tratar con Bruselas.

De izquierda a derecha, el secretario general de CC OO, Unai Sordo; el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, y el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, el 15 de marzo, tras pactar la reforma.
De izquierda a derecha, el secretario general de CC OO, Unai Sordo; el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, y el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, el 15 de marzo, tras pactar la reforma.Luis Sevillano

La reforma de pensiones ha supuesto así esta semana un balón de oxígeno para la coalición, no solo porque ha logrado pactarla después de más de un año de intensas negociaciones, sino por el mensaje político que lanza y que el Gobierno aprovechará con toda probabilidad en todos los foros posibles, incluido el de la moción de censura que empieza el martes en el Congreso.

Asociar a Feijóo con recortes

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz quieren centrar la campaña electoral en una idea fuerte: la izquierda gobierna mejor, ayuda a crear empleo, sube el salario mínimo, mejora las condiciones con la reforma laboral, sube las pensiones (sobre todo, las mínimas) y evita los ajustes que dominaron la anterior crisis, con el PP de Mariano Rajoy, gran referente de Alberto Núñez Feijóo, en La Moncloa.

El Gobierno progresista suele obviar que también el PSOE hizo recortes duros en el final del segundo Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, algo que llevó a los socialistas a la debacle electoral de 2011.

Pero la clave de esta campaña está en asociar a Feijóo con posibles ajustes, privatizaciones y recortes del Estado del bienestar frente a un gobierno progresista que lo amplía. Y ahí, la reforma de las pensiones es decisiva, según entienden en los dos sectores del Gobierno.

En La Moncloa están siguiendo con mucha atención los movimientos de Feijóo. Y quieren forzarle a definirse, porque creen que si lo hiciera dejaría claro que su apuesta es un ajuste en línea con el que hizo Rajoy en 2013, y que el PSOE y Unidas Podemos han derogado: el que establecía una subida del 0,25% de las pensiones si el Estado tenía mucho déficit, algo que habría sido demoledor con la inflación actual.

El jueves, Escrivá, que no suele meterse en asuntos políticos, se lanzó contra el líder del PP por su “falta de respeto” al criticar la reforma sin ofrecer una alternativa. Una discusión política sobre pensiones sería un sueño para un Gobierno que acaba de subirlas un 8,5%. Un espacio ideal para contrastar los “dos modelos” de los que habla Sánchez. Pero, precisamente por eso, es casi seguro que Feijóo evitará, todo lo que pueda, entrar en ese delicado campo de juego.

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