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Sánchez busca un gran acuerdo en la presidencia española para reindustrializar Europa

El presidente español recibe un respaldo claro en Dublín y Copenhague a la agenda del semestre

Pedro Sanchez
Pedro Sánchez y Mette Frederiksen, primera ministra danesa, en la residencia oficial de Marienborg, cerca de Copenhague.OLAFUR STEINAR GESTSSON (AFP)
Carlos E. Cué

En plena vorágine de la política española, con el caso Mediador desgastando al PSOE, Pedro Sánchez mantiene intacta su agenda internacional para volcarse en el éxito de la presidencia española de la UE, que será la gran prueba de fuego del presidente como líder internacional y en pleno momento electoral. Empezará el 1 de julio, y para garantizar que todo llega con acuerdos políticos ya preparados, Sánchez ha organizado cinco minigiras en estos meses para visitar una quincena de países. En la segunda, que le lleva a Irlanda, Dinamarca y Finlandia, países con posiciones en general alejadas de las españolas, Sánchez ha encontrado un claro respaldo a la agenda que está marcando como hitos de la presidencia española.

Uno de ellos, que ha dejado muy claro el presidente en sus dos primeras comparecencias, es el de lograr un gran pacto para reindustrializar Europa y lograr una mayor autonomía estratégica. La pandemia, explica el presidente, y la guerra de Ucrania, con la utilización por parte de Rusia de la energía como un arma de presión, han dejado en evidencia que “Europa sufre una excesiva dependencia de determinados países del mundo”, no precisamente los más democráticos, en especial China y Rusia.

Durante la pandemia se vio que Europa tenía prácticamente toda su producción, incluida la de cosas tan básicas como una mascarilla, en China. Y en la guerra se ha visto la enorme dependencia del gas ruso o de insumos decisivos para la agricultura como los fertilizantes. Sánchez busca que en la presidencia española se pueda avanzar en grandes acuerdos para la reindustrialización de Europa a través de los fondos europeos.

Pero también se plantea otros retos ambiciosos, como reforzar el mercado único europeo —aunque en Irlanda Sánchez no se ha animado a decir una palabra sobre la armonización fiscal, un asunto muy polémico en un país que con su baja fiscalidad se ha convertido en un polo de atracción de multinacionales, en especial las tecnológicas, que en ocasiones facturan en este país parte de su negocio en España y otros, con lo que el fisco español pierden grandes cantidades de dinero potenciales— la revisión de la normativa sobre las ayudas de Estado, para hacerla más flexible, o la reforma del mercado eléctrico europeo.

Sánchez también quiere intentar cerrar un complejísimo acuerdo de la política de migración y asilo durante la presidencia española, aunque es algo que se antoja muy difícil como se está comprobando por las posiciones tan distantes entre socios que pretenden blindar la UE con muros y otros como España que apuestan más bien por ayudar a los países de al sur del Mediterráneo para intentar frenar la inmigración ilegal. El presidente español está especialmente preocupado por romper la división europea clásica entre los países del norte y los del sur y también entre los que son de “primera entrada” de inmigrantes, como España, Italia, Malta o Grecia, y los que están más preocupados por la segunda ola, esto es donde se desplazan estos extranjeros cuando consiguen llegar a las costas mediterráneas.

El presidente español, que ha trabajado mucho durante estos casi cinco años su agenda internacional y especialmente sus contactos europeos —ya empieza a ser uno de los líderes veteranos en un continente acostumbrado a gobiernos que duran muy poco— está recibiendo muy buenas palabras en cada una de sus visitas, no solo en los países dominados por socialdemócratas como Dinamarca, donde hay una especial sintonía similar a la que se encontrará este viernes en Finlandia. La buena imagen internacional de España se percibe inmediatamente en estas visitas a países donde, como explicó el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, hay dos millones de viajes a España por año en una nación de cinco millones de habitantes. Sánchez tiene especial interés en que la presidencia española sirva también para abrir la UE a Latinoamérica, y para eso ha programado una cumbre UE-CELAC en Bruselas en julio que será otro de los hitos de la presidencia.

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Estas minigiras suponen así una especie de parón de buenas palabras y acuerdos internacionales —en Dinamarca se firmó uno sobre el impulso a las energía renovables— que suponen un respiro del ambiente enrarecido de la política española. Sánchez y su equipo parecen absolutamente convencidos de que esta agenda internacional y la presidencia española tendrán un fuerte impacto positivo en la imagen del presidente y por tanto también tendrán repercusión electoral, pero en el PP piensan exactamente lo contrario: que todas estas giras no dan un solo voto.

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